1- EL TEATRO DE LA DÉCADA DE LOS 40
1.2- Alta comedia: ¿De qué autor es heredero este teatro? ¿Qué temas trata? ¿Por qué crees que es un teatro que no ha pasado a la historia?
Tras la guerra civil, se prolonga el
teatro que se había estado haciendo anteriormente: la línea del teatro benaventino
o comedia de salón en la que se hace una amable crítica de costumbres unida a
una defensa de los valores tradicionales. Estamos hablando así de la alta comedia. Autores de este teatro son José
Pemán, Luca de Tena, López Rubio, Edgar Neville o Joaquín Calvo Sotelo.
Se
trataba
de obras protagonizadas por personajes pertenecientes a la alta
burguesía, ambientadas en espacios elegantes que sirven de marco a
conflictos
familiares (adulterios, enfrentamientos generacionales, ruina familiar,
etc.). Predomina el final feliz que encierra casi siempre una lección
moral para el
espectador. En líneas generales, es un teatro que enmascara la dura realidad del
momento, para preocuparse por pequeños problemas domésticos sin importancia.
Formalmente, son obras muy bien hechas (en la línea del teatro de Benavente)
que demuestran el oficio dramático de sus autores.
La
primera corriente de posguerra, el teatro comercial o alta comedia, se dirige a un público
concreto de clase media, centrándose en pequeños conflictos cotidianos y
personales, olvidando la problemática social o existencial por completo. Destaca
sobre todo la comedia burguesa, cuyo mejor exponente es un Benavente depurado
de la pequeña carga crítica anterior a la guerra, lo que supone el triunfo de
un humor inocente y una escenografía convencional que sirva tan solo como marco
para la representación del texto. Es un teatro de evasión en que la burguesía
se ve reconocida y afirmada en sus valores. Existe también un teatro de propaganda destinado
a fundamentar ideológicamente el régimen vencedor, en la línea histórico-mítica
del teatro modernista de E. Marquina, cuyo representante más destacado es J. Mª Pemán.
Como
podemos observar en todas estas explicaciones que acabo de dar, el
teatro perteneciente a la línea de alta comedia se basaba en hacer una amable crítica de costumbres unida a
una defensa de los valores tradicionales, enmascarando así la
dura realidad del
momento, para preocuparse por pequeños problemas domésticos sin
importancia. Esto hace que esta corriente teatral no pase a la historia,
pues se centra en agradar a un público adinerado capaz de permitir el
sustento económico del autor, sin preocuparse éste por hacer obras
críticas con la realidad que agraden al resto de ciudadanos españoles, a
pesar de que eso suponga menos dinero para el bolsillo. Por tanto, si
recordamos de blogs anteriores, a este teatro le ocurrirá lo mismo que
al de Benavente, que se mantendrá vigente pero no sera revolucionario,
pues no se centra en lo que todos los ciudadanos quieren, criticar al
régimen franquista que se alza en ese momento en el país. (Recordemos cómo Benavente supo encontrar el
punto crítico adecuado con el que mantener una estrecha relación con su público y los empresarios, haciendo que todos ganasen, a partir de la introducción de críticas de pequeños vicios y convencionalismos burgueses, todo ello comentarios que el público de esa clase era capaz de tolerar, momento a partir del cual sus obras no fueron rechazadas).
1.3- Teatro cómico renovador:
1.3.1- ¿En qué se diferencia este teatro cómico del que se estaba
haciendo hasta entonces? ¿Quiénes son sus principales representantes?
¿Qué tuvieron que hacer para que sus obras pudieran ser representadas?
La comedia de evasión que tanto éxito tenía en la
época buscaba, como antes habían hecho los Alvarez Quintero o Arniches, la
gracia fácil y la carcajada. Frente a este humor tradicional, en la posguerra
va a culminar otro tipo de humor, de carácter innovador: el representado por
Enrique Jardiel Poncela y Miguel Mihura. Ambos pretenden una renovación del
humor español, que hasta entonces estaba basado en el esquema de Arniches o de
los Alvarez Quintero. Así, proponen una comicidad basada en lo inverosímil y lo
absurdo, alejado del realismo escénico, pero se estrellarán contra los gustos
del público mayoritario de la posguerra. Ante esto, tuvieron que renunciar a
desarrollar libremente todo lo que hubiera podido dar su ingenio. Hombres de
teatro que de él quieren vivir, tuvieron que degradar sus propio sistema para satisfacer
al espectador.
No es la comedia que busca la risa
fácil, sino la que desarrolla un humor cercano al "teatro del
absurdo" de E. Ionesco y cuyos representantes más característicos ya
empezaron a escribir antes de la guerra, en la línea de las vanguardias (de
hecho, se ha querido reivindicar a sus representantes como miembros de una
facción humorística de la generación del 27). Se alejan del realismo
decimonónico por el predominio de lo inverosímil y la fantasía, lo insólito y
lo absurdo que se escapa de la realidad hasta el delirio.
La diferencia
entre este tipo de humor y el anterior está, según el propio Pirandello, en la diferencia
existente entre lo cómico y lo humorístico. Para Pirandello, la base de lo
cómico está en plantear una situación o un personaje para reírse de él. Lo
cómico persigue únicamente la carcajada, se basa en el chiste. El humor, por el
contrario, hace reflexionar sobre las circunstancias que mueven a la risa. Lo
humorístico es un ejercicio intelectual y por eso el teatro de humor siempre
es crítico, es un hijo civilizado del pesimismo.
La
complejidad de la puesta en escena, la riqueza de incidentes, la multiplicación
de tramas paralelas, el uso del tema amoroso para plantear situaciones
insólitas... son características de este teatro. Sin embargo, como ya hemos visto, ese humor
inverosímil marcó sus problemáticas relaciones con el público, que acabó
determinando la evolución de estos autores hacia cotas menos atrevidas. Como
ejemplos significativos, destaquemos las irónicas reflexiones de Jardiel sobre
su primer fracaso en el teatro comercial y su éxito al explotar las fórmulas
más convencionales, explicadas en Tres comedias con un sólo ensayo
(1934). En el caso de Mihura, recordemos que Tres sombreros... (1932)
tardó veinte años en estrenarse y que su éxito posterior se basa en comedias no
tan atrevidas. Veremos así cómo Jardiel y,
sobre todo, Mihura, parten de una tradición teatral cómica, pero les acaba
saliendo un humor problemático.
1.3.2- Tres sombreros de copa
1.3.2.1- Argumento:
El argumento de "Tres sombreros de copa" es sencillo, incluso tópico: tras siete
años de tenaz noviazgo, Dionisio, un joven de veintisiete años, va a
casarse con Margarita, una "virtuosa señorita" de veinticinco. La noche
previa a la boda se hospeda en un hotel donde conoce a Paula, una
atractiva chica de dieciocho años (aproximadamente, ya que no conoce su
edad) de la que se siente especialmente atraído. La muchacha trabaja en
un circo y al día siguiente debutará en el Nuevo Music-Hall. A lo largo
de la obra, Dionisio descubre por medio de Paula una manera distinta de
vivir, de entender el mundo y de alcanzar la felicidad; gracias a la
joven vislumbra la posibilidad de una existencia más imaginativa y
libre. Sin embargo, cuando en el momento culminante de la acción deba
decidirse entre Paula y Margarita, Dionisio no se atreverá a cambiar de
vida, y opta por vivir con la burguesía.
1.3.2.2- ¿Cuándo escribió Miguel Mihura
esta obra y cuándo la estrenó? ¿A qué se debió que tardara tanto en estrenarla?
1.3.2.4- ¿Qué es el teatro del absurdo? ¿Con qué finalidad utiliza Mihura el absurdo?
1.3.2.5- Lee estos textos y contesta las siguientes preguntas:
TEXTO 1
La figura de Miguel Mihura representa perfectamente al
dramaturgo que tiene que renunciar a su personal concepción teatral para poder
llevar sus obras a los escenarios: aunque termina tres sombreros de copa en
1932, no consigue estrenarla hasta veinte años más tarde con un éxito de
crítica y de público que asombró al propio autor. A partir de ese momento,
Mihura se dedicará exclusivamente a su trabajo como autor teatral, pero sus
siguientes obras carecerán de la originalidad y espíritu crítico de la primera.
En "Tres sombreros de copa", Mihura contrapone, mediante una feliz
convivencia de lo poético y sentimental con lo humorístico y satírico,
dos mundos: el burgués, hipócrita, rígido y limitado por una aparente y
estricta moral, y otro, despojado de la rutina y los convencionalismos
del primero, libre y vital, pero igualmente engañoso. Dos mundos a los
que «solo salva la humanidad de Dionisio y Paula», sus protagonistas. Debido a estas tremendas críticas hacia la burguesía, junto con la ruptura que esta obra supone con el teatro cómico anterior, cuando Mihura la dio a conocer a varios empresarios y actores en 1932,
estos no la entendieron y la obra quedó actores que quisieran representarla. No obstante, 20 años más tarde, en 1952, el Teatro Español Universitario (TEU) se atrevió a estrenarla en una única sesión de cámara, dirigida por Gustavo Pérez Puig en el Teatro Español de Madrid. Así, el público, compuesto en gran parte por gente joven, la acogió con gran entusiasmo, siendo este instante el principio de una larga acogida con gran fuerza.
1.3.2.3- Mihura establece una comparación
entre dos mundos aparentemente opuestos: ¿cuáles son? ¿qué personajes pertenecen a uno y
otro? ¿qué diferencias hay entre esos dos mundos? ¿qué semejanzas?
Como ya he explicado, en "Tres sombresos de copa" Mihura contrapone, mediante una feliz
convivencia de lo poético y sentimental con lo humorístico y satírico,
dos mundos: el burgués, hipócrita, rígido y limitado por una aparente y
estricta moral, y otro, despojado de la rutina y los convencionalismos
del primero, libre y vital, pero igualmente engañoso. De este
enfrentamiento surgen unas situaciones a partir de las cuales Mihura deja al
descubierto el absurdo de una existencia monótona y repetitiva en la que se
hacen las cosas porque sí.
El primer mundo
aburrido de la burguesía lo representan Dionisio, Margarita, don sacramento, y el
odioso señor, entre otros como Don Rosario, El Anciano militar, El
Cazador astuto, El Romántico enamorado, El Guapo muchacho o el Alegre
explorador. Se nos muestra como una existencia monótona
(Dionisio siempre hace lo mismo en vacaciones, su futuro suegro siempre tiene
las mismas costumbres por muy absurdas que sean) en la que la única salida es
el matrimonio aunque no se esté enamorado. Es un mundo cargado de convencionalismos sociales y normas
En el caso de Dionisio, aparece como un acartonado miembro de la burguesía: trabajo aburrido en un
pueblo, noviazgo de siete años, ve el matrimonio como la única salida en la
vida una vez llegado a una edad y como única forma de darle equilibrio y
tranquilidad. Se nos muestra como un personaje sin carácter e infantil que se
deja arrastrar por las circunstancias. No había vivido de verdad, nunca había
experimentado una auténtica pasión hasta que conoce a Paula.
Frente a ese mundo se encuentra el de lo inverosímil (el mundo bohemio), aunque tampoco es oro todo lo que reluce. En
apariencia es una vida divertida y variada, continuamente viajando y conociendo
gente nueva, pero la realidad es otra muy distinta. Mihura, gran conocedor de
ese mundo, sabía que no todo lo que había en él era tan atractivo como se veía
desde fuera: las chicas se ven
obligadas a conseguir unas ganancias económicas por medios extras, pues el
dinero, aspecto clave en el concepto burgués de la vida, es también un móvil de
los dueños de las compañías. Por otro lado, Paula no es feliz en ese ambiente:
se ve obligada a sonreír a odiosos señores y, sobre todo, se aburre también de
su monotonía. Por tanto, la rutina y la repetición de las mismas costumbres no
solo es patrimonio de la respetable vida burguesa. En el fondo, una y otra vida
no son tan diferentes como pudiera parecer a primera vista.
Paula es la
alegría, la belleza, la imaginación y el rechazo de los convencionalismos
sociales. Es el único personaje auténticamente bohemio de la obra: rechaza las
exigencias de Buby y, frente a la defensa burguesa del matrimonio y todo lo que
ello conlleva: rutina y aburrimiento), es partidaria de la libertad de la
soltería.
Finalmente, Buby es un
personaje contradictorio: vive en un ambiente bohemio como es el mundo de la
farándula, pero tiene el realismo suficiente para ser consciente de su
auténtica naturaleza, muy lejos de las idílicas imágenes que muchas chicas se
hacen. Buby sabe que es difícil subsistir solo con el dinero de las entradas y
obliga a sus bailarinas a sacarles dinero a los caballeros de los pueblos a los
que van. En este sentido, es una especie de “burgués bohemio”.
Lo realmente
innovador de la obra de Miguel Mihura es su peculiar utilización del humor. En el marco tradicional en que se
desarrolla la obra van a presentarse las más insólitas situaciones y los
diálogos más descabellados, lo cual ha llevado a algunos críticos a hablar de
"Tres somberros de copa" como precedente del teatro del absurdo.
El teatro del
absurdo planteaba problemas existenciales de diversa índole y lo hacía valiéndose
de situaciones absurdas. En otras palabras, presentaba absurdamente el absurdo
que constituía la vida. Como podemos ver, "Tres
sombreros de copa" hace algo similar, pues nos presenta el conflicto existencial
de un personaje y lo hace mediante innumerables recursos humorísticos que dan
lugar a las situaciones más absurdas.
Por tanto,
el humor de Mihura no consiste en la fácil carcajada o en el chiste ramplón. Es
algo más serio que todo eso, es un humor de ideas que nos descubre la raíz de
la irracionalidad en la que el hombre vice a diario: las cosas absurdas que
dicen Dionisio, Don Sacramento, Don Rosario o el Odioso Señor no hacen sino
criticar ácidamente las creencias y los valores de la burguesía.
1.3.2.5- Lee estos textos y contesta las siguientes preguntas:
1- ¿Qué característica de la sociedad convencional critica Mihura a través de le que dice Don Rosario?
Como podemos ver en este fragmento pertenecinete al comienzo de la obra de Mihura, podemos osbervar cómo Don
Rosario, un hombre ya mayor que tiene dificultades para divisar objetos
lejanos, asegura poder observar desde el balcón de una de las
habitaciones de su hotel tres lucecitas de color blanco pertenecientes a
las farolas del puerto, a pesar de que él jamás las ha visto. No
obstante, su respuesta es: "mire usted allí las lucecitas de las farolas del puerto.
Hace un efecto muy lindo. Todo el mundo lo dice." No obstante, observamos cómo cuando Don Dionisio logra divisarlas, asegura observar dos luces de color blanco y otras dos de rojo, a lo que Don Rosario responde: "No.
No puede ser roja. Llevo quince años enseñándoles a todos los huéspedes, desde
este balcón, las lucecitas de las farolas del puerto,
y nadie me ha dicho nunca que
hubiese ninguna roja.".
Con ello, en mi opinión, se puede observar cómo a través de este fragmento Mihura critica
la vida basada en la rutina y en esquemas prefijados del día a día
burgués, pues el hecho que Don
Rosario siempre haga lo mismo (enseñarle las luces… la rutina)
representa
simbólicamente que la manera de relacionarse con la gente es a base de
rutinas
y sin sentido, vacío, siendo una crítica a la vida provinciana de la
España de la época. Adema se, se ve una clara critica a la "fe ciega" en cosas que se van transmitiendo de generación en generación, no porque sean importnates o reales, sino porque ya es costumbre. Asimismo, se observa una crítica a este mundo
burgués que no es tan libre como el otro, pues vemos como Don Rosario no
es
capaz de ver las luces del puerto, pero aun así lo dice porque se basa
en los
esquemas prefijados de su padre, destacando así la obediencia presente
en el mundo burgués, hipócrita y rígido. Finalmente, podemos ver una
crítica a la falta de personalidad, pues Don Rosario confía en que las
luces son blancas porque "todo el mundo lo dice", sin comprobarlo por sí
mismo o intentar asegurarse de que son blancas, y a la hipocresía de
sus huéspedes, que ni tan siquiera se molestan en atender a Don Rosario
(sino habrían visto que una de ellas es roja).
DON ROSARIO. Es la mejor habitación, don Dionisio. Y la más sana. El balcón
da al mar. Y la vista es hermosa. (Yendo hacia el balcón.) Acérquese. Ahora no
se ve bien porque es de noche. Pero, sin embargo, mire usted allí las lucecitas
da al mar. Y la vista es hermosa. (Yendo hacia el balcón.) Acérquese. Ahora no
se ve bien porque es de noche. Pero, sin embargo, mire usted allí las lucecitas
de las farolas del puerto.
Hace un efecto muy lindo. Todo el mundo lo dice.
¿Las ve usted?
DIONISIO. No.
No veo nada.
DON ROSARIO.
Parece usted tonto, don Dionisio.
DIONISIO.
¿Por qué me dice usted eso, caramba?
DON ROSARIO.
Porque no ve las lucecitas. Espérese. Voy a abrir el balcón.
Así las verá usted mejor.
DIONISIO. No.
No, señor. Hace un frío enorme. Déjelo. (Mirando
nuevamente.) ¡Ah!
Ahora me parece que veo algo. (Mirando a través de los
cristales.) ¿Son
tres lucecitas que hay allá a lo lejos?
DON ROSARIO. Sí.
¡Eso! ¡Eso!
DIONISIO. ¡Es
precioso! Una es roja, ¿verdad?
DON ROSARIO. No.
Las tres son blancas. No hay ninguna roja.
DIONISIO.
Pues yo creo que una de ellas es roja. La de la izquierda.
DON ROSARIO. No.
No puede ser roja. Llevo quince años enseñándoles a
todos los huéspedes, desde
este balcón, las lucecitas de las farolas del puerto,
y nadie me ha dicho nunca que
hubiese ninguna roja.
DIONISIO.
Pero ¿usted no las ve?
DON ROSARIO. No.
Yo no las veo. Yo, a causa de mi vista débil, no las he
visto nunca. Esto me lo dejó
dicho mi papá. Al morir mi papá me dijo: «Oye,
niño, ven. Desde el balcón de
la alcoba rosa se ven tres lucecitas blancas del
puerto lejano. Enséñaselas a
los huéspedes y se pondrán todos muy
contentos...» Y yo siempre se
las enseño...
DIONISIO.
Pues hay una roja, yo se lo aseguro.
DON ROSARIO.
Entonces, desde mañana, les diré a mis huéspedes que se
ven tres lucecitas: dos
blancas y una roja... Y se pondrán más contentos
todavía. ¿Verdad que es una
vista encantadora? ¡Pues de día es aún más
linda!...
TEXTO 2
1-¿De qué intenta convencer Buby a Paula? ¿En qué motivos se basa?
Como podemos observar en esta escena de "Tres sombreros de copa", Buby intenta convencer a Paula de que logre robarle el dinero a Don Dionisio, dinero que ambos necesitan para subsistir en el mundo del espectáculo. Como dice se puede observar en los diálogos, Buby es incapaz de bailar, cosa que las muchachas hacen pero mal, de modo que las ganancias que obtienen resultan escasas para mantener sus necesidades, y por tanto necesitan robarlo. Por lo que entendemos en esta escena, no es la primera vez que montan esta estafa, sino que es algo ensayado que repiten en los diversos hoteles en los que se hospedan, siendo de esa manera como consiguen el mantenerse en el mundo del espectáculo. Podemos ver esto en las palabras de Buby: "Sí. Yo sé que es lindo... ¡Ha sido una mala suerte!... No es nada fácil
descorrer un pestillo por dentro y hacer una buena escena para encontrarse con
que dentro de la habitación no hay un buen viajero gordo con papel en la
cartera, sino un mal malabarista sin lastre en el chalequito... Verdaderamente
ha sido una mala suerte...". Recordemos que esta escena es inmediatamente posterior a la de una discusión entre Paula y Buby, en la que Buby le muestra a
Paula lo dura que es la vida de una bailarina y que no siempre van a
tener dinero.
Así, Buby obliga a Paula a que se aproveche de Dionisio para poder estafarle, mas la muchacha es incapaz de hacerlo ya que se ha enamorado de él. Finalmente, la escena se termina con las declaraciones del negro sobre la necesidad de una muchacha bonita como ella de llevar a cabo su plan con Dionisio, pues es la única salida para que la muchacha no tenga que pasarse la vida en el taller, o
en la fábrica, o
en el almacén de ropas. El teatro es lindo, la otorga liberta de sus
padres, sus obligaciones como hermana, o no es necesario levar a cabo
tareas femeninas comunes en la época como coser, fregar o hacer tareas
de la casa y, por tanto, es necesario que robe ese dinero.
2- Aunque Buby es, en teoría, un miembro del mundo bohemio del espectáculo, ¿crees que sus ideas y su actitud es bohemia o burguesa? ¿Por qué?
Como se observa claramente en este fragmento de la obra de Mihura, su actitud es totalmente burguesa, pues su único interés en la vida es conseguir el dinero necesario para subsistir. Una vez más, la codicia por el dinero se hace presente en personajes pobres como lo son Buby o Paula, mas la que verdaderamente representa la bohemia es la muchacha. Buby, sin embargo, podría ser perfectamente uno de los personajes de la Colmena, de Tiempo de silencio o de Misericordia (Galdós), todas ellas novelas en las que los pobres obstentan más codicia que incluso los ricos, y en las que el dinero es la base de toda deseo y ambición humana.
Asimismo, como he dicho anteriormente, Buby es un
personaje contradictorio, pues vive en un ambiente bohemio como es el mundo de la
farándula, pero tiene el realismo suficiente para ser consciente de su
auténtica naturaleza, muy lejos de las idílicas imágenes que muchas chicas se
hacen. Buby sabe que es difícil subsistir solo con el dinero de las entradas y
obliga a sus bailarinas a sacarles dinero a los caballeros de los pueblos a los
que van. En este sentido, es una especie de “burgués bohemio”. Así, Buby es un personaje muy interesado por el dinero. Es el
proxeneta, amenaza a las asustadas jóvenes con los argumentos
de la tristeza y el fracaso de una vida en la pobreza, por lo que es muy capaz de
manipular las personas. Es un buen conocedor del mundo artístico
con cierto cinismo y es un personaje con una imagen negativa.
3- Según esto, ¿hay muchas diferencias entre el mundo burgués y el del espectáculo?
Como
podemos observar en todo lo que llevo dicho y en esta escena de la obra
de Mihura, el mundo burgués y el del espectáculo no son tan diferentes,
pues ambos se mueven por un mismo factor:
el dinero. Por un lado, está el mundo burgués, el cual se basa en
conseguir dinero con el que aumentar sus posesiones y riquezas y con el
que mejorar su nivel y condiciones de vida. No obstante, por el otro
sucede algo parecido, pues su objetivo, tanto el de los empresarios
como el de los actores, bailarines, etc; reside en conseguir el máximo
dinero con el que subsistir y mejorar sus condiciones de vida. Por
tanto, a pesar de las apariencias, observamos como ambos mundos no están
tan separados como parece.
(Pero BUBY se ha levantado y se interpone ante la puerta cerrando el paso
a PAULA. Ha cambiado completamente de expresión y habla a PAULA en tono
apremiante.)
BUBY.
¿Algo?
PAULA. (Disgustada.)
¡Oh, Buby...!
BUBY. (Más
enérgico.) ¿Algo?
PAULA. Él
es un compañero... ¡Él trabajará con nosotros...!
BUBY. ¿Y
qué importa eso? ¡Ya lo sé! Pero los compañeros también a veces
tienen dinero... (En voz
baja.) Y nosotros necesitamos el dinero esta misma
noche... Tú lo sabes...
Debemos todo... ¡Es necesario ese dinero, Paula...! ¡Si
no, todo está perdido...!
PAULA.
Pero él es un compañero... Ha sido una mala suerte... Debes
comprenderlo, Buby...
(Se sienta. Y BUBY también.
Pequeña pausa.)
BUBY.
Realmente ha sido una mala suerte que esta habitación estuviese
ocupada por un lindo
compañero... Porque él es lindo, ¿verdad? (Siempre
irónico, burlón y
sentimental.) Sí. Yo sé que es lindo... ¡Ha sido una mala
suerte!... No es nada fácil
descorrer un pestillo por dentro y hacer una buena
escena para encontrarse con
que dentro de la habitación no hay un buen
viajero gordo con papel en la
cartera, sino un mal malabarista sin lastre en el
chalequito... Verdaderamente
ha sido una mala suerte...
PAULA.
Buby... Esto que hacemos no es del todo divertido...
BUBY. No.
Francamente, no es del todo divertido, ¿verdad? ¡Pero qué
vamos a hacerle!... El negro
Buby no sabe bailar bien... ¡Y vosotras bailáis
demasiado mal!... (En este
momento, en la habitación de al lado, el CORO DE
VIEJOS EXTRAÑOS empieza
a cantar, muy en plan de orfeón, «El relicario».
Unos segundos, solamente. Sobre
las últimas voces, ya muy piano, sigue
hablando
hablando
BUBY.) Es
difícil bailar, ¿no?... Duelen las piernas siempre y, al terminar, el
corazón se siente fatigado...
Y, sin embargo, a alguna cosa se tienen que
dedicar las bonitas muchachas
soñadoras cuando no quieren pasarse la vida en
el taller, o en la fábrica, o
en el almacén de ropas. El teatro es lindo, ¿verdad?
¡Hay libertad para todo! Los
padres se han quedado en la casita, allá lejos, con
su miseria y sus penas, con
su puchero en el fuego... No hay que cuidar a los
hermanitos, que son muchos y
que lloran siempre. ¡La máquina de coser se
quedó en aquel rincón! Pero
bailar es difícil, ¿verdad, Paula?... Y los
empresarios no pagan con
exceso a aquellos artistas que no gustan lo
suficiente... ¡El dinero
nunca llega para nada!... ¡Y las muchachas lindas se
mueren de dolor cuando su
sombrero se ha quedado cursi! ¡La muerte antes
que un sombrero cursi! ¡¡La
muerte antes que un trajecito barato!! ¡¡¡Y la vida
entera por un abrigo de
piel!!! (Dentro, el CORO DE VIEJOS EXTRAÑOS vuelve
a
cantar algunos compases de
«El relicario».) ¿Verdad, Paula? Sí. Paula ya sabe
de eso... Y es tan fácil que
una muchacha bonita entre huyendo de su novio en
el cuarto de un señor que se
dispone a dormir... ¡Es muy aburrido dormir solo
en el cuarto de un hotel! Y
los gordos señores se compadecen siempre de las
muchachas que huyen de los
negros y hasta, a veces, les suelen regalar
billetes de un bravo color
cuando las muchachas son cariñosas... Y un beso no
tiene importancia... Ni dos,
tampoco..., ¿verdad? Y después... ¡Ah, después, si
ellos se sienten defraudados,
no es fácil que protesten!... ¡Los gordos
burgueses no quieren
escándalos cuando saben además, que un negro es
amigo de la chica!... ¡Un
negro con buenos puños que los golpearía si
intentasen propasarse!...
TEXTO 3
1- ¿Qué suelen hacer los señores como el Odioso Señor cuando llegan a la ciudad compañías de music hall?
Como podemos observar en una parte de este diálogo, El Odioso Señor, el burgués adinerado más rico de la provincia, comenta: "Sí.
Ellas siempre me aman... Todas las chiquitas que han pasado por este Music-Hall me
han amado siempre... Yo soy el más rico de toda la provincia... ¡Es
natural que ellas me amen...!" Por tanto, como podemos sacar en claro del texto, cuando las compañías del Music-Hall acuden a la provincia, el hombre se dedica a intentar enamorarlas con sus encantos de burgués para poder pasar con ellas una noche agradable y de placer (empotrándoselas), para lo cual las entrega diversos regalos, las enloquece con sus viajes a Niza, o las deja impresionadas con sus enormes elefantes y focas.
2- ¿Cómo pretende conquistar a Paula? ¿Entiende que le rechace? ¿Por qué?
Como podemos observar en esta escena perteneciente a la obra de Miura, El Odioso Señor es un hombre incompasivo y sin cariño que emplea sus posesiones para obtener algo a cambio. Podemos observar como pretende conquistar a Paula a base de ofrecerla diversos regalos insignificantes (unas medias, unas ligas, bocadillos, bombones y una carraca) pero que simbolizan la unión entre ambos, pues su filosofía es que al compensarle con regalos, ella se va a ver obligada a mantener sexo con él. Veremos que finalmente no sucede así, pues a pesar de todos esos regalos, la muchacha no desea acostarse con el hombre, el cual se ve indignado ante tal situación. Como ya nos ha dejado claro en el diálogo él entiende que, al ser el hombre más rico de la provincia, todas las mujeres deberían hacer lo que el dijese, y aún más si a cambio las compra con regalos. Por tanto, el Odiosos Señor se queda estupefacto cuando observa que Paula le rechaza.
3- ¿Qué valores morales de la burguesía critica Mihura con este diálogo aparentemente tan absurdo?
Durante esta escena, podemos observar una clara crítica a la burguesía, pues vemos como parecen ser tremendamente generosos con las clases menos privilegiadas, mas observamos cómo todo lo hacen por interés, pues finalmente reclaman todo lo que te han regalado si no haces algo a cambio por ellos, algo que queda muy claro al final de esta escena. Asimismo, podemos ver como a través de este diálogo tremendamente absurdo (Mihura ha puesto lo mejor de su lenguaje humorístico llevando al máximo el humor del absurdo en frases como "¿Y
es de pasar por tantos túneles de lo que se ha quedado usted así de negro?
¡Ja, ja!", o "¿Se lleva usted el trigo a Niza?"), el autor nos ofrece la crítica con el nombre del personaje "El Odioso Señor", con lo que enfatiza aún más el repugnante carácter presente en todos los burgueses de la época. Podemos observar cómo el autor nos los describe como hombres sin escrúpulos, insensibles, y nada piadosos que emplean sus riquezas para mofarse del resto de mortales con adquisicones mucho menores que las suyas. Finalmente, queda clara la crítica al aspecto del dinero, al cual otorgan toda la importancia en sus vacías vidas.
(Entra por la izquierda EL ODIOSO SEÑOR.)
EL ODIOSO SEÑOR.
¡Hace demasiado calor en el otro cuarto! Todos están en
el otro cuarto... ¡Y han
bebido tanto, que alborotan como perros...!
BUBY. (Muy
amable. Muy dulce.) ¡Oh, señor! ¡Pero siéntese usted aquí!
(Junto a PAULA, en
el sofá.) Aquí el aire es mucho más puro... Aquí el aire es
tan despejado que, de cuando
en cuando, cruza un pajarillo cantando y las
mariposas van y vienen,
posándose en las flores de las cortinas.
EL ODIOSO SEÑOR, (sentándose
junto a PAULA.) ¿Por fin debutan ustedes
mañana?
PAULA. Sí.
Mañana debutamos...
EL ODIOSO SEÑOR. Iré
a verlos, para reírme un rato... Yo tengo abonado un
proscenio... Siempre lo tengo
abonado y veo siempre a las chiquitas que
trabajan por aquí... Yo soy
el señor más rico de toda la provincia...
BUBY. Ser
rico... debe ser hermoso, ¿verdad...?
EL ODIOSO SEÑOR. (Orgulloso.
Odioso.) Sí. Se pasa muy bien... Uno tiene
fincas... Y tiene estanques,
con peces dentro... Uno come bien... Pollos, sobre
todo... Y langosta... Uno
también bebe buenos vinos... Mis campos están llenos
de trigo...
PAULA.
Pero ¿y por qué tiene usted tanto trigo en el campo?
EL ODIOSO SEÑOR.
Algo hay que tener en el campo, señorita. Para eso están.
Y se suele tener trigo porque
tenerlo en casa es muy molesto...
BUBY. Y,
claro..., siendo tan rico..., ¡las mujeres le amarán siempre...!
EL ODIOSO SEÑOR. Sí.
Ellas siempre me aman... Todas las chiquitas que han
pasado por este Music-Hall me
han amado siempre... Yo soy el más rico de
toda la provincia... ¡Es
natural que ellas me amen...!
BUBY. Es
claro... Las pobres chicas aman siempre a los señores educados...
Ellas están tan tristes...
Ellas necesitan el cariño de un hombre como usted...
Por ejemplo, Paula. La linda
Paula se aburre... Ella, esta noche, no encuentra a
ningún buen amigo que le diga
palabras agradables... Palabritas dulces de
enamorado... Ellas siempre
están entre gente como nosotros, que no tenemos
campos y que viajamos
constantemente, de un lado para otro, pasando por
todos los túneles de la
Tierra.
EL ODIOSO SEÑOR. ¿Y
es de pasar por tantos túneles de lo que se ha
quedado usted así de negro?
¡Ja, ja!
(Se ríe exageradamente de su
gracia.)
BUBY. (Como
fijándose de pronto en una mariposa imaginaria y como
queriéndola coger.) ¡Silencio!
¡Oh! ¡Una linda mariposa! ¡Qué bellos colores
tiene! ¡Silencio! ¡Ahora se
va por allí...! (Por la puerta de la izquierda, en la
que él ya está preparando el
mutis.) ¡Voy a cerrar la puerta, y dentro la
cogeré! ¡No quiero que se me
escape! ¡Con su permiso, señor!
(BUBY se ha
ido, dejando la puerta cerrada. El señor se acerca más a
PAULA. Hay
una pequeña pausa, violenta, en la que el señor no sabe cómo
iniciar la conversación. De
pronto.)
EL ODIOSO SEÑOR. ¿De
qué color tiene usted las ligas, señorita?
PAULA.
Azules.
EL ODIOSO SEÑOR.
¿Azul claro o azul oscuro?
PAULA.
Azul oscuro.
EL ODIOSO SEÑOR. (Sacando
un par de ligas de un bolsillo.) ¿Me permite
usted que le regale un par de
azul claro? El elástico es del mejor
(Las estira y se las da.)
PAULA. (Tomándolas.)
Muchas gracias. ¿Para qué se ha molestado?
EL ODIOSO SEÑOR. No
vale la pena. En casa tengo más...
PAULA.
¿Usted vive en esta población?
EL ODIOSO SEÑOR. Sí.
Pero todos los años me voy a Niza.
PAULA. ¿Y
se lleva usted el trigo o lo deja aquí?
EL ODIOSO SEÑOR.
¡Oh, no! El trigo lo dejo en el campo... Yo pago a unos
hombres para que me lo
guarden y me voy tranquilo a Niza... ¡En coche-cama,
desde luego!
PAULA. ¿No
tiene usted automóvil?
EL ODIOSO SEÑOR. Sí.
Tengo tres... Pero a mí no me gustan los automóviles,
porque me molesta eso de que
vayan siempre las ruedas dando vueltas... Es
monótono... (De pronto.) ¿Qué
número usa usted de medias?
PAULA. El
seis.
EL ODIOSO SEÑOR. (Saca
de un bolsillo un par de medias, sin liar ni nada, y
se las regala.) ¡Seda
pura! ¡Tire usted!
PAULA. No.
No hace falta.
EL ODIOSO SEÑOR.
Para que usted vea.
(Las coge y las estira.
Tanto, que las medias se parten por la mitad.)
PAULA.
¡Oh, se han roto!
EL ODIOSO SEÑOR. No
importa. Aquí llevo otro par.
(Tira las rotas al suelo.
Saca otro par de un bolsillo y se las regala.)
PAULA.
Muchas gracias.
EL ODIOSO SEÑOR. No
vale la pena...
PAULA.
¿Entonces, todos los años se va usted a Niza?
EL ODIOSO SEÑOR.
Todos los años, señorita... Allí tengo una finca, y lo paso
muy bien viendo ordeñar a las
vacas. Tengo cien. ¿A usted le gustan las
vacas?
PAULA. Me
gustan más los elefantes.
EL ODIOSO SEÑOR. Yo,
en la India, tengo cuatrocientos... Por cierto que
ahora les he puesto trompa y
todo. Me he gastado un dineral... (De pronto.)
Perdón, señorita; se me
olvidaba ofrecerle un ramo de flores.
(Saca del bolsillo interior
de la americana un ramo de flores y se lo
regala.)
PAULA. (Aceptándolo.)
Encantada.
EL ODIOSO SEÑOR. No
vale la pena... Son de trapo.. Ahora, que el trapo es
del mejor...
(Y se acerca a PAULA.)
PAULA. ¿Es
usted casado?
EL ODIOSO SEÑOR. Sí.
Claro. Todos los señores somos casados. Los
caballeros se casan
siempre... Por cierto que mañana, precisamente, tengo
que asistir a una boda... Se
casa la hija de un amigo de mi señora y no tengo
más remedio que ir...
PAULA.
¿Una boda por amor?
EL ODIOSO SEÑOR. Sí.
Creo que los dos están muy enamorados. Yo iré a la
boda, pero en seguida me iré
a Niza...
PAULA.
¡Cómo me gustaría a mí también ir a Niza!
EL ODIOSO SEÑOR. Mi
finca de allá es hermosa. Tengo una gran piscina, en la
que me doy cinco o seis baños
diarios... ¿Usted también se baña con
frecuencia, señorita?
PAULA. (Muy
ingenua.) Sí. Pero claro está que no tanto como su tía de
usted...
EL ODIOSO SEÑOR. (Algo
desconcertado.) ¡Claro! (Y saca del bolsillo una
bolsa de bombones.) ¿Unos
bombones, señorita? Para usted la bolsa...
PAULA. (Aceptándolos.)
Muchas gracias.
EL ODIOSO SEÑOR. Por
Dios... ¿Y qué echa usted en el agua del baño?
PAULA. «Papillons de Printemps». ¡Es un perfume lindo!
EL ODIOSO SEÑOR. Yo
echo focas. Estoy tan acostumbrado a bañarme en
Noruega, que no puedo
habituarme a estar en el agua sin tener un par de
focas junto a mí. (Fijándose
en PAULA, que no come bombones.) Pero ¿no toma
usted bombones? (Saca un
bocadillo del bolsillo.) ¿Quiere usted este bocadillo
de jamón?
PAULA. No
tengo apetito.
EL ODIOSO SEÑOR. (Sacando
otro bocadillo de otro bolsillo.) ¿Es que lo
prefiere de caviar?
PAULA. No.
De verdad. No quiero nada.
EL ODIOSO SEÑOR. (Volviendo
a guardárselos.) Es una lástima. En fin,
señorita... Acercándose
más a ella.) ¿Me permite que le dé un
beso? Después
de esta conversación tan
agradable, se ve que hemos nacido el uno para el
otro...
PAULA. (Desviándose.)
No.
EL ODIOSO SEÑOR. (Extrañado.)
¿Aún no? (Y entonces de otro bolsillo, saca
una carraca.) Con
su permiso, me voy a tomar la libertad de regalarle esto. No
vale nada, pero es
entretenido...
PAULA. (Cogiendo la
carraca y dejándola sobre el sofá.) Muchas gracias.
EL ODIOSO SEÑOR. Y
ahora, ¿la puedo dar un beso?
PAULA. No.
EL ODIOSO SEÑOR.
Pues lo siento mucho, pero no tengo más regalos en los
bolsillos... Ahora que, si
quiere usted, puedo ir a mi casa por más...
PAULA. (Fingiendo
mucha melancolía.) No. No se moleste.
EL ODIOSO SEÑOR.
Parece que está usted triste... ¿Qué le pasa a usted?
PAULA. Sí.
Estoy triste. Estoy horriblemente triste...
EL ODIOSO SEÑOR.
¿Acaso he cometido alguna incorrección, señorita?
PAULA. No.
Estoy muy triste porque me pasa una cosa tremenda... ¡Soy
muy desgraciada!
EL ODIOSO SEÑOR.
Todo tiene arreglo en la vida, nenita...
PAULA. No.
Esto no tiene arreglo. ¡No puede tener arreglo!
EL ODIOSO SEÑOR. ¿Es
que se le han roto a usted algunos zapatos?
PAULA. Me
ha pasado otra cosa más terrible. ¡Soy muy desgraciada!
EL ODIOSO SEÑOR.
Vamos, señorita. Cuénteme lo que le sucede...
PAULA.
Figúrese usted que nosotros hemos llegado aquí esta tarde, de
viaje... Y yo llevaba una
cartera y dentro llevaba unos cuantos ahorros... Unos
cuantos billetes... Y ha
debido ser en el tren... Sin duda, mientras dormía... El
caso es que, al despertar, no
encontré la cartera por ninguna parte... Figúrese
usted mi disgusto... Ese
dinero me hacía falta para comprarme un abrigo... Y
ahora todo lo he perdido.
¡Soy muy desgraciada!
EL ODIOSO SEÑOR. (Ya
en guardia.) Vaya, vaya... ¿Y dice usted que la perdió
en el tren?
PAULA. Sí.
En el tren.
EL ODIOSO SEÑOR. ¿Y
miró usted bien por el departamento?
PAULA. Sí.
Y por los pasillos.
EL ODIOSO SEÑOR.
¿Miró también en la locomotora?
PAULA. Sí.
También miré en la locomotora... (Pausa.)
EL ODIOSO SEÑOR. ¿Y
cuánto dinero llevaba usted en la cartera?
PAULA.
Cuatro billetes.
EL ODIOSO SEÑOR.
¿Pequeños?
PAULA.
Medianos.
EL ODIOSO SEÑOR.
¡Vaya! ¡Vaya! ¡Cuatro billetes!
PAULA.
¡Estoy muy disgustada, caballero...!
EL ODIOSO SEÑOR. (Ya
dispuesto a todo.) ¿Y dice usted que son cuatro
billetes?
PAULA. Sí.
Cuatro billetes.
EL ODIOSO SEÑOR. (Sonriendo
pícaro.) Uno va todos los años a Niza y
conoce estas cosas, señorita...
¡Claro que si usted fuese cariñosa!... Aunque
hay que tener en cuenta que
ya le he hecho varios regalos...
PAULA. No
entiendo lo que quiere usted decir... Habla usted de una
forma...
EL ODIOSO SEÑOR. (Sacando
un billete de la cartera, y muy tunante.) ¿Para
quién va a ser este
billetito?
PAULA. No
se moleste, caballero... Es posible que aún la encuentre...
EL ODIOSO SEÑOR. (Colocándole
el billete en la mano.) Tómelo. Si la
encuentra ya me lo
devolverá... Y ahora.... ¿Me permite usted que le dé un
beso?
PAULA. (Apartándose
aún.) ¡Tengo un disgusto tan grande! Porque figúrese
que no es un billete
solamente... Son cuatro...
EL ODIOSO SEÑOR. (Sacando
nuevamente la cartera y de ella otros tres
billetes.) Vaya,
vaya... (Muy mimoso.) ¿Para quién van a ser estos billetitos?
PAULA. (Tomándolos,
y ya cariñosa.) ¡Qué simpático es usted! (Y él le da
un beso. Después se levanta y
echa los pestillos de las puertas. PAULA se
pone
en guardia.) ¿Qué
ha hecho usted?
EL ODIOSO SEÑOR. He
cerrado las puertas...
PAULA. (Levantándose.)
¿Para qué?
EL ODIOSO SEÑOR.
Para que no puedan entrar ni los pájaros ni las
mariposas... (Va hacia
ella y la abraza. Ya ha perdido toda su falsa educación.
Ya quiere cobrarse su dinero
lo antes posible.) ¡Eres muy bonita!
PAULA. (Enfadada.)
¡Abra usted las puertas!
EL ODIOSO SEÑOR.
Luego abriremos las puertas, ¿verdad? ¡Siempre hay
tiempo para abrir las
puertas!...
PAULA. (Ya
indignada e intentando zafarse de los brazos de EL
ODIOSO
SEÑOR.)
¡Déjeme usted! ¡Usted no tiene derecho a esto! ¡Abra usted las
puertas!
EL ODIOSO SEÑOR. Yo
no gasto mi dinero en balde, nenita...
PAULA. (Furiosa.)
¡Yo no le he pedido a usted ese dinero! ¡Usted me lo ha
dado! ¡Déjeme usted! ¡Fuera
de aquí! ¡Largo! ¡Voy a gritar!
EL ODIOSO SEÑOR. Le
he dado a usted cuatro billetes... Usted tiene que ser
buena conmigo... Eres
demasiado bonita para que te deje...
PAULA. ¡Yo
no se los he pedido! ¡Déjeme ya! (Gritando.) ¡Buby! ¡Buby!
(El señor, brutote, brutote,
insiste en abrazarla. Pero BUBY ha abierto la
puerta de la izquierda y
contempla la escena, frío, frío. El señor le ve y,
sudoroso, descompuesto, fuera
de sí, se dirige amenazador a PAULA.)
EL ODIOSO SEÑOR.
¡Devuélvame ese dinero! ¡Pronto! ¡Devuélvame ese
dinero! ¡Canallas!
PAULA. (Tirándole
el dinero, que el señor recoge.) ¡Ahí va su dinero!
EL ODIOSO SEÑOR.
¡Devuélvame las medias!
PAULA. (Tirándole
las medias.) ¡Ahí van sus medias!
EL ODIOSO SEÑOR.
¡Devuélvame las flores!
PAULA. (Tirándoselas.)
¡Ahí van las flores!
EL ODIOSO SEÑOR.
¡Canallas! ¿Qué os habíais creído? (Va acercándose a la
puerta del foro y la abre.) ¿Pensabais
engañarme entre los dos? ¡A mí! ¡A mí!
¡Canallas!
(Y hace mutis.)
TEXTO 4
2- ¿Cuáles son las verdaderas aspiraciones de Paula en la vida? ¿A diferencia de Buby, es ella una auténtica bohemia? ¿Por qué?
1- ¿Por qué Paula está en contra del matrimonio: qué valores representa para ella el matrimonio?
Como podemos observar en esta otra escena, Paula no desea casarse, pues prefiere permanecer en una simple relación de amigos (con derecho a roce). Esto podemos observarlo en sus propias palabras: "¡No debes tener novia! ¿Para qué quieres tener
novia? Es mejor que tengas
sólo una amiga buena, como yo... Se pasa mejor... Yo no quiero tener novio...
porque yo no me quiero casar. ¡Casarse es ridículo! ¡Tan tiesos! ¡Tan pálidos!
¡Tan bobos! Qué risa, ¿verdad...?". Así, Paula es partidaria a la libertad que otorga la soltería, puesto que ella rechaza los convencionalismos sociales, tal como una auténtica bohemia. Por ello, ante la importancia que la burguesía otorga al matrimonio, Paula prefiere permanecer soltera, libre y feliz, pues para ella tanto el amor como la vida deben fluir sin ataduras, ser espontáneos y tienen que traer sorpresas que los llenen de incertidumbre y deseo. Por tanto, ella no quiere verse envuelta en la rutina monótona y aburrida que el matrimonio otorga a largo plazo, ni quiere estar siemrpe atada a una misma persona.
2- ¿Cuáles son las verdaderas aspiraciones de Paula en la vida? ¿A diferencia de Buby, es ella una auténtica bohemia? ¿Por qué?
Como hemos podido observar en esta escena junto con lo que ya he explicado en la pregunta anterior, Paula desea llevar una vida libre, dichosa y entretenida, alejada de los convencionalismos sociales que hacen de la vida burguesa tan aburrida y vacía. Es, por tanto, una auténtica bohemia. Recordemos que el término bohemio ya lo hemos estudiado en blogs anteriores, y que es el tema fundamental de una obra también vista ("Luces de Bohemia"). Así, un bohemio es aquella persona inconformista, libre y no convencional, tal y como lo es Paula. Vemos como ella es el único personaje auténticamente bohemio de la obra, pues rechaza las
exigencias de Buby y, frente a la defensa burguesa del matrimonio y todo lo que
ello conlleva (rutina y aburrimiento), es partidaria de la libertad de la
soltería, ajena a la codicia que el dinero produce en los burgueses como Buby.
Pausa. DIONISIO, al oír la palabra «mañana», pierde de pronto su alegría y
su
entusiasmo por los juegos junto al mar.)
DIONISIO. ¿Mañana...?
PAULA. ¡Mañana!
DIONISIO. No.
PAULA. ¿Por qué?
DIONISIO. Porque no puedo.
PAULA. ¿Tienes que ensayar?
DIONISIO. No.
PAULA. Entonces, entonces, ¿qué tienes que hacer?
DIONISIO. Tengo... que hacer.
PAULA. ¡Lo dejas para otro día! ¡Hay muchos días! ¡Qué más
da! ¿Es muy
importante
lo que tienes que hacer...?
DIONISIO. Sí.
PAULA. ¿Negocio?
DIONISIO. Negocio.
(Pausa.)
PAULA. (De pronto.) Novia no tendrás tú, ¿verdad...?
DIONISIO. No; novia, no.
PAULA. ¡No debes tener novia! ¿Para qué quieres tener
novia? Es mejor que
tengas
sólo una amiga buena, como yo... Se pasa mejor... Yo no quiero tener
novio...
porque yo no me quiero casar. ¡Casarse es ridículo! ¡Tan tiesos! ¡Tan
pálidos!
¡Tan bobos! Qué risa, ¿verdad...? ¿Tú piensas casarte alguna vez?
DIONISIO. Regular.
PAULA. No te cases nunca... Estás mejor así... Así estás
más guapo... Si tú
te
casas, serás desgraciado... Y engordarás bajo la pantalla del comedor... Y,
además,
ya nosotros no podremos ser amigos más... ¡Mañana iremos a la
playa
a comer cangrejos! Y pasado mañana tú te levantarás temprano y yo
también...
Nos citaremos abajo y nos iremos en seguida al puerto y
alquilaremos
una barca... ¡Una barca sin barquero! Y nos llevamos el bañador
y nos
bañamos lejos de la playa, donde no se haga pie... ¿Tú sabes nadar...?
DIONISIO. Sí. Nado muy bien...
PAULA. Más nado yo. Yo resisto mucho. Ya lo verás...
DIONISIO. Yo sé hacer el muerto y bucear...
PAULA. Yo hago la carpa... y, desde el trampolín, sé hacer
el ángel...
DIONISIO. Y yo cojo del fondo diez céntimos con la boca...
PAULA. ¡Oh! ¡Qué bien! ¡Qué gran día mañana! ¡Y pasado! ¡Ya
verás,
Dionisio,
ya verás! ¡Nos tostaremos al sol!
TEXTO 5
1- ¿A qué grupo social representa don Sacramento?
Como
podemos ver en esta escena, Don Sacramento es el padre de la novia de
Dionisio. Es un hombre decente, con unos principios muy arraigados en lo
que es la decencia. Pertenece a la burguesía y representa el "padre de
familia", la religión como lo indica su nombre, la autoridad y la
crueldad. No muestra signo de sensibilidad, ni compasión, y es
totalmente despectivo con los bohemios, siendo muy riguroso con las
normas a seguir de las personas decentes. Asimismo, tiene un nombre
alegórico e irónico.
2- Haz un listado de todas las cosas que, según don Sacramento, se pueden y no se pueden hacer para no ser un bohemio. ¿Qué critica Mihura a través de las absurdas imposiciones de don Sacramento?
Como se puede observar el principio de esta escena, Don Sacramento tacha de bohemio a Dionisio en numerosas ocasiones, por lo que me dispongo a elaborar un lista con las cosas que las personas decentes deben de hacer (cosas que las que no lo hacen son bohemias), las cuales son:
1-
Según Don Sacramento, las personas decentes no salen por la noche a
pasear, pues sólo los bohemios salen a pasear de noche por las calles.
2-
Asimimso, Dionisio debió ponerse dos ruedas de patata en las sienes
para el dolor de cabeza, pues las personas decentes deben llevar siempre
patatas para el dolor y tafetán para las heridas en los bolsillos.
3- Las personas decentes no pueden ser tan desordenadas en el vivir. Deben de ser muy ordenadas.
4- Las personas decentes están en sus casas y no en hoteles, y reciben a sus visitas en el gabinete azul, en donde hay muebles dorados y antiguos retratos de familia. Sólo los asesinos o los monederos falsos son los que no tienen cuadros en las paredes.
5- Dionisio debió poner el retrato de su abuelo con el uniforme maestrante o el de tenedor de libros, pues las personas honradas se tienen que retratar de uniforme, sean tenedores de libros o sean lo que sean.
3- Las personas decentes no pueden ser tan desordenadas en el vivir. Deben de ser muy ordenadas.
4- Las personas decentes están en sus casas y no en hoteles, y reciben a sus visitas en el gabinete azul, en donde hay muebles dorados y antiguos retratos de familia. Sólo los asesinos o los monederos falsos son los que no tienen cuadros en las paredes.
5- Dionisio debió poner el retrato de su abuelo con el uniforme maestrante o el de tenedor de libros, pues las personas honradas se tienen que retratar de uniforme, sean tenedores de libros o sean lo que sean.
6-
Las perosnas decentes deben poner también el retrato de un niño en
traje de primera comunión. Da lo mismo que niño, uno cualquiera, con tal de que haya uno.
7-
Las personas decentes también deben poner cromos. Los cromos son
preciosos. En todas las casas hay cromos. Podría haber puesto a «Romeo y
Julieta hablando por el balcón de su jardín», «Jesús orando en el
Huerto de los Olivos», «Napoleón Bonaparte, en su destierro de la isla
de Santa Elena».
8-
Dionisio tendrá que levantarse a las seis y cuarto para desayunar a las
seis y media un huevo frito con pan, pues a las personas honorables les
tienen que gustar los huevos fritos. Sólo los bohemios toman café con
leche y pan con manteca.
9- Las personas decentes cenan a las siete, y después de la cena, los jueves y los domingos, hacen una pequeña juerga.
10- Al ser su casa una vivienda honrada, su hija tocará los domingos el piano.
11- Las personas honradas solo reciben visitas de personas honradas.
12- Las personas decentes no tienen cadáveres ni conejos ni gallinas en su habitación.
Por tanto, como podemos ver con todas estas absurdas imposiciones, Mihura pretende destacar y criticar el riguroso orden que se ciñe sobre las familias burguesas, además del estricto seguimiento de los convencionalismos sociales que suprimen la libertad o la personalidad de cada uno de ellos (podemos ver como dionisio no puede tomar manteca, que es lo que le gusta, dado que los auténticos hombres decentes y honorables toman huevos fritos). Por tanto, se observa aquí ese modelo burgués atado a las normas y carente de libertades en el que Paula se ha dado cuenta que no quiere vivir al que Dionisio, poco a poco, comienza a gustarle.
La misma decoración. Continúa la acción del segundo acto, un minuto
después en que éste quedó interrumpido.
(DIONISIO acaba
de ocultar el cuerpo de PAULA tras de la cama y el biombo,
mientras
sigue llamando DON SACRAMENTO. DIONISIO, una vez asegurado que
PAULA
está bien oculta, va a abrir.)
DON
SACRAMENTO. (Dentro.) ¡Dionisio! ¡Dionisio!
¡Abra! ¡Soy yo! ¡Soy don
Sacramento!
¡Soy don Sacramento! ¡Soy don Sacramento!...
DIONISIO. Sí... Ya voy... (Abre. Entra DON SACRAMENTO, con
levita, sombrero
de
copa y un paraguas.) ¡Don Sacramento!
DON
SACRAMENTO. ¡Caballero! ¡Mi niña está triste! Mi niña,
cien veces llamó
por
teléfono, sin que usted contestase a sus llamadas. La niña está triste y la
niña
llora. La niña pensó que usted se había muerto. La niña está pálida... ¿Por
qué
martiriza usted a mi pobre niña?...
DIONISIO. Yo salí a la calle, don Sacramento... Me dolía la
cabeza... No
podía
dormir... Salí a pasear bajo la lluvia. Y en la misma calle, di dos o tres
vueltas...
Por eso yo no oí que ella me llamaba... ¡Pobre Margarita!... ¡Cómo
habrá
sufrido!
DON
SACRAMENTO. La niña está triste. La niña está triste y
la niña llora. La
niña
está pálida. ¿Por qué martiriza usted a mi pobre niña?...
DIONISIO. Don Sacramento... Ya se lo he dicho... Yo salí a la
calle... No
podía
dormir.
DON
SACRAMENTO. La niña se desmayó en el sofá malva de la
sala rosa...
¡Ella
creyó que usted se había muerto! ¿Por qué salió usted a la calle a pasear
bajo
la lluvia?...
DIONISIO. Me dolía la cabeza, don Sacramento...
DON
SACRAMENTO. ¡Las personas decentes no salen por la noche
a pasear
bajo
la lluvia...! ¡Usted es un bohemio, caballero!
DIONISIO. No, señor.
DON
SACRAMENTO. ¡Sí! ¡Usted es un bohemio, caballero! ¡Sólo
los bohemios
salen
a pasear de noche por las calles!
DIONISIO. ¡Pero es que me dolía mucho la cabeza!
DON
SACRAMENTO. Usted debió ponerse dos ruedas de patata en
las sienes...
DIONISIO. Yo no tenía patatas...
DON
SACRAMENTO. Las personas decentes deben llevar siempre
patatas en
los
bolsillos, caballero... Y también deben llevar tafetán para las heridas...
Juraría
que usted no lleva tafetán...
DIONISIO. No, señor.
DON
SACRAMENTO. ¿Lo está usted viendo? ¡Usted es un bohemio,
caballero!...
Cuando usted se case con la niña, usted no podrá ser tan
desordenado
en el vivir. ¿Por qué está así este cuarto? ¿Por qué hay lana de
colchón
en el suelo? ¿Por qué hay papeles? ¿Por qué hay latas de sardinas
vacías?
(Cogiendo la carraca que estaba en el sofá.) ¿Qué hace aquí esta
carraca?
(Y se
queda con ella, distraído, en la mano. Y, de cuando en cuando, la
hará
sonar mientras habla.)
DIONISIO. Los cuartos de los hoteles modestos son así... Y
éste es un
hotel
modesto... ¡Usted lo comprenderá, don Sacramento!...
DON
SACRAMENTO. Yo no comprendo nada. Yo no he estado nunca
en ningún
hotel.
En los hoteles sólo están los grandes estafadores europeos y las
vampiresas
internacionales. Las personas decentes están en sus casas y
reciben
a sus visitas en el gabinete azul, en donde hay muebles dorados y
antiguos
retratos de familia... ¿Por qué no ha puesto usted en este cuarto los
retratos
de su familia, caballero?
DIONISIO. Yo sólo pienso estar aquí esta noche...
DON
SACRAMENTO. ¡No importa, caballero! Usted debió poner
cuadros en las
paredes.
Sólo los asesinos o los monederos falsos son los que no tienen
cuadros
en las paredes... Usted debió poner el retrato de su abuelo con el
uniforme
de maestrante...
DIONISIO. Él no era maestrante... El era tenedor de libros...
DON
SACRAMENTO. ¡Pues con el uniforme de tenedor de libros!
¡Las personas
honradas
se tienen que retratar de uniforme, sean tenedores de libros o sean
lo
que sean! ¡Usted debió poner también el retrato de un niño en traje de
primera
comunión!
DIONISIO. Pero ¿qué niño iba a poner?
DON
SACRAMENTO. ¡Eso no importa! ¡Da lo mismo! Un niño. ¡Un
niño
cualquiera!
¡Hay muchos niños! ¡El mundo está lleno de niños de primera
comunión!...
Y también debió usted poner cromos... ¿Por qué no ha puesto
usted
cromos? ¡Los cromos son preciosos! ¡En todas las casas hay cromos!
«Romeo
y Julieta hablando por el balcón de su jardín», «Jesús orando en el
Huerto
de los Olivos», «Napoleón Bonaparte, en su destierro de la isla de
Santa
Elena»... (En otro tono, con admiración.) Qué gran hombre Napoleón,
¿verdad?
DIONISIO. Sí. Era muy belicoso... ¿Era ese que llevaba siempre
así la
mano?
(Se mete
la mano en el pecho.)
DON
SACRAMENTO. (Imitando la postura.) Efectivamente,
llevaba siempre así
la
mano...
DIONISIO. Debía de ser muy difícil!, ¿verdad?
DON
SACRAMENTO. (Con los ojos en blanco.) ¡Sólo un
hombre como él podía
llevar
siempre así la mano!...
DIONISIO. (Poniéndose la otra mano en la espalda.) Y la
otra la llevaba
así...
DON
SACRAMENTO. (Haciendo lo mismo.) Efectivamente,
así la llevaba.
DIONISIO. ¡Qué hombre!
DON
SACRAMENTO. ¡Napoleón Bonaparte!... (Pausa
admirativa, haciendo los
dos
de Napoleón. Después, DON SACRAMENTO sigue hablando en el mismo tono
anterior.)
Usted tendrá que ser ordenado... ¡Usted vivirá
en mi casa, y mi casa
es
una casa honrada! ¡Usted no podrá salir por las noches a pasear bajo la
lluvia!
Usted, además, tendrá que levantarse a las seis y cuarto para
desayunar
a las seis y media un huevo frito con pan...
DIONISIO. A mí no me gustan los huevos fritos...
DON
SACRAMENTO. ¡A las personas honorables les tienen que
gustar los
huevos
fritos, señor mío! Toda mi familia ha tomado siempre huevos fritos
para
desayunar... Sólo los bohemios toman café con leche y pan con manteca.
DIONISIO. Pero es que a mí me gustan más pasados por agua...
¿No me los
podían
ustedes hacer a mí pasados por agua...?
DON
SACRAMENTO. No sé. No sé. Eso lo tendremos que consultar
con mi
señora.
Si ella lo permite, yo no pondré inconveniente alguno. ¡Pero le advierto
a
usted que mi señora no tolera caprichos con la comida!...
DIONISIO. (Ya casi llorando.) ¡Pero yo qué le voy a
hacer si me gustan más
pasados
por agua, hombre!
DON
SACRAMENTO. Nada de cines, ¿eh?... Nada de teatros. Nada
de
bohemia...
A las siete, la cena... Y después de la cena, los jueves y los
domingos,
haremos una pequeña juerga. (Picaresco.) Porque también el
espíritu
necesita expansionarse, ¡qué diablo! (En este momento se le
descompone
la carraca, que estaba tocando. Y se queda muy preocupado.) ¡Se
ha
descompuesto!...
DIONISIO. (Como en el acto anterior Paula, él la coge y
se la arregla.) Es
así.
(Y se
la vuelve a dar a DON SACRAMENTO que, muy contento, la toca de
cuando
en cuando.)
DON
SACRAMENTO. La niña los domingos, tocará el piano,
Dionisio... Tocará
el
piano, y quizá, quizá, si estamos en vena, quizá recibamos alguna visita..
Personas
honradas, desde luego... Por ejemplo, haré que vaya el señor
Smith...
Usted se hará en seguida amigo suyo y pasará charlando con él muy
buenos
ratos... El señor Smith es una persona muy conocida... Su retrato ha
aparecido
en todos los periódicos del mundo... ¡Es el centenario más famoso
de la
población! Acaba de cumplir ciento veinte años y aún conserva cinco
dientes...
¡Usted se pasará hablando con él toda la noche!... Y también irá su
señora...
DIONISIO. ¿Y cuántos dientes tiene su señora?
DON
SACRAMENTO. ¡Oh, ella no tiene ninguno! Los perdió todos
cuando se
cayó
por aquella escalera y quedó paralítica para toda su vida, sin poderse
levantar
de su sillón de ruedas... ¡Usted pasará grandes ratos charlando con
este
matrimonio encantador!
DIONISIO. Pero ¿y si se me mueren cuando estoy hablando con
ellos? ¿Qué
hago
yo, Dios mío?
DON
SACRAMENTO. ¡Los centenarios no se mueren nunca!
¡Entonces no
tendrían
ningún mérito, caballero!... (Pausa. DON
SACRAMENTO hace un gesto, de
olfatear.)
Pero... ¿a qué huele en este cuarto?... Desde
que estoy aquí noto yo
un
olor extraño... Es un raro olor... ¡Y no es nada agradable este olor!...
DIONISIO. Se habrán dejado abierta la puerta de la cocina...
DON
SACRAMENTO. (Siempre olfateando.) No. No es
eso... Es como si un
cuerpo
humano se estuviese descomponiendo...
DIONISIO. (Aterrado. Aparte.) ¡Dios mío! ¡Ella se ha
muerto!...
DON
SACRAMENTO. ¿Qué olor es éste, caballero? ¡En este
cuarto hay un
cadáver!
¿Por qué tiene usted cadáveres en su cuarto? ¿Es que los bohemios
tienen
cadáveres en su habitación?...
DIONISIO. En los hoteles modestos siempre hay cadáveres...
DON
SACRAMENTO. (Buscando.) ¡Es por aquí! Por aquí
debajo. (Levanta la
colcha
de la cama y descubre los conejos que tiró EL CAZADOR. Los coge.) ¡Oh,
aquí
está! ¡Dos conejos muertos! ¡Es esto lo que olía de este modo!... ¿Por qué
tiene
usted dos conejos debajo de su cama? En mi casa no podrá usted tener
conejos
en su habitación... Tampoco podrá usted tener gallinas... ¡Todo lo
estropean!...
DIONISIO. Estos no son conejos. Son ratones...
DON
SACRAMENTO. ¿Son ratones?
DIONISIO. Sí, señor. Son ratones. Aquí hay muchos...
DON
SACRAMENTO. Yo nunca he visto unos ratones tan
grandes...
DIONISIO. Es que como éste es un hotel pobre, los ratones son
así... En los
hoteles
más lujosos, los ratones son mucho más pequeños... Pasa igual que
con
las barritas de Viena...
DON
SACRAMENTO. ¿Y los ha matado usted?
DIONISIO. Sí. Los he matado yo con una escopeta. El dueño le
da a cada
huésped
una escopeta para que mate los ratones...
DON
SACRAMENTO. (Mirando una etiqueta del conejo.) Y
estos números que
tienen
al cuello, que significan? Aquí pone 3,50...
DIONISIO. No es 3,50. Es 350. Como hay tantos, el dueño los
tiene
numerados,
para organizar concursos. Y al huésped que, por ejemplo, mate el
número
14, le regala un mantón de Manila o una plancha eléctrica...
DON
SACRAMENTO. ¡Qué lástima que no le haya a usted tocado
el mantón!
¡Podríamos
ir a la verbena!... ¿Y qué piensa usted hacer con estos ratones?...
DIONISIO. No lo he pensado todavía... Si quiere usted se los
regalo...
DON
SACRAMENTO. ¿A usted no le hacen falta?
DIONISIO. No. Yo ya tengo muchos. Se los envolveré en un
papel.
(Coge
un papel que hay en cualquier parte y se los envuelve. Después se
los
da.)
DON
SACRAMENTO. Muchas gracias, Dionisio. Yo se los llevaré
a mis
sobrinitos
para que jueguen... ¡Ellos recibirán una gran alegría!... Y ahora,
adiós,
Dionisio. Voy a consolar a la niña, que aún estará desmayada en el sofá
malva
de la sala rosa... (Mira el reloj.) Son las seis cuarenta y tres. Dentro
de
un
rato, el coche vendrá a buscarle para ir a la iglesia. Esté preparado... ¡Qué
emoción!
¡Dentro de unas horas usted será esposo de mi Margarita!...
DIONISIO. Pero ¿le dirá usted a su señora que a mí me gustan
más los
huevos
pasados por agua?
DON
SACRAMENTO. Sí. Se lo diré. Pero no me entretenga. ¡Oh,
Dionisio! Ya
estoy
deseando llegar a casa para regalarles esto a mis sobrinitos... ¡Cómo van
a
llorar de alegría los pobres pequeños niños!
DIONISIO. ¿Y también les va usted a regalar la carraca?
DON
SACRAMENTO. ¡Oh, no! ¡La carraca es para mí!
(Y se
va por la puerta del foro. PAULA asoma la cabeza por detrás de la
cama
y mira a DIONISIO tristemente. DIONISIO, que ha ido a cerrar la puerta,
al volverse,
la ve.)
TEXTO 6
1- ¿De qué se ha dado cuenta Dionisio esa noche? ¿Qué diferencias hay entre Paula y Margarita?
Como podemos observar en esta escena perteneciente al final de la obra de Mihura, Dionisio ha comprendido que su verdadero espíritu no es burgués, sino bohemio. El muchacho ha discernido que la vida burguesa es monótona, triste y vacía, todo lo contrario que la bohemia, que te permite volar sin ataduras con total libertad en tí mismo. Es, por tanto, este último modelo el que Dionisio desea para su futuro, y ha vislumbrado que quiere pasarlo con Paula, puesto que ya no desea casarse con Margarita. Como ya sabemos, aquella no es una muchacha rica que le haga palpitar el corazón o sentir mariposas en el estómago cada vez que la ve, mas es la
alegría, la belleza, la imaginación y el rechazo de los convencionalismos
sociales, la persona con la que más desea y gusta pasar el tiempo libre, con la que más cosas tiene en común, y con la que quiere ser feliz el resto de su vida. Además, observamos en la última frase cómo Dionisio está dispuesto a convertirse al mundo del espectáculo con tal de seguir y estar cerca de Paula: "¡Yo soy un terrible bohemio!
Y lo más gracioso es que yo no lo he sabido hasta esta noche que viniste
tú... y que vino el negro..., y que vino la mujer barbuda... Pero yo no me
caso, Paula. Yo me marcharé contigo y aprenderé a hacer juegos malabares
con tres sombreros de copa..."
Así, vemos como Dionisio
y Paula son los únicos personajes que sufren una
transformación en sus caracteres. Paula pasa de ser una
bailarina que emplea métodos de chantaje para conseguir dinero
a ser una mujer tierna, capaz de soñar con un mundo idílico; y, por otro lado, Dionisio, hombre tímido y sin voluntad, puede ser capaz de
todo por seguir a Paula en ese sueño.
Como he explicado en la pregunta anterior, ambos desean vivir sus vidas lo más juntos posibles, encaminar un futuro de la mano y dejar atrás la vida triste y vacía de burgués para abrirle paso a la de un buen bohemio. No obstante, a pesar de que ambos estén enamorados, es difícil dejar atrás sus vidas corrientes, dejarlo todo y aferrarse a que un futuro nuevo juntos será lo más correcto. En un principio, sus sueños eran escaparse juntos y formar su familia.
Dionisio piensa que Paula es la mujer más maravillosa que ha conocido (aunque habiendo conocido a dos mujeres en una vida eso resulta fácil de
decir) y que prefiere estar antes con Paula que con Margarita, mas en cambio, Paula tras haber escuchado a Don Sacramento y saber que Dionisio
contraerá matrimonio con Margarita, prefiere que Dionisio siga la
vida anterior a la que tenía antes de conocerse. Por tanto, en mi opinión, el hecho de que Paula ame a Dionisio es la razón por la que lo deja marchar, pues el mundo en el que vivían era uno cargado de injusticias, convencionalismos y normas un tanto difíciles de saltar, por mucho amor que haya de por medio. Así, dejar sus respectivas vidas sería aún más complicado que elaborar unas nuevas, además de que Dionisio estaría mucho mejor con Margarita que con ella, siendo esta dificultad, estas normas y estos convencionalismos los que simbolizan el hecho de que finalmente ambos terminen renunciando a su futuro juntos.
3- ¿Qué crees que puede simbolizar el título de la obra? (recuerda el uso que se hace de los sombreros a lo largo de la obra)
En mi opinión, tras haber leído la obra completa, considero que el título del libro simboliza que Dionisio no se encuentra preparado para ese mundo. Para explicarlo, debemos analizar la escena final de la obra, en la que hay cuatro sombreroso: los tres
sombreros de copa están estropeados y Dionisio decide ponerse el
sombrero que usa Paula para bailar el charlestón. Los sombreros de copa
representan el mundo burgués y convencional en el que se va a sumergir
Dionisio (El
primer sombrero es entregado por el suegro (Don Sacramento); el otro es con el que Dionisio hace malabares; y
finalmente el de la prometida, Margarita). El hecho
de que ninguno de los tres le siente bien indica que Dionisio, en el
fondo, no está preparado para integrarse en ese mundo, pues no hacen más que
ridiculizar aún más si cabe su aspecto, convirtiéndolo en un personaje
grotesco. Cuando al final de la obra consigue integrarse,
no será con esos sombreros de copa convencionales, sino con el sombrero
de Paula, con un sombrero de Music-Hall, de nuevo imagen grotesca en la
mezcla de dos mundos diferentes representados en dos códigos de ropa
diferentes. Dionisio se adentra en el mundo burgués pero lleva el mundo
de la bohemia en su cabeza. Así, estos sombreros de copa, vacíos de glamour, de magia y de
espectáculo, acabarán en el suelo, como las ilusiones de los personajes.
(Y se va por la puerta del foro. PAULA asoma la cabeza por detrás de la
PAULA. ¡Oh! ¿Por qué me ocultaste esto? ¡Te casas,
Dionisio!...
DIONISIO. (Bajando la cabeza.) Sí...
PAULA. No eras ni siquiera un malabarista...
DIONISIO. No.
PAULA. (Se levanta. Va hacia la puerta de la izquierda.)
Entonces yo debo
irme
a mi habitación...
DIONISIO. (Deteniéndola.) Pero tú estabas herida...
¿Qué te hizo Buby?
PAULA. Fue un golpe nada más... Me dejó K.O. ¡Debí de
perder el
conocimiento
unos momentos. Es muy bruto Buby... Me puede siempre...
(Después.)
¡Te casas, Dionisio!...
DIONISIO. Sí.
PAULA. (Intentando nuevamente irse.) Yo me voy a mi
habitación...
DIONISIO. No.
PAULA. ¿Por qué?
DIONISIO. Porque esta habitación es más bonita. Desde el
balcón se ve el
puerto...
PAULA. ¡Te casas, Dionisio!
DIONISIO. Sí. Me caso, pero poco...
PAULA. ¿Por qué no me lo dijiste...?
DIONISIO. No sé. Tenía el presentimiento de que casarse era
ridículo...
¡Que
no me debía casar...! Ahora veo que no estaba equivocado... Pero yo me
casaba,
porque yo me he pasado la vida metido en un pueblo pequeñito y
triste
y pensaba que para estar alegre había que casarse con la primera
muchacha
que, al mirarnos, le palpitase el pecho de ternura... Yo adoraba a mi
novia...
Pero ahora veo que en mi novia no está la alegría que yo buscaba... A
mi
novia tampoco le gusta ir a comer cangrejos frente al mar, ni ella se
divierte
haciendo volcanes en la arena... Y ella no sabe nadar... Ella, en el
agua,
da gritos ridículos... Hace así: «¡Ay! ¡Ay! ¡Ay!» Y ella sólo ama cantar
junto
al piano El pescador de perlas. Y El pescador de perlas es
horroroso,
Paula.
Ella tiene voz de querubín, y hace así: (Canta.) Tralaralá... piri, piri, piri,
piri... Y yo
no había caído en que las voces de querubín están llenas de
vanidad
y que, en cambio, hay discos de gramófono que se titulan «Ámame en
diciembre
lo mismo que me amas en mayo», y que nos llenan el espíritu de
sencillez
y de ganas de dar saltos mortales... Yo no sabía tampoco que había
mujeres
como tú, que al hablarnos no les palpita el corazón, pero les palpitan
los
labios en un constante sonreír... Yo no sabía nada de nada. Yo sólo sabía
pasear
silbando junto al quiosco de la música... Yo me casaba porque todos se
casan
siempre a los veintisiete años... Pero ya no me caso, Paula... ¡Yo no
puedo
tomar huevos fritos a las seis y media de la mañana...
PAULA. (Ya sentada en el sofá.) Ya te ha dicho ese
señor del bigote que los
harán
pasados por agua...
DIONISIO. ¡Es que a mí no me gustan tampoco pasados por agua!
¡A mí
sólo
me gusta el café con leche, con pan y manteca! ¡Yo soy un terrible
bohemio!
Y lo más gracioso es que yo no lo he sabido hasta esta noche que
viniste
tú... y que vino el negro..., y que vino la mujer barbuda... Pero yo no
me
caso, Paula. Yo me marcharé contigo y aprenderé a hacer juegos
No hay comentarios:
Publicar un comentario