viernes, 15 de mayo de 2015

LA NOVELA ESPAÑOLA DESPUÉS DE LA GUERRA CIVIL






 1-  LA GENERACIÓN DE POSGUERRA


   1.1- PANORAMA DE LA NOVELA  TRAS LA GUERRA








                    1.1.1- ¿Cómo era la situación de la novela española tras la guerra civil y por qué?

La Guerra Civil supuso un profundo corte en la evolución literaria española, debido a sucesos como la muerte de algunos de los grandes modelos de la novela española del siglo XX (Unamuno, Valle - Inclán); el exilio obligado de autores que habían comenzado a destacar en la década de los  treinta (Max Aub, Francisco Ayala, Ramón J. Sénder...); y las nuevas circunstancias políticas y la censura, las cuales impiden que se siga con una tendencia de novela de corte social que se venía haciendo desde la década de los treinta. Del mismo modo, esas mismas circunstancias históricas (miseria, desigualdades, falta de libertades, etc...) hacen que pierda sentido otra de las tendencias novelísticas anteriores a la Guerra, como es el caso de la novela deshumanizada y vanguardista. Por tanto, como consecuencia de todas estas razones, la novela española en la década de los 40 debe, prácticamente, comenzar de nuevo.

Otro factor influyente fue el rigor de la censura, la cual prohibía la más mínima desviación o crítica de la doctrina oficial. A diferencia de la poesía, los censores consideraban a la novela más peligrosa, pues, al poder acceder a un mayor número de lectores, pensaban que el riesgo de propagación de las ideas subversivas era mayor. Esto va a suponer la prohibición de las mejores novelas extranjeras: obras de muchos intelectuales extranjeros que simpatizaban con la República (Hemingway) o cuyas ideas discrepaban de los principios políticos y religiosos del Régimen. Debido a ello, las obras de los grandes renovadores de la novela contemporánea (Proust, Joyce, Kafka, etc) no pudieron circular en el país, cerrado a cualquier novedad sospechosa. España permaneció aislada del mundo político y cultural de Occidente. Del mismo modo, surge un rechazo, no sólo de toda la literatura republicana progre­sista y de compromiso social, sino también de todas aquellas obras que encarnasen tendencias liberales, por lo que escritores que ya entonces pertenecían a la historia de nuestra literatura como Clarín o Galdós ven obstaculizada la difusión de sus obras.

Del mismo modo, cabe destacar que en lo referente a la periodización de la novela que se inicia después del año 1939, la crítica literaria ha señalado cuatro etapas sucesivas (Posguerra, Realismo Social, Renovación técnica y la novela escrita desde 1975), etapas que conforman los puntos en los que se divide nuestro blog.

Como resultado, durante los primeros años de posguerra va a predominar un tipo de novela propagandística de las ideas del Régimen. En este sentido, son muy numerosas las novelas centradas en la guerra civil que exaltan a los vencedores y desprecian a los perdedores. En todas ellas predomina un gran apasionamiento político y un escaso valor literario. También se escribirán numerosas novelas que harán propaganda del ideario falangista.

De este modo, como ya hemos visto, la novela española después de la Guerra Civil necesita dar un giro y comenzar de nuevo, pues de nada vale lo hecho con anterioridad, ya que las peculiares circunstancias en que se encuentra el país impide seguir las tendencias anteriores. Por tanto, los novelistas de estos primeros años tendrán que buscar un nuevo camino, hecho que explica que, en la década de los cuarenta (aún en plena guerra) nos encontremos con múltiples tendencias novelísticas:
  1. La Novela triunfalista, que defiende las nuevas circunstancias políticas del país, los valores tradicionales (Dios, Patria, Familia) y justifica la Guerra Civil y sus consecuencias, culpando de las mismas al bando perdedor (republicano). Es esto lo que hace, por ejemplo, Agustín de Foxá en "Madrid, de corte a checa". 
  2.  La Novela psicológica, la cual se basa en el análisis del carácter y del comportamiento de los personajes desde unas técnicas tradicionales, es decir, realistas. Un autor importante será Ignacio Agustí con "Mariona Rebull".
  3. La Novela poética, que sigue la línea de las novelas líricas de Gabriel Miró, donde lo fundamental no era la historia narrada, sino el trabajo técnico y formal sobre la palabra.
  4. La Novela simbólica, tendencia en la que nos encontraremos con novelas en las que los personajes funcionan como símbolos de ideas o conflictos. Sigue la línea, por tanto, de algunas novelas de Unamuno. Un autor significativo será José Antonio Zunzunegui. 
  5. El Tremendismo, tendencia iniciada por Camilo José Cela con "La familia de Pascual Duarte" en el año 1942. Son novelas que nos retratan un mundo y unos personajes dominados por la violencia y por la miseria.
  6. La Novela existencial, que se inicia con la novela "Nada" de Carmen Laforet en 1945, y continuada en 1948 por Miguel Delibes con "La sombra del ciprés es alargada" y Gonzalo Torrente Ballester con "Javier Mariño". Estas novelas reflejarán el tema de la angustia existencial, la tristeza y la frustración de las vidas cotidianas. 
  7. Finalmente, Junto a las tendencias anteriores nos encontraremos con autores y obras inclasificables, pero que obtuvieron mucho éxito en aquellos años. Es el caso de José Mª Gironella y "Los cipreses creen en Dios", o Darío Fernández Flores y "Lola, espejo oscuro". 
Por otro  lado, temáticamente, las novelas de este período girarán en torno a la amargura de las vidas cotidianas, la soledad, la inadaptación, la muerte y a frustración. Los personajes se adaptarán a estos temas, de forma que los protagonistas serán seres marginados socialmente (Pascual Duarte, en la novela de Cela, es un condenado a muerte), angustiados y desarraigados (la protagonista de "Nada" llega a Barcelona para estudiar y allí se encuentra fuera de su ambiente, insegura y triste).

Las causas de esta amargura vital se encuentran en la sociedad de la España de los años cuarenta, marcada por la pobreza, la incultura, la violencia, la persecución política, la falta de libertades... mas en ninguna de estas novelas encontraremos una crítica o denuncia directa. Para eso, habrá que esperar a los años cincuenta.

Finalmente, en cuanto al aspecto técnnico, todas estas obras de la posguerra se caracterizan por su sencillez y tradicionalidad (Narración cronológica lineal, narrador en tercera persona (mayoritariamente) y ausencia de saltos temporales).
 
                    1.1.2- ¿Qué novela supuso un cambio en este panorama? ¿En qué radica su importancia en esos momentos dentro la novela española de posguerra?

Como hemos visto en lo que acabo de explicar, la novela española después de la Guerra Civil se centraba, en su mayoría, en resaltar las cualidades positivas de la situación de la España de la época (novela triunfalista), exponer y analizar sus aspectos realistas (novela psicológica), tratar la angustia existencial de la época (novela existencial), e incluso en tratar con símbolos de ideas o conflictos (novela simbólica); mas en ninguna de todas estas novelas encontramos un espejo que sirva para concedernos una visión retratada del mundo, con unos personajes que representen la miseria, la violencia y las peculiares circunstancias en las que se encuentra el país.

No obstante, este tipo de novela llega en las manos de Camilo Jose Cela con "la familia de Pascual Duarte", en 1942, cuya aparición supuso una convulsión en el panorama de la narrativa española, suponiendo la ruptura con la literatura oficial y de testimonio de una existencia desoladora y conflictiva. Este importante autor más destacado de este periodo (ganador del premio Nobel de Literatura) inaugura así el "tremendismo" , el cual va a mostrar todo lo sórdido y terrible de la realidad. En el caso de su obra más importante, "la famlia de Pascual Duarte", se mostrará un condenado a muerte que relata, con gran crudeza, su tormentosa vida, justificando en el prólogo por medio de una carta (con similitud a la obra picaresca "El Lazarillo de Tormes"). En el caso de La Colmena, obra cargada de pesimismo y ambientada en el Madrid de la época, se presentará al hombre corriente con todas sus miserias.

Es, en este momento y con esta obra, cuando los temas de las novelas comienzan a girar en torno a la  amargura de las vidas cotidianas, la soledad, la inadaptación, la muerte y la frustración. Los personajes se adaptarán a estos temas, de forma que los protagonistas viven en un ambiente de marginación, sumidos en la incultura, el dolor y la angustia; esto hace que las historias giren en torno a lo grotesco o repulsivo buscando con ello impactar al lector. Puede por tanto decirse que el tremendismo es un tipo de crítica social.
 


                 1.1.3- Autor y fecha de publicación. Explica el argumento

Como acabo de explicar, esta importante novela que marca la entrada del tremendismo es "La familia de Pascual Duarte" (y que hemos leído en clase) fue publicada en 1942 por Camilo José Cela. La familia de Pascual Duarte narra las desgracias que vive Pascual Duarte, protagonista de esta historia y escritas por él mismo durante su periodo de estancia en prisión, desde que es un niño hasta que muere. Su argumento lo dejaré resumido en las siguientes líneas: 

Pascual Duarte nació allá por principios del siglo XX en un pequeño pueblo dedicado a la agricultura de Extremadura. Era el hijo mayor de un matrimonio pobre que vivía constantemente en la pelea. Su padre llamado Esteban era un hombre autoritario y violento que nunca demostró cariño ninguno hacia Pascual. Por lo contrario agredió tanto física como psíquicamente a su mujer y al pequeño Pascual, heredando así una actitud violenta. Por otro lado, la madre era ignorante, desagradable y alcohólica.
A los pocos años, la madre de Pascual volvió a quedar embarazada y, tras un parto doloroso y lento, nació Rosario, una niña algo débil en sus primeros años de vida. Ésta en seguida demostró ser bastante avispada, pero en lugar de tomarla por su buen uso, la utilizó como arma de malos actos como robar, marcharse de casa, etc. De todas formas, era la reina del hogar y todos, incluyendo a su padre, estaban encandilados con ella.

Años más tarde nació Mario, otro hermano de Pascual de quien nunca se pudo saber con exactitud quien era su progenitor, a la par que murió de forma horrorosa el padre de Pascual (encerrado en un cuarto por una terrible enfermedad, la rabia). Mario, que no era del todo normal, no hizo más que sufrir durante los pocos años de vida que vivió, sufriendo numerosas agresiones por parte del nuevo novio de su madre, hasta que finalmente murió ahogado en una tinaja de aceite.

La mala suerte continuaba de lado de Pascual y, tras casarse con Lola, una bella mujer que conoce en el velatorio de su hermanito Mario, y después de haberla dejado embarazada, cuando todo parecía marchar bien, a la vuelta del viaje de bodas, Lola sufrió un accidente con la yegua perdiendo al niño que esperaba.

Sin embargo, al año Lola volvió a quedarse encinta y dio a luz a un niño al que llamaron Pascual, tal y como se llamaba su padre, protagonista de esta historia. No obstante, la suerte volvió a ponerse en contra de Pascual y un día, debido a unas fuertes corrientes de viento, el bebe enfermó y más tarde falleció, lo cual afectó mucho a Pascual, hasta el punto de tener que romper con su rutina y proponerse realizar un largo viaje hasta América.

Por tanto, Pascual huyó en busca de su destino, primero a Madrid y de aquí a la Coruña, con intención de ir ahorrando para partir a América, mas la morriña que fue acumulando en sus dos años de viaje hicieron que regresase a su pueblo.

A la vuelta, Pascual se encontró con una situación terrible: su mujer, Lola, se había quedado embarazada del Estirao (anterior novio de Rosario) y con el disgusto de confesárselo a su marido, la mujer cae muerta al suelo. Debido a esto, Pascual y el Estirao tuvieron una fuerte pelea en la que nuestro protagonista amenaza con matarlo algo que, tras un forcejeo, acaba haciendo. Por tanto,  Pascual estuvo ingresado en prisión durante tres años. Al salir de prisión, su hermana Rosario le busca una nueva mujer que había estado enamorado de él desde joven, mas Pascual comienza a sentirse a disgusto con su madre, incrementando el odio que ya la tenía de joven. Finalmente, Pascual termina asesinando a su madre, por lo cual debe de huir. Es por ello por lo que Pascual es nuevamente ingresado en prisión, desde donde narra su propia biografía, y por último muere.


                    1.1.5- ¿Qué es el tremendismo? Explica sus características lingüísticas

El tremendismo es una técnica literaria narrativa que se desarrolló, fundamentalmente, en la novela española de los años 1940 (tiempos de posguerra). Este estilo se caracteriza por una especial crudeza en la presentación de la trama (recurrencia de situaciones violentas), el tratamiento de los personajes (habitualmente seres marginados, con defectos físicos o psíquicos, prostitutas, criminales, etc.) y en el lenguaje, desgarrado y duro. La relación entre esta tendencia y el contexto social de la inmediata posguerra es clara, pues parece responder a las complicadas experiencias vividas por los autores durante la Guerra Civil, la cual habría condicionado su manera de ver y presentar la realidad en el mundo artístico.  Aún así, muchas de sus novelas fueron censuradas en España y tuvieron que ser publicadas en el extranjero.

El tremendismo es una forma particular de describir la realidad bajo la óptica de la exageración, utilizada a veces para crear en terceros la idea de que una tragedia es inminente, con el fin oculto de inducir a una determinada decisión, que se hace ver como la única capaz de evitar el suceso nefasto y trágico. Los autores tremendistas no muestran una actitud contraria al régimen, más bien de conformismo. Esta acumulación de antivalores, da como resultado, personajes animalizados. En parte, esta animalización es usada por los autores tremendistas para exagerar aspectos de la vida real, aunque también es usada para que el lector se preocupe por la situación marginal de los mismos. Por tanto, podemos afirmar que el tremendismo es una crítica social. Esta crítica, en momentos, llega a ser tal que roza con el humor negro, es decir, después de que el lector haya soportado tantas calamidades, pueden llegar a resultar graciosas. Es decir, esta corriente literaria es sinónimo de un afán de testimoniar los aspectos más tétricos de la realidad social mediante la descripción de escenas grotescas y violentas .

La novela con que se inició este estilo fue La familia de Pascual Duarte (1942), de Camilo José Cela, la cual es la más importante de todas ellas. No obstante, otras novelas representativas son La fiel infantería (1944) de Rafael García Serrano, Los hijos de Máximo Judas (1949) de Luis Landínez, Lola, espejo oscuro (1951) de Darío Fernández Flórez. 

En el caso de la obra de Cela, se ve una metáfora de la violencia, dolor y angustia que produce la transformación del personaje de verdugo en víctima, en un contexto con una crítica social de situaciones reales del medio rural español de la época. Pascual es un hombre, un "campesino" primitivo y brutal que en sus relaciones afectivo-familiares y con los vecinos del pueblo pone de manifiesto el realismo tremendista bajo un trasfondo de humor e ironía.La crudeza bestial, la brutalidad detallada, la morbosidad minuciosamente desarrollada, la descripción de las más asquerosas intimidades cotidianas, el constante llamamiento a los horrores de las situaciones social-familiares de la época de una "España negra", son carta común en la baraja de atrocidades que conforman la obra tremendista de Cela.

La crítica ha puesto en evidencia la relación de continuidad de esta estética con una larga tradición que enlaza con la poesía satírica del siglo XV, La Celestina, la picaresca, Quevedo, Baroja, Valle-Inclán, Solana, etc. También, en poesía se utilizó la etiqueta para calificar a la nueva tendencia rehumanizadora de la revista Espadaña, frente al clasicismo garcilasista imperante en la posguerra. El término fue aplicado por críticos como Zubiarre, Vázquez Zamora y otros, y se refiere al mismo concepto que engloban otros términos como realismo naturalista o miserabilismo.
 
                    1.1.6- Lee estos textos y contesta las siguientes preguntas:
                                                                   

                                                                  TEXTO 1

1- ¿A qué achaca Pascual sus crímenes?

Como podemos ver en el comienzo del texto, Pascual no se considera un hombre malo, a pesar de no faltarle motivos para serlo, dados los acontecimientos darán forma a su vida y precipitarán su temprana y amarga muerte en prisión (yo conozco esto dado que me he leído el libro). Pascual dice que todos somos iguales al nacer, mas que con los años, a medida que crecemos, cada uno encauzamos una dirección determinada para realizar nuestras vidas. En algunos casos, a las personas con suerte el destino les otorga el camino sencillo, ameno y confortable, mas a otras se les hace caminar por la senda ardua, árida y engorrosa. Como dice en una frase "Hay mucha diferencia entre adornarse las carnes con arrebol y colonia, y hacerlo con tatuajes que después nadie ha de borrar ya", frase con la cual expresa la diferencia entre las vida sencilla y la que le ha tocado vivir a nuestro protagonista, crecido en un ambiente de crueldad y violencia familiar estimulada por el carácter del padre, el cual hacía vivir en el hogar continuas peleas y situaciones incómodas, influyendo esto en crecimiento y el carácter de Pascual.

Pacual resultarás ser un condenado a muerte que trata de explicar sus crímenes como consecuencia de las circunstancias de su existencia. Criado en un ambiente de primitivismo y brutalidad, Pascual adquiere una personalidad compleja cruel e irracional, pero también tierno y delicado. Su carácter violento y su conducta dominada por el instinto, consecuencia del ambiente rural subdesarrollado de su formación, le lleva a cometer toda una serie de crímenes. En todos los casos Pascual rechaza su culpabilidad, descargándola en su formación entre la miseria y la violencia. 

Como podemos ver en este fragmento, es un claro ejemplo de "Naturalismo", estudiado en otros blogs, mediante el cual se explica que el hombre se encuentra condicionado por la genética y el medio externo que lo rodea y en el que se cría. 

 2-¿Cómo había sido su vida familiar? ¿Cómo se llevaban sus padres?

La infancia de Pascual estuvo repleta de amargura, violencia y en un entorno muy poco propicio para el crecimiento de un niño. Así, como dice el texto, perteneciente al comienzo de esta importante obra de Cela, Pascual no guarda buenos recuerdos de su niñez. Su padre, un hombre portugués llamado Esteban Duarte Diniz, barajó los cincuenta años de edad durante la infancia del protagonista.  Hombre alto y gordo, de carácter violento y poco inteligente, impartía miedo al pequeño Pascual, pues era el origen de continuas peleas y palizas. Áspero, brusco e incapaz de reconocer sus errores, cuando se enfurecía, algo que ocurría con mayor frecuencia, centraba sus esfuerzos en atizar a Pascual y a su mujer, la madre de éste, deducimos durante todo el libro que española y de una edad similar a su marido, alta, delgada, puerca y maleducada, de aspecto tísico y descuidada, sin una buena salud, que no se quedaba corta en violencia. Ella no se quedaba de brazos cruzados y devolvía los golpes que su marido le acarreaba, mas no es este el caso del pequeño Pascual, que a su corta edad mas le valía escaparse que quedarse a recibir. 

Del mismo modo, ambos progenitores tenían una seria adicción con el alcohol, el cual incrementaba este disgusto y malestar entre ellos, que ya de por sí no se llevaban bien. Así, Pascual observa la poca educación, la escasez de virtudes y la falta de conformidad con los bienes que poseían, defectos que el pobre Pascual hubo de heredar y que usa para explicar así su desgracia y el origen de sus males. Por tanto, Pascual creció en un entorno violento, pues las peleas entre sus padres eran corrientes y frecuentes.Observamos así como la vida de Pascual poco tuvo de placentera, mas como el decía, no nos es dado a escoger nuestro, sino que ya y aun antes de nacer estamos destinados unos a un lado y otros a otro, procuraba conformarse con lo que le había tocado, que era la única manera de no desesperar.

3-¿Qué le había pasado a su padre? 

Como se deja ver en el texto y como he explicado anteriormente, el padre de Pascual era un hombre con tendencia a los vicios y a la violencia y, aunque nuestro protagonista no llegó nunca a preguntarle a ninguno de sus progenitores el motivo de la entrada en prisión de su padre, llegó a crear un posible origen con información de distintos vecinos de aquel pueblecillo en el que creció (ya se sabe que la gente de pueblo es muy cotilla y con gusto acude a malmeter). 

Al parecer, don Pascual ingresó en prisión por contrabandista, pues por lo visto había sido su oficio durante muchos años, mas "como el cántaro que mucho va a la fuente acaba por romperse" (de tanto abusar de la buena suerte), y como no hay oficio sin quiebra, ni atajo sin trabajo, un buen día, a lo mejor cuando menos lo pensaba (que la confianza es lo que pierde a los valientes), le siguieron los soldados, le descubrieron el alijo, y lo mandaron a prisión. No obstante, esto fue mucho antes de nacer el pequeño Pascual.
 

4-¿Qué diferencias de opinión tenían sobre la necesidad de que Pascual estudiara?

Cuando Pascual era pequeño, pasó una temporada en la escuela, la justa para lograr aprender a leer, escribir, sumar y restar; algo esencial para poder manejarse con libertad y sin miedo de sufrir engaños en un mundo como el nuestro. Esta idea era compartida por el padre de Pascual, quien decía que la lucha por la vida era muy dura y que había que irse preparando para hacerla frente con las únicas armas con las que podíamos dominarla, con las armas de la inteligencia, algo que, por desgracia, escaseaba en él. No obstante, esta visión no resultaba convincente para su madre, la cual no deseaba que su hijo acudiese a la escuela, pues según ella era imposible salir de pobre en una vida como la suya y, por tanto, no merecía la pena perder el tiempo estudiando. Su padre, que igual que era fuerte y violento para unas cosas, no lo era para otras, y terminó cediendo a que su hijo abandonase la escuela. Por tanto, su institución escolar duró poco tiempo, mas a él le vino de lujo, pues la asistencia a las clases no conseguía seducir al pequeño Pascual, con lo que a los doce años teminó su carrera escolar.

Cabe destacar que una de las cosas que se le recimina a Cela es el detalle de que Pascual carece de educación, mas habla perfectamente bien en su obra (culto y con cantidad de recursos)


5-¿Crees que pudo influir este ambiente en sus posteriores crímenes? Justifica tu respuesta

En mi opinión, la infancia es la etapa mas importante de una persona, pues condiciona el aprendizaje, el carácter y la actitud que encauzarán el resto de su vida y, por tanto, alguien como Pascual, que ha crecido en ese ambiente pésimo, triste, violento y amargo no puede tener una buena base para su futuro como adulto. A parte de todo lo que se lee en este texto, el libro proporciona mucha más información de nuestro protagonista, pues en él se observa cómo al pequeño Pascual se le muere un hermano al poco de nacer, el cual sufre continuas agresiones del nuevo novio de su madre, tras la espeluznante muerte de su padre Del mismo modo, Pascual tuvo que presenciar con sus propios ojos el entierro de su hermano, aprendiendo que es algo normal y condicionando esto a la incomprensible idea que tomará al final de la obra de asesinar a su madre, o a otras como la de apuñalar a un amigo suyo al pensar que habla mal de él; o cómo asesina al estirao por haber dejado embarazada a su mujer. Esto, junto con otros muchos acontecimientos de su infancia, harán a Pascual una visión de la vida muy distinta de alguien que haya desarrollado su infancia en un ambiente afable, confortable, tranquilo y efusivo, con la atención de unos padres normales, que no se agreden entre ellos, y que miran por el bienestar de sus hijos. 
 

Yo, señor, no soy malo, aunque no me faltarían motivos para serlo. Los mismos cueros tenemos todos los mortales al nacer y sin embargo, cuando vamos creciendo, el destino se complace en variarnos como si fuésemos de cera y en destinarnos por sendas diferentes al mismo fin: la muerte. Hay hombres a quienes se les ordena marchar por el camino de las flores, y hombres a quienes se les manda tirar por el camino de los cardos y de las chumberas. Aquellos gozan de un mirar sereno y al aroma de su felicidad sonríen con la cara del inocente; estos otros sufren del sol violento de la llanura y arrugan el ceño como las alimañas por defenderse. Hay mucha diferencia entre adornarse las carnes con arrebol y colonia, y hacerlo con tatuajes que después nadie ha de borrar ya.
 
Nací hace ya muchos años -lo menos cincuenta y cinco- en un pueblo perdido por la provincia de Badajoz; el pueblo estaba a unas dos leguas de Almendralejo, agachado sobre una carretera lisa y larga como un día sin pan, lisa y larga como los días -de una lisura y una largura como usted para su bien, no puede ni figurarse- de un condenado a muerte.(...)
De mi niñez no son precisamente buenos recuerdos los que guardo. Mi padre se llamaba Esteban Duarte Diniz, y era portugués, cuarentón cuando yo niño, y alto y gordo como un monte. Tenía la color tostada y un estupendo bigote negro que se echaba para abajo. Según cuentan, cuando joven le tiraban las guías para arriba, pero, desde que estuvo en la cárcel, se le arruinó la prestancia, se le ablandó la fuerza de bigote y ya para abajo hubo que llevarlo hasta el sepulcro. Yo le tenía un gran respeto y no poco miedo, y siempre que podía escurría el bulto y procuraba no tropezármelo; era áspero y brusco y no toleraba que se le contradijese en nada, manía que yo respetaba por la cuenta que me tenía. Cuando se enfurecía, cosa que le ocurría con mayor frecuencia de lo que se necesitaba, nos pegaba a mi madre y a mí las grandes palizas por cualquiera la cosa, palizas que mi madre procuraba devolverle por ver de corregirlo, pero ante las cuales a mí no me quedaba sino resignación dados mis pocos años. ¡Se tienen las carnes muy tiernas a tan corta edad! Ni con él ni con mi madre me atreví nunca a preguntar de cuando lo tuvieron encerrado, porque pensé que mayor prudencia sería el no meter los perros en danza, que ya por sí solos danzaban más de lo conveniente; claro es que en realidad no necesitaba preguntar nada porque como nunca faltan almas caritativas, y menos en los pueblos de tan corto personal, gentes hubo a quienes faltó tiempo para venir a contármelo todo. Lo guardaron por contrabandista; por lo visto había sido su oficio durante muchos años, pero como el cántaro que mucho va a la fuente acaba po romperse, y como no hay oficio sin quiebra, ni atajo sin trabajo, un buen día, a lo mejor cuando menos lo pensaba -que la confianza es lo que pierde a los valientes-, le siguieron los carabineros, le descubrieron el alijo, y lo mandaron a presidio. De todo esto debía hacer ya mucho tiempo, porque yo no me acuerdo de nada; a lo mejor ni había nacido. Mi madre, al revés que mi padre, no era gruesa, aunque andaba muy bien de estatura; era larga y chupada y no tenía aspecto de buena salud, sino que, por el contrario, tenía la tez cetrina y las mejillas hondas y toda la presencia o de estar tísica o de no andarle muy lejos; era también desabrida y violenta, tenía un humor que se daba a todos los diablos y un lenguaje en la boca que Dios le haya perdonado, porque blasfemaba las peores cosas a cada momento y por los más débiles motivos. Vestía siempre de luto y era poco amiga del agua, tan poco que si he de decir la verdad, en todos los años de su vida que yo conocí, no la vi lavarse más que en una ocasión en que mi padre la llamó borracha y ella quiso como demostrarle que no le daba miedo el agua. El vino en cambio ya no le disgustaba tanto y siempre que apañaba algunas perras, o que le rebuscaba el chaleco al marido, me mandaba a la taberna por una frasca que escondía, porque no se la encontrase mi padre, debajo de la cama. Tenía un bigotillo cano por las esquinas de los labios, y una pelambrera enmarañada y zafia que recogía en un moño, no muy grande, encima de la cabeza. Alrededor de la boca se le notaban unas cicatrices o señales, pequeñas y rosadas como perdigonadas, que según creo, le habían quedado de unas bubas malignas que tuviera de joven; a veces, por el verano, a las señales les volvía la vida, se les subía la color y acababan formando como alfileritos de pus que el otoño se ocupaba de matar y el invierno de barrer.
Se llevaban mal mis padres; a su poca educación se unía su escasez de virtudes y su falta de conformidad con lo que Dios les mandaba -defectos todos ellos que para mi desgracia hube de heredar- y esto hacía que se cuidaran bien poco de pensar los principios y de refrenar los instintos, lo que daba lugar a que cualquier motivo, por pequeño que fuese, bastara para desencadenar la tormenta que se prolongaba después días y días sin que se le viese el fin. Yo, por lo general, no tomaba el partido de ninguno porque si he de decir verdad tanto me daba el que cobrase el uno como el otro; unas veces me alegraba de que zurrase mi padre y otras mi madre, pero nunca hice de esto cuestión de gabinete.
Mi madre no sabía leer ni escribir; mi padre sí, y tan orgulloso estaba de ello que se lo echaba en cara cada lunes y cada martes y, con frecuencia y aunque no viniera a cuento, solía llamarla ignorante, ofensa gravísima para mi madre, que se ponía como un basilisco. Algunas tardes venía mi padre para casa con un papel en la mano y, quisiéramos que no, nos sentaba a los dos en la cocina y nos leía las noticias; venían después los comentarios y en ese momento yo me echaba a temblar porque estos comentarios eran siempre el principio de alguna bronca. Mi madre, por ofenderlo, le decía que el papel no decía nada de lo que leía y que todo lo que decía se lo sacaba mi padre de la cabeza, y a éste, el oírla esa opinión le sacaba de quicio; gritaba como si estuviera loco, la llamaba ignorante y bruja y acababa siempre diciendo a grandes voces que si él supiera decir esas cosas de los papeles a buena hora se le hubiera ocurrido casarse con ella. Ya estaba armada. Ella le llamaba desgraciado y peludo, lo tachaba de hambriento y portugués, y él, como si esperara a oír esa palabra para golpearla, se sacaba el cinturón y la corría todo alrededor de la cocina hasta que se hartaba. Yo, al principio, apañaba algún cintarazo que otro, pero cuando tuve más experiencia y aprendí que la única manera de no mojarse es no estando a la lluvia, lo que hacía, en cuanto veía que las cosas tomaban mal cariz, era dejarlos solos y marcharme. Allá ellos. La verdad es que la vida en mi familia poco tenía de placentera, pero como no nos es dado escoger, sino que ya -y aun antes de nacer- estamos destinados unos a un lado y otros a otro, procuraba conformarme con lo que me había tocado, que era la única manera de no desesperar. De pequeño, que es cuando más manejable resulta la voluntad de los hombres, me mandaron una corta temporada a la escuela; decía mi padre que la lucha por la vida era muy dura y que había que irse preparando para hacerla frente con las únicas armas con las que podíamos dominarla, con las armas de la inteligencia. Me decía todo esto de un tirón y como aprendido, y su voz en esos momentos me parecía más velada y adquiría unos matices insospechados para mí. Después, y como arrepentido, se echaba a reír estrepitosamente y acababa siempre por decirme, casi con cariño:
-No hagas caso, muchacho. ¡Ya voy para viejo!
Y se quedaba pensativo y repetía en voz baja una y otra vez:
-¡Ya voy para viejo... ! ¡Ya voy para viejo...!
Mi instrucción escolar poco tiempo duró. Mi padre, que, como digo, tenía un carácter violento y autoritario para algunas cosas, era débil y pusilánime para otras: en general tengo observado que el carácter de mi padre sólo lo ejercitaba en asuntillos triviales, porque en las cosas de trascendencia, no sé si por temor o por qué, rara vez hacía hincapié. Mi madre no quería que fuese a la escuela y siempre que tenía ocasión, y aun a veces sin tenerla, solía decirme que para no salir en la vida de pobre no valía la pena aprender nada. Dio en terreno abonado, porque a mí tampoco me seducía la asistencia a las clases, y entre los dos, y con la ayuda del tiempo, acabamos convenciendo a mi padre que optó porque abandonase los estudios. Sabía ya leer y escribir, y sumar y restar, y en realidad para manejarme ya tenía bastante. Cuando dejé la escuela tenía doce años; pero no vayamos tan de prisa, que todas las cosas quieren su orden y no por mucho madrugar amanece más temprano.


                                                                        TEXTO 2

1- Resume lo que ocurre
 
Dicho texto pertenece a un fragmento del libro de Cela en el que el pequeño hermano de Pascual, Mario, está siendo enterrado tras ahogarse en una tinaja de aceite y haber soportado continuas palizas procedentes del nuevo novio de su madre e, incluso, de ella misma; además de otros muchos sufrimientos como que un cerdo le enguyese las orejas. Por tanto, durante el entierro, el pequeño Pascual se encuentra despidiendose de su difunto hermano cuando Lola, la chica que le gustaba, se puso a su lado, manteniendo una conversación con él. Finalmente, cuando ambos se están rebozando por el suelo discutiendo como dos enamorados, ambos comienzna a besarse e, incluso, creo que practican sezo sobre la húmeda tierra.

2 - ¿Qué dos temas tabú une Cela en este fragmento?

Como ya sabemos, Cela fue el creador del trmendismo, estilo cuyo una de sus características más importantes era la especial crudeza en la presentación de la trama, recurriendo incluso a numerosas situaciones violentas. Del mismo modo, recordemos que la relación entre esta tendencia y el contexto social de la inmediata posguerra es clara, pues parece responder a las complicadas experiencias vividas por los autores durante la Guerra Civil, la cual habría condicionado su manera de ver y presentar la realidad en el mundo artístico.  Esto hace que muchas de sus novelas fuesen censuradas en España y tuvieran que ser publicadas en el extranjero. Esta tendencia del tremendismo a describir la realidad bajo la óptica de la exageración, utilizada a veces para exagerar aspectos de la vida real, ayuda a criticar la realidad, crítica que, en determinados momentos, llega a ser tal que roza con el humor negro, es decir, después de que el lector haya soportado tantas calamidades, pueden llegar a resultar graciosas. Es decir, esta corriente literaria es sinónimo de un afán de testimoniar los aspectos más tétricos de la realidad social mediante la descripción de escenas grotescas y violentas.

Dicho esto, en mi opinión, esta es una de esas escenas en las que se hace presente el humor negro, pues resulta gracioso como en el velatorio de un ser querido alguien pueda estar pensando en fornicar con su chica, siendo este tipo de escenas las que que considero que Cela utiliza como medio de crítica de la realidad, pues en mi parecer, el autor podría estar criticando la censura al amor que estaba presente en España durante la dictadura del general Franco, y que ya hemos estudiado en blogs anteriores en poemas como "Inventario de lugares propicios al amor", de Ángel Gonzalez (promoción del 50). Así, creo que uno de los temas tabú que el autor está itroduciendo es el amor (más en concreto el sexo), y lo lleva hasta el extremo en un lugar tan poco propicio para el amor como lo es un cementerio (recordemos que la normativa prohibía este sentimiento en la misma calle). Es así como intuimos el siguiente tema tabú, la muerte, pues en aquella época ésta era algo muy respetado dado la influencia de la Iglesia (había que seguir rigurosos lutos y conmemoraciones en todas las familias españolas de la época). Así, vemos como el autor mezcla, en una misma secuencia, dos temas muy complejos: la muerte y el sexo, pues podemos observar cómo Cela era un hombre muy provocador, teniendo detalles como este en sus novelas.

 

El entierro, volviendo a lo que íbamos, salió con facilidad; como la fosa ya estaba hecha, no hubo sino que meter a mi hermano dentro de ella y acabar de taparlo con tierra. Don Manuel rezó unos latines y las mujeres se arrodillaron; a Lola, al arrodillarse, se le vetan las piernas, blancas y apretadas como morcillas, sobre la media negra. Me avergüenzo de lo que voy a decir, pero que Dios lo aplique a la salvación de mi alma por el mucho trabajo que me cuesta: en aquel momento me alegré de la muerte de mi hermano... Las piernas de Lola brillaban como la plata, la sangre me golpeaba por la frente y el corazón parecía como querer salírseme de pecho.
No vi marcharse ni a don Manuel ni a las mujeres. Estaba como atontado, cuando empecé a volver a percatarme de la vida, sentado en la tierra recién removida sobre el cadáver de Mario; por qué me quedé allí y el tiempo que pasó, son dos cosas que no averigüé jamás. Me acuerdo que la sangre seguía golpeándome las sienes, que el corazón seguía queriéndose echar a volar. El sol estaba cayendo; sus últimos rayos se iban a clavar sobre el triste ciprés, mi única compañía. Hacia calor; unos tiemblos me recorrieron todo el cuerpo; no podía moverme, estaba clavado como por el mirar del lobo.

De pie, a mi lado, estaba Lola, sus pechos subían y bajaban al respirar...

-¿Y tú?
-¡Ya ves!
-¿Qué haces aquí?
-¡Pues..., nada! Por aquí...
Me levanté y la sujeté por un brazo.
-¿Qué haces aquí?
-¡Pues nada! ¿No lo ves? ¡Nada!
Lola me miraba con un mirar que espantaba. Su voz era como, una voz del más allá, grave y subterránea como la de un aparecido.

-¡Eres como tu hermano!
-¿Yo?
-¡Tú! ¡Sí!

Fue una lucha feroz. Derribada en tierra, sujeta, estaba más hermosa que nunca... Sus pechos subían y bajaban al respirar cada vez más de prisa. Yo la agarré del pelo y la tenía bien sujeta a la tierra. Ella forcejeaba, se escurría... La mordí hasta la sangre, hasta que estuvo rendida y dócil como una yegua joven.

-¿Es eso lo que quieres?
-¡Sí!
Lola me sonreía con su dentadura toda igual... Después me alisaba el cabello.
-¡No eres como tu hermano... ! ¡Eres un hombre...!
En sus labios quedaban las palabras un poco retumbantes.
-¡Eres un hombre...! ¡Eres un hombre...!
La tierra estaba blanda, bien me acuerdo. Y en la tierra, media docena de amapolas para mi hermano muerto: seis gotas de sangre...
-¡No eres como tu hermano...! ¡Eres un hombre...!
-¿Me quieres?
-¡Sí!


                                                                   TEXTO 3
 
 


1- ¿Qué está a punto de hacer Pascual pero no se atreve? ¿Por qué lo va a hacer? Recuerda la relación con su madre que aparece en el primer texto

Finalizando el libro, encontramos este fragmento, en el que Pascual se encuentra a punto de acabar con el fruto de todos los males y las desgracias que la vida le ha otorgado: su madre. Recordemos que durante la infancia del protagonista, ella fue la causante de numerosas escenas dolorosas y violentas que conmocionaron al pequeño Pascual (palizas a su hermano pequeño, líos con distintos hombres, desamor a su padre, un continuo ambiente de violencia y malestar, la escasez de caeiño...). Por tanto, agotado y asqueado de los comportamientos de su madre, a la cual ya había acumulado el tope de rencor y odio que un hombre puede almacenar en su interior, Pascual se dispone a terminar con su vida, para lo cual decide esperar a la noche para poder huir después sin que nadie lo viese (esta escena es un claro ejemplo de la exageración de la realidad que el tremendismo hace en sus obras). No obstante, a pesar de todo el odio, el rencor y la ira acumulados hacia la mujer, comprende que es su madre, la que la trajo al mundo, y le resulta muy dificil terminar ocn su vida. Sin embargo, cuando se disponía a abanodonar sus intenciones y salir de la habitación, el suelo, viejo y deteriorado, emitió un crujido que despertó a la mujer. Así, no había otra opción, por lo cual Pascual se vio obligado a arremeter el puñal contra su madre, que agonizaba tras haberle arrancado un pezón a su propio hijo

Finalmente, Pascual abanona el pueblo, dejando atrás a su nueva mujer y a su madre muerta, yéndose lo más lejos posible (aunque al final lo cogen y trasladan a prisión, lugar desde el que escribe las memorias que componen este libro).

Podemos ver en este fragmento cómo lo mencionado anteriormente de achacar sus crímenes al destino es mentira, pues vemos cóo aquí duda al matar a su madre, por lo que es totalmente cosciente de lo que va a hacer y es claramente capaz de remediarlo, de modo que sí que puede controlar sus actos.
 

2-  ¿Crees que la presentación que hizo al inicio de sus padres le sirve de justificación a lo que hace aquí?

En mi opinión, no existe razón ninguna para ser capaz de asesinar a tu propia madre, sino que esta escena es fruto del poder del tremendismo sobre esta obra de Cela. Recordemos como este estilo cogía fragmentos de la realidad y los llevaba hasta el extremo para realizar críticas e, incluso, conseguir un toque de humor negro (la madre arrancando el pezón de cuajo a su hijo durante la disputa en la cama). No obstante, empatizando con el protagonista, hay que aclarar que los padres de Pascual no se comportan de manera adecuado con él, preocupándose más de sus vidas mismas que las de sus propios hijos, haciendo que esto influya en el incremento de un continuo rencor que se va acumulando con el paso de los años, haciendo que finalmente nuestro protagonista decida asesinar a su propia madre, fruto del sufrimiento de toda su vida. Sin embargo, como ya he dicho, sigue sin parecerme razón para acabar con la vida de un ser humano, y menos siendo tu propia madre, a pesar de que si que sirva de justificación para el protagonista.

Había llegado la ocasión, la ocasión que tanto tiempo había estado esperando. Había que hacer de tripas corazón, acabar pronto, lo más pronto posible. La noche es corta y en la noche tenía que haber pasado ya todo y tenla que sorprenderme la amanecida a muchas leguas del pueblo.

Estuve escuchando un largo rato. No se oía nada. Fui al cuarto de mi mujer; estaba dormida y la dejé que siguiera durmiendo. Mi madre dormiría también a buen seguro. Volví a la cocina; me descalcé; el suelo estaba frío y las piedras del suelo se me clavaban en la punta del pie. Desenvainé el cuchillo, que brillaba a la llama como un sol.

Allí estaba, echada bajo las sábanas, con su cara muy pegada a la almohada. No tenla más que echarme sobre el cuerpo y acuchillarlo. No se movería, no daría ni un solo grito, no le daría tiempo... Estaba ya al alcance del brazo, profundamente dormida, ajena -¡Dios, qué ajenos están siempre los asesinados a su suerte!- a todo lo que le iba a pasar. Quería decidirme, pero no lo acababa de conseguir; vez hubo ya de tener el brazo levantado, para volver a dejarlo caer otra vez todo a lo largo del cuerpo. Pensé cerrar los ojos y herir. No podía ser; herir a ciegas es como no herir, es exponerse a herir en el vacío... Había que herir con los ojos bien abiertos, con los cinco sentidos puestos en el golpe. Había que conservar la serenidad, que recobrar la serenidad que parecía ya como si estuviera empezando a perder ante la vista del cuerpo de mi madre... El tiempo pasaba y yo seguía allí, parado, inmóvil como una estatua, sin decidirme a acabar. No me atrevía; después de todo era mi madre,  mujer que me había parido, y a quien sólo por eso había que perdonar.:. No; no podía perdonarla porque me hubiera parido. Con echarme al mundo no me hizo ningún favor, absolutamente ninguno... No había tiempo que perder. Había que decidirse de una buena vez. Momento llegó a haber en que estaba de pie y como dormido, con e cuchillo en la mano, como la imagen del crimen... Trataba de vencerme, de recuperar mis fuerzas, de concentrarlas. Ardía en deseos de acabar pronto, rápidamente, y de salir corriendo hasta caer rendido, en cualquier lado. Estaba agotándome; llevaba una hora larga al lado de ella, como guardándola, como velando su sueño. ¡Y había ido a matarla, a eliminarla, a quitarle la vida a puñaladas!
Quizás otra hora llegara ya a pasar. No; definitivamente, no. No podía; era algo superior a mis fuerzas, algo que me revolvía la sangre. Pensé huir. A lo mejor hacía ruido al salir; se despertaría, me reconocería. No, huir tampoco podía; iba indefectiblemente camino de la ruina... No había más solución que golpear sin piedad, rápidamente, para acabar lo más pronto posible. Pero golpear tampoco podía... Estaba metido como en un lodazal donde me fuese hundiendo, poco a poco, sin remedio posible, sin salida posible. El barro me llegaba ya hasta el cuello. Iba a morir ahogado como un gato... Me era completamente imposible matar; estaba como paralítico.
Di la vuelta para marchar. El suelo crujía. Mi madre se revolvió en la cama.

-¿Quién anda ahí?
Entonces sí que ya no había solución. Me abalancé sobre ella y la sujeté. Forcejeó, se escurrió... Momento hubo en que llegó a tenerme cogido por el cuello. Gritaba como una condenada. Luchamos; fue la lucha más tremenda que usted se puede imaginar.

Rugíamos como bestias, la baba nos asomaba a la boca... En una de las vueltas vi a mi mujer, blanca como una muerta, parada a la puerta sin atreverse a entrar. Traía un candil en la mano, el candil a cuya luz pude ver la cara de mi madre, morada como un hábito de nazareno... Seguíamos luchando; llegué a tener las vestiduras rasgadas,  pecho al aire. La condenada tenía más fuerzas que un demonio. Tuve que usar de toda mi hombría para tenerla quieta. Quince veces que la sujetara, quince veces que se me había de escurrir. Me arañaba, me daba patadas y puñetazos, me mordía. Hubo un
momento en que con la boca me cazó un pezón -el izquierdo- y me lo arrancó de cuajo.

Fue el momento mismo en que pude clavarle la hoja en la garganta... La sangre corría como desbocada y me golpeó la cara. Estaba caliente como un vientre y sabía lo mismo que la sangre de los corderos.
La solté y salí huyendo. Choqué con mi mujer a la salida; se le apagó el candil. Cogí el campo y corrí, corrí sin descanso, durante horas enteras. El campo estaba fresco y una sensación como de alivio me corrió las venas.

Podía respirar...


                     1.1.7- ¿Qué otras novelas siguieron la estela de La familia de Pascual Duarte? ¿Qué tienen todas ellas en común? Di sus autores y fechas de publicación

Tras el éxito de Camilo José Cela con la obra de "La familia de Pascual Duarte", que tiene el honor de estrenar el tremendismo, la siguieron otras dos novelas muy importantes: "Nada" (1945) de Carmen Laforet y  la primera novela de Miguel Delibes:  "La sombra del ciprés es alargada" (1948).  
Todas estas novelas suponen una visión amarga de la vida cotidiana de aquel momento, y su enfoque se hace desde lo existencial,  de ahí que abunden personajes desarraigados y angustiados y que los temas dominantes sean la soledad, la frustración y la muerte. Todo ello revela un malestar que en el fondo es social, pero aún no podemos hablar de novela social, ya que la censura limitaba el alcance de las denuncias.

En el caso de "Nada", se narra en primera persona la vida de Andrea con unos familiares en Barcelona, donde va a realizar estudios universitarios. Por medio de personajes frustrados, de catástrofes personales y de un ambiente opresivo y sórdido, se presenta una visión pesimista de la realidad. Por otro lado, en cuanto a "La sombra del ciprés es alargada", se describe la vida del protagonista y narrador, Pedro, cuando es niño. Es huérfano y se encuentra en una situación difícil ya que su tío lo deja a cargo de un maestro, Lesmes. Este tiene una concepción pesimista de la vida. Más tarde conocerá a Alfredo, su primer y mejor amigo, y las cosas acabarán complicándose para los dos. Así, con la entera novela narrada en tono objetivo, el autor nos va destapando una escena mística, dominada mayormente por el pesimismo y el sentido de muerte. Sin embargo, en la segunda parte del libro, antes de que el protagonista hubiera perdido toda esperanza en la amistad y el amor, se encontró dando un paseo al lado de una señora vieja y durante su conversación se va enterando del verdadero significado de la vida humana y del amor y finalmente tomó una perspectiva optimista hacia la humanidad.
 
            


(Miguel Delibes)


  
                                                                    (Carmen Laforet)


2- LA GENERACIÓN DE MEDIO SIGLO: LA NOVELA SOCIAL


             2.1- ¿Qué nuevas condiciones sociales y  políticas favorecen que se empiece a escribir novela de temática social?

En los años cincuenta la novela abandona la visión existencial y recoge las nuevas preocupaciones sociales. En estos años de profundas transformaciones sociales, la literatura debía cumplir la función de informar al lector de aquello que no aparecía en los medios de comunicación y sensibilizarlo. Y aunque la censura política, religiosa y sexual seguía vigente, los autores de los cincuenta se plantearon un compromiso ético ante la realidad. Para entender el cambio que se empieza a producir en la literatura española, hay que tener en cuenta una serie de circunstancias que lógicamente se reflejan en todas las manifestaciones artísticas.
A partir de 1951, una mínima apertura del Régimen Franquista en busca de cierto reconocimiento internacional (en 1955 entra en la ONU) se abre, lo cual repercute positivamente en el desarrollo de la literatura española. Hay una mayor flexibilidad en la censura, lo cual permitió la difusión de las novelas de los grandes escritores occidentales (nueva tendencia: Realismo Crítico): el neorrealismo italiano (Moravia, Pavese), los escritores americanos de la “generación perdida” (Hemingway, Dos Passos, Faulkner) y la literatura francesa de posguerra como el existencialismo o las primeras manifestaciones del “nouveau roman”. 
Esta nueva flexibilidad hizo que hubiera una mayor tolerancia, siempre que no se tocasen temas políticos o relativos a la moralidad sexual. Del mismo modo, Diversos fenómenos socio-económicos repercutieron también pues, por ejemplo, el inicio del desarrollo industrial ocasionó grandes transformaciones sociales (movimientos migratorios que despueblan los campos y producen suburbios proletarios en las grandes ciudades, emigración a Europa de muchos trabajadores). Cabe destacar que las barreras censoras siguen siendo muy fuertes, mas ya no irreductibles, pues cada vez será más difícil el contacto con el resto del mundo. Muchos jóvenes aprovechan para viajar al extranjero y de manera clandestina irán llegando muchos libros prohibidos de la cultura occidental.
  Y así llegamos a 1954, año que podemos considerar inaugural dentro de la novela social en el sentido más estricto. En este año, y en los que inmediatamente le siguen, se dan a conocer Aldecoa, Fernández Santos, Sánchez Ferlosio, Juan Goytisolo, García Hortelano, Alfonso Grosso, Caballero Bonald, Carmen Martín Gaite, etc. El conjunto de estos autores, nacidos entre 1925 y 1931, ha recibido la denominación de generación de Medio Siglo. Estas novelas, lejos del estilo evasivo o triunfalista de la inmediata posguerra, mostraban a una España destruida, desigual y carente de libertades. Se reflejaba la sociedad tal y como era, con la pobreza que obligaba a emigrar del campo a la ciudad (hambre, chabolismo) y la alineación de los trabajadores se unía a la frivolidad de las clases altas. La novela incidía en esta realidad española con una clara intención social, especialmente, entre 1954 hasta 1961, momento en que el género se "agotó" y los autores volvieron a encauzar sus esfuerzos hacia la experimentación. 
Por otro lado, para la gran mayoría de la crítica, "La colmena" de Cela (1951) es la precursora de la novela social, con su despiadada visión de la sociedad madrileña de posguerra pues, como luego harán las novelas sociales, La colmena es producto de la observación de la vida madrileña y presenta al hombre corriente en su ambiente cotidiano. Es por tanto, la obra que nos disponemos a estudiar a continuación.





            2.2- LA COLMENA 



                  2.2.1- Autor, fecha y lugar de publicación. Explica qué cuenta la novela. ¿Cuál es la importancia de esta novela en la novela española tras la guerra civil?

"La Colmena", concebida en un principio como parte de una trilogía “Caminos inciertos” de la que será primera y única, fue gestada por su autor, Camilo José Cela, entre 1945 y 1948. No obstante, no será editada en Buenos Aires hasta el año 1951. No pudo publicarla en España hasta el Año 1955 debido a la censura de la época, ya que en la novela hay bastantes alusiones al sexo y al ambiente homosexual y carcelario de la época, temas que en la época en la que se encontraba (estando Franco en el poder en España), provocaron la idea de que era "francamente inmoral, a veces pornográfica y en ocasiones irreverente". Durante el mismo franquismo, Manuel Fraga (cuando fue nombrado ministro del interior), autorizó la primera edición en España, siendo esta novela incluida en la lista de las 100 mejores novelas en español del siglo XX del periódico español "El Mundo".

Con más de 300 personajes, en forma de personaje colectivo, representa la amarga existencia del Madrid de la posguerra a lo largo de tres días del año 1942. Es una novela que, sin apenas argumento, presenta la degradación de la España de la inmediata posguerra: dinero, hambre y sexo se convierten en las únicas preocupaciones de unos personajes que ocupan esa gran colmena donde lo importante es sobrevivir. Los personajes pertenecen a un buen número de estratos sociales, aunque se pueden simplificar hablando de dos grupos: el de los triunfadores más o menos enriquecidos y explotadores de los demás y el de los sumidos en la pobreza, fracasados y aporreados por la miserable existencia diaria. Asimismo, junto al enfoque social hay también una importante significación existencial. Los personajes que pululan por la obra son criaturas zarandeadas por la vida, echadas a una vida por la que caminan sin rumbo fijo, a menudo desposeídas incluso de la conciencia de su desgracia.  De entre los trescientos personajes que aparecen, apenas encontraremos representantes de las clases más acomodadas, y del mismo modo no tienen relevancia los pertenecientes a la clase obrera o a los sectores marginados. Lo que predomina es la clase media baja, la pequeña burguesía venida a menos, es decir, gentes en situación inestable, que tienen un futuro incierto y han de vivir a salto de mata. Sus ilusiones y proyectos de futuro son engañosos: sus miradas «jamás descubren horizontes nuevos», y su vida es una «mañana eternamente repetida». Este tipo de personajes se ajusta muy bien a la visión de la vida subyacente en la novela, primera parte de una serie que había de llevar el significativo título de «Caminos inciertos».

La voluntad de reflejar con exactitud la realidad no supone la absoluta neutralidad del autor, que interviene de dos formas contradictorias. En la mayoría de los casos utiliza la técnica objetivista, es decir, se limita a mostrar, a describir desde fuera, sin penetrar en el interior de los personajes. Otras veces, sin embargo, adopta una actitud omnisciente y comenta irónicamente las actitudes de los personajes.

Por otro lado, quiero destacar que, en suma, el peculiar arte de Cela se nos aparece de nuevo con rasgos vecinos al esperpento (aquel género literario creado por Ramón del Valle-Inclán, escritor español de la generación del 98, estudiado en blogs anteriores, en el que se deforma la realidad, recargando sus rasgos grotescos, sometiendo a una elaboración muy personal el lenguaje coloquial y desgarrado). De hecho, casi todos los rasgos propios de la “esperpentización” pueden encontrarse en La colmena: animalización, muñequización, contrastes, mordacidad...


Finalmente, cabe destacar que La colmena es una novela que en 1951 abre nuevas perspectivas a la novela española. Esas nuevas perspectivas vienen dadas por la unión de dos tradiciones literarias:

  • La tradición realista, representada por Pío Baroja.
  • La renovación formal del género que se venía realizando desde principios del siglo XX y que le llegará a Cela a través de diferentes corrientes: por un lado los novelistas españoles anteriores a la Guerra Civil (la novela del 98, sobre todo Valle-Inclán, y la novela novecentista, sobre todo Ramón Pérez de Ayala), y por otro, la novela renovadora europea y americana (James Joyce, Marcel Proust, William Faulkner, John Dos Passos).

La novela de Cela presenta una serie de rasgos que le permite enlazar con las dos tradiciones citadas:

  • Es una de las primeras novelas de posguerra que se enfrenta con la realidad de la sociedad española con la intención de denunciarla. Este hecho la pone en relación con Jean Paul Sartre y la novela social que se hace en Europa en la década de los 50.
  • Recoge influencias de los novelistas españoles anteriores a la Guerra Civil:
    • Baroja: «La novela debe reflejar la vida».
    • Valle-Inclán: Personaje colectivo, técnicas deformadoras de la realidad.
    • Su visión humorística de la vida enlaza con la obra de Ramón Gómez de la Serna y Wenceslao Fernández Flórez.
  • Incorpora técnicas renovadoras propias de la novela occidental contemporánea:
    • Objetivismo de la Generación Perdida norteamericana.
    • Realismo crítico: no solo presentar la realidad, sino también explicarla y denunciarla (Faulkner).
    • Complejidad estructural y temática: Joyce, Proust, Thomas Mann, Aldous Huxley.
    • Actualización de viejos motivos de la tradición literaria española.
    • De la novela picaresca utiliza la moral de la supervivencia y la visión social dominada por la insolidaridad.
    • El tratamiento del sexo, que la pone en relación con el Libro de buen amor y La Celestina.

Todas las innovaciones que Cela introduce en "La colmena" serán aprovechadas por los novelistas de la Generación del 50, y esa es la razón que convierte a esta novela en un acontecimiento fundamental en la literatura española de posguerra.



                                                                  (Camilo José Cela)


                           2.2.2- ¿Por qué se titula La colmena?

No obstante, La colmena no sólo fue la vanguardia de la renovación temática de nuestra novela, sino también de la formal: la narración de las peripecias de los distintos personajes es fragmentada, pasando de uno a otro para luego retomarlo otra vez. La estructura externa está compuesta de seis capítulos y un epílogo. Cada capítulo está integrado por un número variable de secuencias de corta extensión, separadas por un espacio en blanco y de longitud variable, que desarrollan episodios que están mezclados con otros que ocurren simultáneamente. Cada secuencia se centra en un personaje o en varios relacionados. De esta manera el argumento se rompe en multitud de pequeñas anécdotas, pero la importancia radica en la suma de estas secuencias, que conforma el conjunto de vidas cruzadas, tales como el conjunto de las celdillas de la colmena y, de ahí, el ingenioso título de la novela.



                    2.2.5- Temas: La Colmena supone una visión de la posguerra española, lo cual conlleva reflexiones sobre distintos temas como la importancia del dinero, la doble moral de la sociedad o la propia existencia humana. 
                    
                    2.2.5.1- El dinero: Recuerda las características de la posguerra española que viste en el tema anterior. ¿Es importante el dinero en las relaciones personales que se dan entre los personajes? ¿Por qué? Teniendo esto en cuenta, ¿en qué dos grupos se pueden dividir los personajes de la novela?

En esta novela de Cela podemos encontrar varios temas, pero un tema que es más importante que los otros es el tema da la pobreza. Durante toda la obra podemos ver la vida de los habitantes del Madrid de la posguerra, donde la mayoría de ellos tienen problemas para obtener suficiente dinero para la comida o para una vida honesta, siendo esto lo que también les ocurre a los personajes (recordemos que en el periodo de posguerra el hambre, la miseria y el paro engullían a nuestro país, creando una tremenda situación de malestar entre sus habitantes). Por ello, algunas personas tienen que hacer cosas cuáles nunca habría hecho si hubieran tenido dinero (de ahí se puede relacionar con otro tema de la obra, el de la humildad), como es el caso de muchas mujeres que, para obtener dinero con el que subsistir, son forzadas a tener relaciones. Como podemos observar, esto es otro tema, el del sexo, el cual podemos encontrar en varias partes de la obra. Por tanto, concluimos que el dinero sí que es importante en las relaciones personales de los personajes, pues es la única manera de mantenerse en un país en el que el hambre les impide subsistir, y cuya única forma de remediarlo es ostentar dinero.

Así, la obsesión por el dinero crea una tensión en los personajes y los diferencia: quienes lo tienen, hacen ostentación de ello y se muestran tiránicos y explotadores, imponiendo a los demás su autoridad sin escrúpulos (como Don Mario de la Vega, el impresor con sus puros de cinco pesetas); por otro lado,  los que carecen de él intentan conseguirlo por cualquier medio: prostitución (Purita, Victorita), pluriempleo (camareros, músicos, don Roberto) o, incluso, pidiendo préstamos (Martín Marco).

 Por tanto, en la obra aparecen alrededor de 300 personajes (reales y ficticios) de los cuales alrededor de 40 representan con sus peripecias cotidianas la vida de la ciudad de Madrid durante tres días de posguerra. Aunque algunos tengan un mayor protagonismo, no se puede decir que sean los protagonistas de la novela. De hecho, esta obra (siguiendo las tendencias de la narrativa del momento) se caracteriza por la presencia de un protagonista colectivo: La colmena presenta una suma de vidas que se engarzan entre sí para representar el vivir de todos los seres de la ciudad. A diferencia de la novela tradicional, en  La colmena no hay un héroe, el protagonismo es asumido por una masa mediocre, a veces miserable, que actúa movida por impulsos materiales, como el hambre, el sexo, la obsesión por el dinero. Podemos hacer, por tanto, una primera división teniendo en cuenta su carácter ficticio o real:

- Personajes reales: a lo largo de la obra se menciona con frecuencia a personajes históricos, personas vinculadas con la política o la cultura del momento, que ayudan a sitúan el relato en un momento histórico concreto y que contribuyen a dar verosimilitud al relato.

- Personajes que no aparecen en el tiempo y el espacio de la narración, pero a los que se menciona en relación con otros personajes (como la hija de doña Asunción (Paquita), que vive con un catedrático en Bilbao)

- Personajes que viven en el tiempo y el espacio de la narración. Es el grupo más importante y de ellos hablaremos con más detenimiento.

No obstante, si lo que deseamos es realizar un muestrario bastante más completo de las clases sociales de la ciudad (aunque no aparecen políticos, militares ni curas), en términos generales, los personajes se pueden agrupar en dos grandes grupos: los adinerados y los pobres. El primero de ellos, es muy reducido, con personajes que se muestran soberbios, hacen ostentación de su dinero y se aprovechan descaradamente de  sus subordinados. En cuanto al segundo, está compuesto por una amplia galería de seres resignados y desesperanzados, incapaces de ningún intento de mejora. En este grupo se destaca la presencia de trabajadores que consiguen malvivir a base de pluriempleos y horas extras (Pepe,el camarero; Padilla, el cerillero; don Roberto, etc), amas de casa de vida gris y anodina (la Filo, doña Visi), prostitutas (Elvirita, Purita; algunas han conseguido mejorar su situación, como doña Celia), personajes ociosos (Martín Marco, el joven poeta) y en el último escalón social encontramos al gitanillo que mendiga cantando por las calles.
         
Lee estos fragmentos y contesta las siguientes preguntas:


                                                                       TEXTO 1

1- ¿Qué relación existe entre Purita y José Sanz? ¿Cuál es la situación personal de Purita?¿A qué se dedica?

Como podemos ver en este fragmento perteneciente a la obra de Cela, Purita es una mujer que pertenece a los personajes clasificados anteriormente como pobres. Vemos como la escasez económica ha obligado a la muchacha a ejercer el trabajo de prostituta, único capaz de dotarla de un mínimo sueldo con el que poder subsistir. Por tanto, la relación existente entre ambos es una simple relación laboral, pues José Sanz es el cliente y ella es la puta. A esta deducción he llegado a través de comentarios como "Purita para en una pensión, asi está más libre y puede recibir recados por teléfono", "Sólo un ratito, ¿eh?, la parienta está ya con la mosca en la oreja." o como "El señor José mete cinco duros en el bolso de Purita, un bolso teñido de azul que mancha un poco las manos.", además del manoseo que el hombre le está haciendo a la mujer y del detalle que ni tan siquiera se conocen. Por tanto, deducimos que la situación personal de Purita es pésima, pues carece de un trabajo estable, de un sueldo digno, deduzco que también de casa e, inluso, de seres queridos que la apoyen, pues como dice en el texto, Purita es una de las mayores de 6 hermanos (Ramón, Mariana, Julio, Rosita y Paquito) cuya situación es similar (tiene que juntar el dinero con su hermano Julio, al que le dan tan solo cuatro pesetas) y cuyos padres fallecieron hacía ya años.

2- ¿Qué favor le pide a José Sanz?


Al parecer, según entiendo de estre fragmento del libro de Cela, el cliente de Paquita, José Sanz Madrid desea que la mujer le preste sus servicios, pudiendo proporcionarle así una plaza en una guardería de un amigo suyo que le debe muchos favores, para Paquito, el menor de los hermanos de la muchacha, a cambio de dejarse profanar el juju y darle placer. Por tanto, es una buena oportunidad para ayudar a la chica económicamente y poder darla más libertad para lograr quedar con más clientes, ya que ahora no tendrá que hacerse cargo de su hermano pequeño, o evitar tener que alimentar una boca más. Esto lo saco en claro de frases como "-Mi amigo hace lo que yo le mando, me debe muchos favores. -¡Ojalá! ¡Dios te oiga!", o como "Oye, ¿cuando sepas algo de lo del Paquito, me llamarás? -Si, descuida, yo te llamaré a ese teléfono.". Con ello, entiendo que el favor que la mujer pide a José es sobre algo de su hermano Paquito, pero el resto lo deduzco de frase como "-¡Con el Paquito en la guardería, ya es otra cosa!".

4- ¿Te parece una visión positiva o negativa de las relaciones personales? ¿Por qué?

En primer lugar, cabe destacar que como he mencionado en preguntas anteriores, en la España de la posguerra el paro, el hambre y la miseria invadían los hogares de cada uno de los ciudadanos españoles de la época. Por tanto, una de las pocas opciones que les quedaba a muchas mujeres españolas era entrar en el negocio de la prostitución, vendiendo su cuerpo a cambio de unas pocas pesetas con las que poder subsistir y dar de comer a su hijos o seres queridos a su cargo. Así, vemos como La Colmena representaba la vida de muchos españoles de la época reflejados en personajes como Purita, una humilde muchacha esclava de la prostitución para mantener a su hermano pequeño, Paquito; para apoyar económicamente a Julio y para alimentarse día tras día. De este modo, me parece una visión negativa, pues en mi opinión las relaciones personales entre seres queridos deben de ser por amor y no por dinero, además de que no creo que ninguna mujer se haga puta por amor a chuparla, mas tristemente era una solución rápida y fiable para asegurar tu supervivencia en la España de la época.


 
El señor José tiene la otra mano en una liga de Purita. Purita, en el invierno, lleva liguero, las ligas redondas no se le sujetan bien porque está algo delgada. En el verano va sin medias; parece que no, pero supone un ahorro, ¡ya lo creo!
-Mi amigo hace lo que yo le mando, me debe muchos favores.
-¡Ojalá! ¡Dios te oiga!
-Ya lo verás como sí.
La chica está pensando, tiene la mirada triste, perdida. El señor José le separa un poco los muslos, se los pellizca.
-¡Con el Paquito en la guardería, ya es otra cosa!
El Paquito es el hermano pequeño de la chica. Son cinco hermanos y ella, seis: Ramón, el mayor, tiene veintidós años y está haciendo el servicio en África; Mariana, que la pobre está enferma y no puede moverse de la cama, tiene dieciocho; Julio, que trabaja de aprendiz en una imprenta, anda por los catorce; Rosita tiene once, y Paquito, el más chico, nueve. Purita es la segunda, tiene veinte años, aunque quizá represente alguno más. Los hermanos viven solos. Al padre lo fusilaron, por esas cosas que pasan, y la madre murió,tísica y desnutrida, el año 41.
A Julio le dan cuatro pesetas en la imprenta. El resto se lo tiene que ganar Purita a pulso, callejeando todo el día, recalando después de la cena por casa de doña Jesusa.
Los chicos viven en un sotabanco de la calle de la Ternera. Purita para en una pensión, asi está más libre y puede recibir recados por teléfono. Purita va a verlos todas las mañanas, a eso de las doce o la una. A veces, cuando no tiene compromiso, también almuerza con ellos; en la pensión le guardan la comida para que se la tome a la cena, si quiere. El señor José tiene ya la mano, desde hace rato, dentro del escote de la muchacha.
-¿Quieres que nos vayamos?
-¡Si tú quieres!
El señor José ayuda a Purita a ponerse el abriguillo de algodón.
-Sólo un ratito, ¿eh?, la parienta está ya con la mosca en la oreja.
-Lo que tú quieras.
-Toma, para ti.
El señor José mete cinco duros en el bolso de Purita, un bolso teñido de azul que mancha un poco las manos.
 -Que Dios te lo pague.
A la puerta de la habitación, la pareja se despide.
-Oye, ¿cómo te llamas?
-Yo me llamo José Sanz Madrid, ¿y tú?, ¿es verdad que te llamas Purita?
-Sí, ¿por qué te iba a mentir? Yo me llamo Pura Bartolomé Alonso.
Los dos se quedan un rato mirando para el paragüero,
-Bueno, ¡me voy!
-Adiós, Pepe, ¿no me das un beso?
- Sí, mujer. 
-Oye, ¿cuando sepas algo de lo del Paquito, me llamarás?
-Si, descuida, yo te llamaré a ese teléfono.

                                                                    TEXTO 2 

 1- ¿Qué relación hay entre Don Francisco y  Merceditas?

Tras leer estre fragmento perteneciente a la obra de Cela, observamos que Don Francisco es el hombre que compró a la pequeña Merceditas Olivar Vallejo, una muchacha de trece años cuyos padres murieron en la guerra, y que pasó al cargo de la cuñada de su abuela hasta el día en el que la compró Don Francisco. Por tanto, según saco en claro de frases como "Mira, hija, don Francisco lo único que quiere es jugar, y además, ¡algún día tenía que ser!¿No comprendes?", Don Francisco es el despreciable que se empotra a la joven (mantiene relaciones sexuales). Así vemos todavía asomar alguna característica propia del antiguo tremendismo (La Colmena es la precursora de la novela social) como la exageración de la realidad, pues vemos como esto que expone el autor es una barbaridad (aunque algún caso se daría), y lo lleva al humor negro con frases como la que he puesto antes ("lo único que quiere es jugar"), además de criticarlo al principio del texto con la frase "Por la calle van cogidos de la mano, parecen un tío con una sobrina que saca de paseo".

 2- ¿Qué quiere decir Doña Carmen con "las primicias"?

Como vemos al final de este fragmento de la obra de Cela, justo antes de vender a la pequeña Merceditas por cien despreciables duros (vemos una crítica enorme hacia el abuso infantil) al avaricioso de Don Francisco, Doña Carmen prnunció: "-¡Las primicias, don Francisco, las primicias! ¡Un clavelito!", frase con la que la mujer deja claro que posee novedades ("primicias"), y que éstas son un "clavelito" (haciendo referencia a la pequeña Merceditas, que al ser niña, es virgen), por lo que Don Francisco va a tener el placer (deduzco que es un enfermo mental) de desvirgarla, haciéndola así mujer, aunque ese lujo hay que pagarlo, claro está.



Por la calle van cogidos de la mano, parecen un tío con una sobrina que saca de paseo. La niña, al pasar por la portería, vuelve la cabeza para el otro lado. Va pensando y no ve el primer escalón.
-¡A ver si te desgracias!
-No.
Doña Celia les sale a abrir.
-¡Hola, don Francisco!
-¡Hola, amiga mía! Que pase la chica por ahí, quería hablar con usted.
-¡Muy bien! Pasa por aquí, hija, siéntate donde quieras.
 La niña se sienta en el borde de una butaca forrada de verde. Tiene trece años y el pecho le apunta un poco, como una rosa pequeñita que vaya a abrir. Se llama Merceditas Olivar Vallejo, sus amigas le llaman Merce. La familia le desapareció con la guerra, unos muertos, otros emigrados. Merche vive con una cuñada de la abuela, una señora vieja llena de puntillas y pintada como una mona, que lleva peluquín y que se llama doña Carmen. En el barrio a doña Carmen la llaman, por mal nombre, "Pelo de muerta". Los chicos de la calle prefieren llamarle "Saltaprados".
Doña Carmen vendió a Merceditas por cien duros, se la compró don Francisco, el del consultorio.
Al hombre le dijo:
-¡Las primicias, don Francisco, las primicias! ¡Un clavelito!
Y a la niña:
-Mira, hija, don Francisco lo único que quiere es jugar, y además, ¡algún día tenía que ser!
¿No comprendes?


                   2.2.5.2- La doble moral:  Busca en qué consistía la moral del Nacional Catolicismo y explica si eran o no importantes las apariencia en la sociedad española de la época.


En los siguientes párrafos, voy a hacer una aproximación al nacionalcatolicismo. Estudiar la unión estrecha entre el Estado y la Iglesia Católica en el franquismo puede ser muy aleccionador en el momento presente, cuando el gobierno pretende imponer parte de la moral católica a toda la ciudadanía española.
El nacionalcatolicismo nació en la guerra civil y fue parte fundamental del ideario franquista durante la contienda y la larga dictadura. Además, condicionó a la propia Iglesia hasta bien entrada la década de los sesenta, y aún fue mantenido por un sector de la misma hasta el final de la dictadura, frente a los sectores más aperturistas imbuidos de las doctrinas del Concilio Vaticano II. 

El nacionalcatolicismo partía de la identificación del régimen franquista con los fines y medios de la versión integrista del catolicismo. El nacionalcatolicismo fue la unión estrecha entre la política y la religión en el nuevo Estado. España y la religión católica debían ir unidas, es decir, el destino del país se identificaba con dicha fe. Un buen español era un buen católico. Los malos españoles no eran católicos, según el tradicional maniqueísmo franquista aplicado a la historia contemporánea, llena de etapas y personajes que, supuestamente, habrían perseguido a la Iglesia en distinto grado y de diferente forma, desde la época ilustrada hasta la izquierda marxista y anarquista en la Segunda República y la guerra, pasando por afrancesados, liberales, demócratas, republicanos y masones.

Estas ideas fueron uno de los pilares fundamentales de la legitimación del franquismo, aunque realmente el nacionalcatolicismo no fue una doctrina ni creó un movimiento político concreto. Por eso, más que una ideología en sí, sería una especie de actitud de los políticos franquistas y de la jerarquía eclesiástica, una mentalidad que había que difundir entre la población española.

De este modo, observamos como en aquella época en la que el poder de la iglesia sobre el país era brutal, la importancia de aparentar en la sociedad española de la época resultaba vital, pues como ya he dicho, un buen español debía de ser católico, mas los malos españoles no eran católicos por lo que, aunque no fueses religioso, era muy importante aparentar que si lo fueses para poder seguir formando parte de la buena sociedad española y no tener peligro de ignominia (aquel deshonor, descrédito de quien ha perdido el respeto de los demás a causa de una acción indigna o vergonzosa, muy presente en la sociedad española de la época). Podemos ver de este modo múltiples acciones que se llevaban a cabo en secreto, como lo son los múltiples hombres que recurrían a la prostitución para poder mantener relaciones sin el fin de procrear, tal como decía la iglesia, algo que permitía que muchas mujeres, como hemos visto en el libro de La Colmena de Cela, se hiciesen prostitutas para subsistir.

El nacionalcatolicismo tiene antecedentes en las concepciones integristas y conservadoras católicas anteriores a la guerra civil. Se puede rastrear una línea que nace en el tradicionalismo, sigue con las ideas de Menéndez Pelayo, de Vázquez de Mella y de Ramiro de Maeztu. Pero si, anteriormente, estas ideas eran autónomas ahora, con el franquismo, pasan a estar subordinadas al nuevo proyecto político. Por eso, se puede considerar que el nacionalcatolicismo fue muy pragmático, ya que empleaba los conceptos que le interesaban para la legitimación del franquismo, desestimando otros o transformándolos para sus propósitos.

El nacionalcatolicismo tuvo carta de naturaleza con dos documentos fundamentales de la historia del franquismo: la Carta Colectiva del Episcopado español de 1937 por la que la Iglesia española, a instancias de Franco, se alineaba con la causa sublevada y definía la guerra como una “cruzada”, y el Concordato de 1953, que otorgaba un enorme poder a la Iglesia en muchas materias, a cambio de permitir que Franco interviniera en el nombramiento de las jerarquías eclesiásticas.


Lee este texto y contesta las siguientes preguntas:

                                                                      TEXTO 3
 1- ¿Qué es la casa de Doña Celia?

Doña Celia, antigua prostituta que ha conseguido mejorar su situación económica con este negocio, es una madre de familia que alquila las habitaciones de su vivienda a parejas que acuden al lugar a tener relaciones sexuales. Por tanto, es una especie de casa de citas en la que los hombres pueden acudir con sus ligues/novias o simples putas a pasar una noche de placer fuera del ambiente familiar y social. Podemos recordar cómo el tema del Nacionalcatolicismo hacía una fuerte presión sobre la sociedad española de la época, y cómo las relaciones en los católicos eran justificadas únicamente si la pareja se encontraba sumida en matrimonio. De este modo, la casa de Doña Celia era el lugar idóneo para consumar relaciones sexuales al margen de la sociedad, en secreto y sin peligro de vergüenzas o desprestigios sociales. Así, como observamos en este fragmento del libro de Cela, Ventura acudía con Julita a la casa de Doña Celia en busca del alquiler de una habitación en donde sus actos no fuesen objeto de burla social. 


 2-¿Por qué los niños se ponían contentos cuando llegaba algún señor?
¿Qué es lo único que le preocupa a Doña Celia?

Dada la pésima situación económica de muchos españoles de la época, el negocio de la prostitución era una buena salida para obtener un sueldo que llevase alimentos a sus tripas. En el caso de Doña Celia, madre de dos hijos, la situación económica había incrementado y mejorado con el tiempo, llegando a ser ella la portadora de una casa de citas que todos los meses le aportaba un sueldo suficiente para subsistir. Por tanto, los niños de Doña Celia sabían que cada vez que una pareja entraba al hogar su madre ganaba dinero, de modo que ver aparecer un hombre acompañado de una mujer era una sensación que les llenaba de júbilo, pues suponía un plato de comida cale tita disponible para llevarse a la boca el día siguiente. Esto lo vemos en frases como: "¡Viva, viva, que ha venido otro señor!" Los angelitos saben que el que entre un señor con una señorita del brazo significa comer caliente al otro día."

Por otro lado, vemos como Doña Celia, a pesar de estar contenta con su negocio, es madre de familia de dos criaturas de corta edad, por lo que ha de pensar en ellas, como buena madre que es. Por tanto, cada vez que una pareja acudía al hogar su única petición era que mantuviesen las relaciones con fuerza y placer pero con un poco de silencio, pues sus pobres hijos podrían traumatizarse con los gemidos. Así, vemos frases en el texto como: "-Mire usted, lo único que le pido es decencia, mucha decencía, que hay criaturas. Por amor de Dios, no me alborote." que dejan claro los deseos de Doña Celia por que las parejas mantengan la compostura para no conmocionar a sus pequeños, ya que esta es su única preocupación.


3- ¿Dónde usa la ironía el narrador?

Podemos ver como en libros anteriores de Cela como "La Familia de Pascual Duarte", el tremendismo se hacía muy presente, llevando numerosas situaciones hasta el extremo e incluso dotándolas de un ligero humor negro. No obstante, La Colmena ya ha abandonado en parte esta tendencia para abrirse camino hacia la novela social, mas es importante ver zonas de ironía que el autor sigue dejando a gusto del lector. Así, vemos cómo en este fragmento el autor se dota de numerosas frases cargadas de ironía, como una al principio del texto: "La casa de doña Celia es una casa que rezuma ternura por todos los poros; una ternura, a veces, un poco agraz; en ocasiones, es posible que un poco venenosilla". Podemos ver como la casa de Doña Celia es un lugar en el que se mantienen relaciones sexuales, de modo que "rezumar ternura" en un lugar al que acudían, en ocasiones putas, no es del todo apropiado, mas si gracioso. Por otro lado, he podido observar otro toque de ironía al finalizar el texto, pues el autor nos deja frases como: "Ventura y Julita solían meterse en la habitación a las tres y media o cuatro y no se marchaban hasta dadas las ocho. No se les oía ni hablar; así daba gusto." . Obviamente, no iban a hablar, pues en todo caso solo gemirían, ya que solo iban a empotrarse el uno al otro, de modo que el toque de "no se les oía ni hablar, así daba gusto" es otro toque de ironía disponible al lector. 




La casa de doña Celia es una casa que rezuma ternura por todos los poros; una ternura, a veces, un poco agraz; en ocasiones, es posible que un poco venenosilla. Doña Celia tiene recogidos dos niños pequeños, hijos de una sobrinita que murió medio de sinsabores y disgustos, medio de avitaminosis, cuatro o cinco meses atrás. Los niños, cuando llega alguna pareja, gritan jubilosos por el pasillo: "¡Viva, viva, que ha venido otro señor!" Los angelitos saben que el que entre un señor con una señorita del brazo significa comer caliente al otro día. Doña Celia, el primer dia que Ventura asomó con la novia por su casa, le dijo:
-Mire usted, lo único que le pido es decencia, mucha decencía, que hay criaturas. Por amor de Dios, no me alborote.
-Descuide usted, señora, no pase cuidado, uno es un caballero.
Ventura y Julita solían meterse en la habitación a las tres y media o cuatro y no se marchaban hasta dadas las ocho. No se les oía ni hablar; así daba gusto.

                                 
                                                                    TEXTO 4
                 

 1- ¿Por qué se prostituye Victorita? ¿Se avergüenza de ello?

Como podemos observar en este fragmento de Cela, Victorita es una humilde mujer que necesita dinero para poder comprarle las medicinas que su marido enfermo requiere. Como ya sabemos, la situación económica de muchas familias durante la época de posguerra en España fueron muy duras, y muchas de ellas no tenían dinero con el que llegar a fin de mes y mantenerse tanto a ellos como a sus seres queridos. Así, observamos como Victorita, que no se ha acostado nunca con un hombre por dinero, necesita hacerlo ahora para mantener a su novio, el hombre al que realmente quiere. Por tanto, vemos como la prostitución se vuelve a ver como un método rápido e incluso indispensable para muchas mujeres de la época. Esto lo observamos en frase como "-Bueno, yo soy lo que usted quiera, a mí no me importa. Yo tengo que tirarme a un hombre para comprarle unas medicinas a otro. ¡Venga el tío!", donde se aclara esa necesidad de dejarse manosear y penetrar por un hombre al que no quiere mas que necesita.

Del mismo modo, vemos como la mujer afronta su situación de un modo muy sereno y tranquilo, pues supongo que en parte era una actitud muy corriente entre muchas mujeres españolas de la época. Debido a la escasez de dinero, muchas mujeres debían recurrir a este trabajo y, por tanto, se hacía un tanto corriente entre aquellas. Así, vemos como no se avergüenza de ello, pues el amor que ella tiene hacia el hombre que está enfermo la lleva a realizar lo impensable, en este caso acostarse con un hombre a cambio de ese dinero que le permitirá comprar las medicinas que necesita. Esta actitud de serenidad y comprensión la observamos en frases como la que he puesto anteriormente, y en otras como la siguiente: "-¡Hombre, me alegro de conocerlo! ¡Aquí me tiene! ¿No me andaba buscando? Le juro a usted que jamás me he acostado con nadie más que con mi novio. Hace tres meses, cerca de cuatro, que no sé lo que es un hombre. Yo quiero mucho a mi novio. A usted nunca lo querré, pero en cuanto me pague me voy a la cama. Estoy muy harta. Mi novio se salva con unos duros. No me importa ponerle los cuernos. Lo que me importa es sacarlo adelante. Si usted me lo cura, yo me lío con usted hasta que usted se harte.", no obstante se sigue viendo ese sentimiento de tristeza al tener que vender su cuerpo, pues tras decir estas palabras la mujer se echa a llorar, dada la dificultad que supone llevar a cabo dicha acción.

 2- ¿Dónde se ve la hipocresía de Doña Ramona?

En este fragmento perteneciente a la exitosa obra de Cela podemos observar numerosas referencias a  a hipocresía que la señora Ramona, una mujer sin demasiados problemas económicos, pues dice ser una mujer dueña de una lechería (que en realidad es una tapadera, pues el verdadero negocio es una casa de citas, viéndose ahí el primer toque de hipocresía) que mantuvo numerosas relaciones amorosas con un Subsecretario de Hacienda, de lo que entiendo que pertenece a las clases altas y burguesas españolas de la época de posguerra. Así, podemos observar numerosas zonas de hipocresía en el texto, como cuando la pobre Victorita acude a la lechería dispuesta a fornicar con el cliente que la espera en el lugar, pues se observa cierto tono de incertidumbre en doña Ramona, como si no supiese de qué iba el asunto, cuando estaba al corriente de todo, pues ella era la alcahueta, además de insultar a la joven y llamarla golfa y maleducada. Por tanto, esto deja claro la hipocresía de la mujer.

 Del mismo modo, podemos ver esta misma actitud al principio del texto, pues el autor nos aclara que la mujer había sido la antigua amante de un alto cargo del Estado, en concreto el Subsecretario de Hacienda, y ahora se estaba mofando de doña Victorita cuando ella había hecho anteriormente lo mismo aunque peor, pues al menos la pobre Victorita se ve obligada a prostituirse por un fin mayor: las medicinas para su novio enfermo de tuberculosis. Por tanto, como digo, son numerosas las referencias de hipocresía hacia este extraño personaje de doña Ramona. Del mismo modo, vemos como la mujer se hace la víctima, espantándose al ver la intranquilidad de Vicorita por terminar cuanto antes lo que se dispone a hacer, e incluso miente diciendo que venía a pegarla, cuando había sido ella la que había concertado la cita. Es por tanto, una actitud hipócrita, pues intenta encubrir la realidad para quedar ella como la buena. Vemos como esta actitud malvada hacia la chica la convierte, además, en un personaje repulsivo.
 
 3- ¿Cuál crees que es la opinión de Cela respecto a las dos mujeres: las trata igual, por qué?


En mi opinión, esn este fragmento se puede observar claramente como Cela trata de forma muy diferente a las dos mujeres, pues las impresiones que éste me trasmite de cada una de ellas es muy distinta. Por un lado, encontramos a Victorita, mujer humilde y casada que deja vender su cuerpo por el amor pasional que tiene hacia su novio, Paco, que está enfermo de tuberculosis y por el cual es capaz de prostituirse. Por tanto, vemos como ella es la víctima, la pobre muchacha que tiene que entrar en el odioso trabajo de la prostitución para sacar dinero con el que curar a su marido. Sin embargo, por otro lado, encontramos a la repulsiva Ramona, dueña de un buen negocio a cambio de sus aventuras amorosas con el Subsecretario de Hacienda. Hipócrita, malvada y ricachona, se mofa de las mujeres como Victorita, que tienen que ponerle los cuernos a sus maridos a cambio de dinero (pues es la única forma rápida posible de conseguirlo en la España de la época), a pesar de que ella hizo lo mismo sin necesidad alguna. Por tanto, observamos como es una visión muy distinta la que el autor nos otorga de ambas mujeres.

 
 

 
 Victorita se fue a la calle de Fuencarral, a la lechería de doña Ramona Bragado, la antigua querida de aquel señor que fue dos veces Subsecretario de Hacienda.
-¡Hola, Victorita! ¡Qué alegría más grande me das!
-Hola, doña Ramona.

Doña Ramona sonríe, meliflua, obsequiosa.
-¡Ya sabía yo que mi niña no había de faltar a la cita! Victorita intentó sonreír también.
-Sí, se ve que está usted muy acostumbrada.
-¿Qué dices?
-Pues ya ve, ¡nada!
-¡Ay, hija, qué suspicaz!

Victorita se quitó el abrigo, llevaba el escote de la blusa desabrochado y tenía en los ojos una mirada extraña, no se sabría bien si suplicante, humillada o cruel.
-¿Estoy bien así?
-Pero hija, ¿qué te pasa?
-Nada., no me pasa nada.

Doña Ramona, mirando para otro lado, intentó sacar a flote sus viejas mañas de componedora.
-¡Anda, anda! No seas chiquilla. Anda, entra ahí a jugar a las cartas con mis sobrinas.
Victorita se plantó.
-No, doña Ramona. No tengo tiempo. Me espera mi novio. A mi, ¿sabe usted?, ya me revienta andar dándole vueltas al asunto, como un borrico de noria. Mire usted, a usted y a mi lo que nos interesa es ir al grano, ¿me entiende?
-No, hija, no te entiendo. Victorita tenía el pelo algo revuelto.
-Pues se lo voy a decir más claro: ¿dónde está el cabrito?

Doña Ramona se espantó.
-¿Eh?
-¡Que dónde está el cabrito! ¿Me entiende? ¡Que dónde está el tío!
-¡Ay, hija, tú eres una golfa!
-Bueno, yo soy lo que usted quiera, a mí no me importa. Yo tengo que tirarme a un hombre para comprarle unas medicinas a otro. ¡Venga el tío!
-Pero, hija, ¿por qué hablas así? Victorita levantó la voz.
-¡Pues porque no me da la gana de hablar de otra manera, tía alcahueta! ¿Se entera? ¡Porque no me da la gana!

Las sobrinas de doña Ramona se asomaron al oír las voces. Por detrás de ellas sacó la jeta don Mario.
-¿Qué pasa, tía?
-¡Ay! ¡Esta mala pécora, desagradecida, que quiso pegarme!

Victorita estaba completamente serena. Poco antes de hacer alguna barbaridad, todo el mundo está completamente sereno. O poco antes, también, de decidirse a no hacerla.
-Mire usted, señora, ya volveré otro día, cuando tenga menos clientas.
La muchacha abrió la puerta y salió. Antes de llegar a la esquina la alcanzó don Mario. El hombre se llevó la mano al sombrero.

-Señorita, usted perdone. Me parece, ¡para qué nos vamos a andar con rodeos!, que yo soy un
poco el culpable de todo esto. Yo...

Victorita le interrumpió.
-¡Hombre, me alegro de conocerlo! ¡Aquí me tiene! ¿No me andaba buscando? Le juro a usted que jamás me he acostado con nadie más que con mi novio. Hace tres meses, cerca de cuatro, que no sé lo que es un hombre. Yo quiero mucho a mi novio. A usted nunca lo querré, pero en cuanto me pague me voy a la cama. Estoy muy harta. Mi novio se salva con unos duros. No me importa ponerle los cuernos. Lo que me importa es sacarlo adelante. Si usted me lo cura, yo me lío con usted hasta que usted se harte.
La voz de la muchacha ya venia temblando. Al final se echó a llorar.
-Usted dispense...
Don Mario, que era un atravesado con algunas venas de sentimental, tenía un nudo en la garganta.
-¡Cálmese, señorita! Vamos a tomar un café, eso le sentará bien.
En el Café, don Mario le dijo a Victorita:
-Yo te daría dinero para que se lo llevases a tu novio, pero, hagamos lo que hagamos, él se va a creer lo que le dé la gana, ¿no te parece?
-Sí, que se crea lo que quiera. Ande, lléveme usted a la cama.


                  2.2.5.3- La existencia humana: ¿ Qué visión tiene Cela de la existencia de sus personajes: cómo es su vida, tienen expectativas de futuro, ilusiones, etc?


En uno de sus prólogos, Cela desarrolla la tesis de que "el hombre sano no tiene ideas. A veces pienso que las ideas religiosas, morales, sociales, políticas, no son sino manifestaciones de un desequilibrio del sistema nervioso". Por todo lo dicho, la afirmación inicial del autor desde la nota a la 1ª edición: "Mi novela (...) no es otra cosa que un pálido reflejo, que una humilde sombra de la cotidiana, áspera, entrañable y dolorosa realidad", sólo puede aceptarse entendiendo que el autor escoge la parte así determinada, intencionadamente delimitada, de la realidad social y personal. Y abiertamente contradice su principio de que la vida no se puede disfrazar con la literatura, que el mal "no puede ser combatido con los paños calientes del conformismo, con la cataplasma de la retórica y la poética", puesto que la novela responde a una esforzada, delicada labor de engranaje de sus componentes, a una retórica constructiva (véase más adelante) muy cuidada, a fin de alcanzar el deseado efecto de dar una determinada visión del mundo: "la vida es lo que se vive —en nosotros o fuera de nosotros—, nosotros no somos más que su vehículo, su excipiente, como dicen los boticarios". No hay por qué dudar de que ésa es la idea propia de Cela. Las gentes no saben a donde van, cuál podría ser su finalidad... Efectivamente, unos seres solitarios y amedrentados se conforman con ser arrastrados, sin ningún rumbo fijo ni futuro, por una existencia vacía, rutinaria, vulgar y, en muchos casos, indigna.

Dentro de la amplia variedad de condición social, económica, profesional, de edad, etc., que exhibe la muchedumbre de tipos creados por Cela, todos o casi todos responden a una misma concepción del hombre y vienen a ser iguales, en cuanto que les guían las mismas intenciones, combinadas en dosis diversas de acuerdo con la citada variedad. "La cumbre y la tradición del hombre, como la cultura y la tradición de la hiena o de la hormiga, pudieran orientarse, sobre una rosa de tres solos vientos: comer, reproducirse, y destruirse. La cultura y la tradición no son jamás ideológicas y sí, siempre, instintivas".
 
Se entiende así que cada personaje vaya a vivir "su momento" con el máximo egoísmo. Son personas, en su mayor parte, mezquinas o mediocres, de turbios anhelos, de inseguro proceder, de actitud asustadiza y recelosa. Más que elegir libremente una vida acertada y adecuada a su naturaleza humana racional y espiritual, se arrastran por ella, eludiendo sus golpes, tratando de no ser arrollados, apurando las posibilidades del momento presente. Se ha dicho, con razón, que La Colmena es una novela behaviorista, que sus protagonistas constituyen arquetipos de conducta. Y, en efecto, por su conducta los conocemos (aunque en pocos casos el autor traza epopeyas): por lo que anhelan, hacen, sufren en cada instante.

De acuerdo con el ideario trazado por Cela, sus personajes buscan el alimento como fin único de su vida. Los que ya lo tienen asegurado, la satisfacción sexual. Y si, ciertamente, ninguno parece querer destruirse (tercer punto del programa), se sienten abocados a la muerte sin ningún horizonte de más allá, sin que ni siquiera conciban algún modo de sobrevivencia puramente humano como honor, gloria, fama, prestigio, etc. No piensan en el futuro, tratan de afrontar el tiempo en el que están viviendo, por tanto la gente no se revela (Doña Rosa se mete siempre con sus camareros diciéndoles rojos, maricas…El pensamiento del gitanillo, el cual dice que “detrás de los días vienen las noches, detrás de las noches vienen los días"), por lo que podemos decir que no tienen ninguna esperanza. No buscan destruirse, pero lo sienten fatalmente. Así lo enuncia Filo, uno de los poquísimos personajes de honrada y abnegada actitud: "Esperar a que los hijos crezcan, seguir envejeciendo y después, morir. Como mamá, la pobre".

Hay, pues, en el común de todas estas figuras una clara nota de animalidad, en el sentido estricto del término, que se manifiesta en cómo reaccionan ante los estímulos del medio. Por el instinto, no por la razón, ni siquiera por sentimientos nobles. Con muy pocas excepciones, el amor humano no existe. No hay más que la atracción instintiva, nunca se atiende (el autor jamás la describe) al afecto de la belleza femenina; se desea, sin más explicaciones, a determinada mujer. Esta, a su vez, se entrega de modo análogo, sin ternura, sin afecto, sin pasión. Como por pura fuerza natural, cuando no es simple venta de su cuerpo.
 
Lee los siguientes fragmentos y contesta las siguientes preguntas:

                                                                   TEXTO 5


  1- ¿Cómo es la actitud ante la vida de los clientes que pasan las horas muertas en el café? ¿Te recuerda esta actitud a otra ya vista el pasado trimestre? ¿Cuál?

Como podemos ver en este fragmento perteneciente al libro de Cela, los clientes que acuden a los distintos Cafés son gentes que creen que las cosas pasan porque sí, porque así tienen que suceder, sin pensar en como remediarlo, mejorarlo o incluso rebatirlo, ya que no piensan que no merece la pena ponerle remedio a nada. Podemos ver como, en el caso del Café del texto, el de doña Rosa, todos ellos fuman y meditan sobre cosas sin importancia, muchos de ellos a solas, sibre las pobres y entrañables cosas que les "llenan o les vacían la vida entera", es decir, cosas que adoran o detestan mas que aceptan con indiferencia. Asimismo, vemos como todos ellos se sientan a pensar, recordar, meditar con ademanes soñadores, e incluso hay quien intenta pensar en cómo serán las cosas hacia algo mejor, cómo cambiar el mundo, mas finalmente aceptan con amargura y resignación la realidad que les toca vivir, sin intenciones de remedio, como se observa en esta frase: "Hay quien pone al silencio un ademán soñador, de imprecisa recordación, y hay también quien hace memoria con la cara absorta y en la cara pintado el gesto de la bestia ruin, de la amorosa, suplicante bestia cansada: la mano sujetando la frente y el mirar lleno de amargura como un mar encalmado."

Por tanto, en mi opinión, esta actitud de indiferencia, resignación y aceptación me recuerda a la adoptada por el personaje de Iturrioz en la novela de "El árbol de la ciencia", de Pio de Baroja, el cual adopta una actitud indiferente ante todas aquellas injusticias, es decir, observa y respeta el curso de la vida, pues para él, el hombre no es un ser justo, ya que actúa realizando movimientos según su provecho. Iturrioz busca un sentido a la vida, y observa sereno su transcurso, preguntándose la forma de actuar de cada una de las especies que encuentra a su paso, todo lo contrario que el hombre "justiciero" que él define indignado, el cual aplica el sentido de dicha definición en su propio beneficio, de modo que no es justicia. Y es esta actitud la que yo veo en este texto, el llamado estado de "pasividad", es decir, una actitud de indiferencia e indolencia ante cualquier mal que pueda darse. Es así como yo veo a estos tertulianos que acuden al Café a hacerse los pensativos y a adoptar una actitud pasiva ante cualquier mal que puedan pensar que les perjudica.
 

  2- ¿Cómo son sus conversaciones?

Como se observa en el texto, las gentes que acuden a los cafes a meditar sobre sus vidas pierden el tiempo conversarndo sobre sandeces sin sentido con las que logran evadir los temas de verdadera importancia pertenecientes a situaciones realales. Por ejemplo, vemos como como algunos conversan sobre gatas que acaban de dar a luz, otros sobre aquel niño muerto que nadie recuerda..., mas todos evitan hablar sobre esos temas importantes que les afectan a todos. Todo esto podemos observarlo en de frase como las siguientes: "hay tardes en que la conversación muere de mesa en mesa, una conversación sobre gatas paridas, o sobre el suministro, o sobre aquel niño muerto que alguien no recuerda, sobre aquel niño muerto que, ¿no se acuerda usted?, tenia el pelito rubio, era muy mono y más bien delgadito, llevaba siempre un jersey de punto color beige y debia andar por los cinco años." No obstante, podemos ver como finalmente, todas esas conversaciones se asemejan a un corazón que late enfermo, sin comas, como podemos ver al final de texto.

 4- ¿Qué crees que pueden simbolizar los cafés en la novela?

En mi opinión, con los Cafés, el autor hace un simbolismo a la vida misma, en especial a la sociedad de la época (etapa franquista), pues ésta es el Café, cuyo corazón se va quemando y enfermando, es decir, el corazón del Café son las personas que van enfermando poco a poco a la sociedad con sus actitudes pasivas y sus estados de ataraxia. En la última frase del texto "En estas tardes, el corazón del Café late como el de un enfermo, sin compás, y el aire se hace como más espeso, más gris,", se ve claramente este simbolismo que Cela intenta expresar, pues se ve cómo los españoles van al Café a conversar, a relacionarse, como en la vida misma, mas como hemos visto en lo único que se centran es en dialogar acerca de temas sin sentido ni importancia, dejando de lado los asuntos que de verdad importan. Del mismo modo, vemos como el autor escribe "el aire se hace como más espeso, mas gris", haciendo referencia al futuro de la sociedad, y en general del país, pues si el corazón no se mejora (las personas no hacen por arreglaro), acabará muriendo, y es lo que le puede suceder a la población. Por tanto, Cela hace una crítica a la sociedad, al pasotismo con el que afronta los temas de importancia y a su actitud indiferente ante la realidad, pues es ésta la que conlleva el cierre del Café, es decir, al derrumbe de un país. 

Del mismo modo, podemos recordar esta misma actitud en el pueblo de "Alcolea", en la novela de "El árbol de la ciencia" de Pio Baroja, donde se reflejaba la vida en este pueblo, visionado como una España en pequeño, albergando los mismos problemas que generan una sociedad pésima y sin remedio. Podemos observar cómo el autor daba su propia opinión acerca de este pueblo, inundado de una tremenda corrupción política; y unos ciudadanos que aceptan su pobreza, y se resignan sin luchar por cambiar su situación, convenciéndose de que ésta es la mejor. Así, el escritor llegó a la conclusión de que el ser humano es así por naturaleza y, por tanto, nunca cambiará su carácter. Así, vemos cómo Baroja lo critica con indignación un símil de lo que ocurre en estos Cafés españoles de posguerra, aunque con una visión negativa de que no irá a mejor (veremos todo lo contrario en el texto de "La mina", donde el autor mostrará sus visiones de mejora).
 
 
Los clientes de los Cafés son gentes que creen que las cosas pasan porque sí, que no merece la pena poner remedio a nada. En el de doña Rosa, todos fuman y los más meditan, a solas, sobre las pobres, amables, entrañables cosas que les llenan o les vacían la vida entera. Hay quien pone al silencio un ademán soñador, de imprecisa recordación, y hay también quien hace memoria con la cara absorta y en la cara pintado el gesto de la bestia ruin, de la amorosa, suplicante bestia cansada: la mano sujetando la frente y el mirar lleno de amargura como un mar encalmado.
Hay tardes en que la conversación muere de mesa en mesa, una conversación sobre gatas paridas, o sobre el suministro, o sobre aquel niño muerto que alguien no recuerda, sobre aquel niño muerto que, ¿no se acuerda usted?, tenia el pelito rubio, era muy mono y más bien delgadito, llevaba siempre un jersey de punto color beige y debia andar por los cinco años. En estas tardes, el corazón del Café late como el de un enfermo, sin compás, y el aire se hace como más espeso, más gris,.


TEXTO 6


1- ¿Qué visión nos ofrece Cela de la existencia humana a través de la forma de jugar que tienen estos niños? 

Como he explicado antes, los personajes de la obra de Cela no piensan en el futuro, sino que tratan de afrontar el tiempo en el que están viviendo, por lo que podemos decir que no tienen ninguna esperanza. No buscan destruirse, pero lo sienten fatalmente. Por tanto, son seres solitarios y amedrentados y se conforman con ser arrastrados, sin ningún rumbo ni futuro, por una existencia vacía, rutinaria, vulgar y, en muchos casos, indigna. Así, como podemos ver en este fragmento que expresa la forma de jugar de dos niños de corta edad, observamos cómo lo hacen de forma aburrida, sin ningún tipo de entusiasmo, de modo desganado, mas con una serenidad tremenda. como dice el texto, son dos niños ordenancistas, consecuentes, dos niños que juegan al tren, aunque se aburren como ostras, porque se han propuesto divertirse y, para divertirse, se han propuesto, pase lo que pase, jugar al tren durante toda la tarde. De este modo, vemos que no tienen un futuro claro, sino que son arrastrados con lo que conlleva el momento presente, sin esperanza. Además, se observa cómo tienen que conseguirlo de una manera u otra, pues eso es lo que se han propuesto, mas vemos como justifican que, en caso de que no lo consigan, no es culpa suya, pues hacen todo lo posible, pensando que no está en su mano tomar las decisiones sobre su futuro, de ahí que no tengan uno definido.  Podemos ver cómo esta actitud la toman muchos personajes anteriores, pues recordemos cómo Purita (tenía que conseguir dinero para dar de comer a su hermano pequeño) o Victorita (buscaba dinero para las medicinas de su novio).

Por tanto, en mi opinión, esta es la visión que intenta ofrecernos el autor de la existencia humana, pues quiere darnos a entender cómo es la sociedad españolas de la época, y cómo pasaban sus horas sin un futuro claro, sino arrastrados por lo que les llevaba el presente, sin mover ni un dedo por mejorar su situación y poder así pensar en un futuro mejor para ellos y sus descendientes.

 

Dos niños de cuatro o cinco años juegan aburridamente, sin ningún entusiasmo, al tren por entre las mesas. Cuando van hacia el fondo, va uno haciendo de máquina y otro dé vagón. Cuando vuelven hacia la puerta, cambian. Nadie les hace caso, pero ellos siguen impasibles, desganados, andando para arriba y para abajo con una seriedad tremenda. Son dos niños ordenancistas, consecuentes, dos niños que juegan al tren, aunque se aburren como ostras, porque se han propuesto divertirse y, para divertirse, se han propuesto, pase lo que pase, jugar al tren durante toda la tarde. Si ellos no lo consiguen, ¿qué culpa tienen? Ellos hacen todo lo posible.


TEXTO 7


1- ¿Cómo es la vida de Elvira?
¿Hace algo para salir de ella?

Como podemos ver en estre fragmento de la novela de Cela, la señorita Elvira lleva una vida un tanto monótona, sencilla y aburrida. Podemos ver cómo el autro escribe: "La señorita Elvira se calla y sigue fumando. Hoy está como algo destemplada, siente escalofríos y nota que le baila un poco todo lo que ve. La señorita Elvira lleva una vida perra, una vida que, bien mirado, ni merecía la pena vivirla. No hace nada, eso es cierto, pero por no hacer nada, ni come siquiera.", con lo que se deja claro que la señora Elvira lleva una vida perra, una vida sin ningún interés, sin emociones, cuya finalidad no va a ningún sitio, por lo que no merece la pena ni vivirla. Asimismo, vemos como no hace nada para salir de ella, pues acepta su monotonía preocupándose de los cotilleos matutinos y de pasearse por los Cafés, leyendo novelas y fumando diariamente. Así, se deja claro lo explicado anteriormente de que son personajes sin futuro, que viven el momento arrastrados por lo que surge en el presente, desempeñando una existencia vacía, rutinaria y vulgar. 

 2-¿Qué crees que significa "que está a lo que caiga"?

En mi opinión, según el contexto de este texto, cuando el autor dice que la señorita Elvira "está a lo que caiga", quiere decir que es una mujer cotilla que, para hacer un poco más interesante y salir de la monotonía de su vida, se centra en escuchar y prestar atención a los cotilleos de los demás. Por tanto, vemos como el fruto de su entretenimiento diario es leer novelas, fumar cigarrillos y estar pendiente de las vidas ajenas, puesto que me hago a la idea de que la señorita Elvira es la típica "Mari" (señora mayor cotilla) que no tiene otra cosa mejor que hacer que preocuparse de vidas ajenas más que la de una misma, aparte de hacer sopas de letras (como todas las señoras mayores), leer novelas, ir a los Cafés... No obstante, como podemos observar al final del texto, lo malo de sus cotilleos es que suelen ser escasos y, cuando no lo son, resultan de poca calidad e importancia, como podemos atender al final del texto: "Lo malo es que lo que cae suele ser de Pascuas a Ramos, y para eso, casi siempre de desecho de tienta y defectuoso".

Asimismo, con "está a lo que caiga", el autor se refiere a que es una mujer dispuesta a irse con el primer hombre que se lo proponga, ya que no tienen nada mejor en lo que malgastar el tiempo.


La señorita Elvira se calla y sigue fumando. Hoy está como algo destemplada, siente escalofríos y nota que le baila un poco todo lo que ve. La señorita Elvira lleva una vida perra, una vida que, bien mirado, ni merecía la pena vivirla. No hace nada, eso es cierto, pero por no hacer nada, ni come siquiera. Lee novelas, va al Café, se fuma algún que otro tritón y está a lo que caiga. Lo malo es que lo que cae suele ser de Pascuas a Ramos, y para eso, casi siempre de desecho de tienta y defectuoso.


TEXTO 8


1- Este es el último párrafo de la novela:  ¿Qué visión nos ofrece Cela de las vida en esa España de posguerra? Pincha este enlace y verás este texto en la secuencia final de la película: Final de La colmena

Como podemos observar en este fragmento perteneciente al final de "La Colmena", Cela nos ofrece una visión pesimista de las vidas en la España de la posguerra, pues podemos observar como son totalmente repetitivas, monótonas, tristes, vacías, vulgares y, sobre todo, sin esperanzas de cambio. Esto lo podemos ver mas claro con pequeños fragmentos del propio texto: "sobre los mirares recién despiertos, esos mirares que jamás descubren horizontes nuevos, paisajes nuevos, nuevas decoraciones. La mañana, esa mañana eternamente repetida, juega un poco, sin embargo, a cambiar la faz de la ciudad, ese sepulcro, es cucaña, esa colmena...". Finalmente, si hacemos referencia a la adaptación cinemaotgráfica de dicha escena, vemos cómo vuelven a aparecer los mismos Cafés que representan la rutina de todos los ciudadanos españoles de la época, y vemos también la adaptación de esa atmósfera monótona que englobaba a los mismos. Es por tanto, una visión triste y pésima de la sociedad de la época.


La mañana sube, poco a poco, trepando como un gusano por los corazones de los hombres y de las mujeres de la ciudad; golpeando, casi con mimo, sobre los mirares recién despiertos, esos mirares que jamás descubren horizontes nuevos, paisajes nuevos, nuevas decoraciones. La mañana, esa mañana eternamente repetida, juega un poco, sin embargo, a cambiar la faz de la ciudad, ese sepulcro, es cucaña, esa colmena...

¡Que Dios nos coja confesados!

LA COLMENA: APARTADO DE PELÍCULA

"La colmena" es una recreación cinematográfica de la novela de Cela, de modo que no va a tener una secuencia temporal ordenada, además de carecer de los tres factores que caracterizan a todas las novelas: presentación, nudo y desenlace. Durante la película, uno de los personajes que se encuentran en el bar dice que toda novela debe estar estructurada por presentación, nudo y desenlace (lo dice un personaje de una novela la cual no presenta dicha estructura). Todos lo personajes (hay más de 300) están interrelacionados. Asimismo, se presentan contrastes entre el final y el inicio de cada escena; por ejemplo,  hay una escena que acaba con gente rica haciendo cola para comprar barquillos, y empieza la siguiente con gente pobre haciendo cola para que les den de comer. Por tanto, se ve el contraste entre la clase baja y la clase media. La Colmena presenta también gran insensibilidad social.



                   2.2.6- ¿Qué novedades aporta respecto a las técnicas narrativas empleadas: orden cronológico, uso de secuencias, tipo de narrador, etc?

Esta  novela se caracteriza por su poco convencionalismo y por su  complejidad, que se manifiesta en su estructura, en el tratamiento de los personajes, del tiempo y del espacio. Es una novela de estructura abierta, sin argumento y sin desenlace, como ya he aclarado anteriormente. En sus páginas asistimos a un ir y venir de personajes, de los que se van ofreciendo retazos de su vida, rápidos apuntes en lo que se ha dado en llamar estructura caleidoscópica. Asimismo, el argumento se reduce a la narración de la amarga existencia de los personajes (alrededor de 300) durante tres días en el Madrid de la posguerra. No hay desenlace, pues todas las acciones quedan inacabadas.

Desde el punto de vista externo, la novela se compone de seis capítulos y un final. Cada capítulo está integrado por una serie de secuencias de longitud variable (aunque no suelen superar las tres páginas). Cada secuencia se centra en un personaje (o en varios relacionados). Con frecuencia se trata de una composición simultánea (varias secuencias transcurren en un mismo momento).  Cada una de esas secuencias o piezas aisladas es como una celdilla del panal de una colmena. Están separadas entre sí pero unidas forman un todo.  El espacio metafórico es en la novela la colmena urbana, donde habitan de manera triste y amarga tantas vidas casi siempre grises y vulgares. La peripecia de cada personaje queda fragmentada y entremezclada con otras anteriores o posteriores. De esta forma, pulula por la novela una muchedumbre que va encontrándose en los mismos lugares o realiza simultáneamente las mismas acciones, se entrecruzan, se relacionan casualmente, pero no se comunican. 

La novela abarca poco más de tres días de diciembre del año 1943. Su disposición no sigue la linealidad temporal, no están ordenados de forma cronológica. Este desorden cronológico y los saltos e interrupciones de las secuencias contribuyen a crear una sensación de confusión acorde con el momento histórico, en el cual la miseria y el hambre arrastran al ser humano a situaciones que no puede dominar por sí mismo. Esta estructura de secuencias tan bien ensambladas provoca que se denomine esta novela como “novela reloj”, donde cada pieza depende de otra. 

Finalmente, La Colmena es una novela que no utiliza una técnica narrativa única. En unas ocasiones hallamos la presencia de un narrador omnisciente que sabe lo que piensan, sienten o sueñan los personajes y que conoce su historia, e incluso en alguna ocasión parece saber más del interior del personaje que el propio personaje. La omnisciencia del narrador se percibe asimismo en la minuciosidad de los datos que ofrece acerca de los personajes: el narrador conoce su vida presente, su nombre y apellidos, edad,... y se remonta incluso al pasado ofreciendo con gran detalle datos acerca de su vida. Este narrador onmisciente muestra su mayor grado de subjetividad en el tratamiento de los personajes, ya que selecciona aquellos aspectos de los personajes que le sirven para sus propósitos, y muestra claramente sus simpatías o antipatías hacia determinados personajes. Otros, incluso, son presentados con una estética deformante cercana al esperpento. 

Del mismo modo, también está presente el autor implícito que opina y juzga a los personajes directamente y que se manifiesta en ocasiones en el uso de la primera persona (“Se llama Mauricio Segovia y está empleado en la Telefónica. Digo esto porque, a lo mejor, vuelve a salir”)No obstante, en muchas ocasiones aparece un narrador en tercera persona objetivo, que desaparece para dejar actuar a los personajes. Así, hay secuencias en las que sólo se registra el exterior de los personajes y sus palabras. En estos casos, la técnica empleada se acerca a la cinematográfica.  A veces el narrador muestra su desconocimiento de las cosas por medio de expresiones como: “parece ser que...”, “nadie sabe por qué...”, “según dicen por el barrio...”. Incluso, parece desconocer los nombres de los personajes:”un señor de barbita blanca...”,”un jovencito melenudo...” En estas ocasiones  actúa como un narrador testigo.


Del mismo modo, en lo referente a las técnicas de expresión no es la descripción ni la narración lo que predomina, sino el diálogo. Muchas veces el narrador desaparece para dejar actuar a los personajes, sobre los que recae el proceso narrativo. Las características del diálogo en la obra son: por un lado, el predominio del estilo directo; y por otro, sobresale el habla coloquial, viva, que refuerza la verosimilitud, la sensación de realidad. Las descripciones también son frecuentes y en ellas predomina el subjetivismo. Normalmente, no se describe un personaje o un ambiente de una vez, sino que se van mostrando pinceladas dispersas que acaban por componer la imagen de lo que se quiere describir. El soliloquio es menos usado y se emplea cuando el narrador deja paso a la introspección de los personajes. Destacan los soliloquios en estilo directo.



            2.3- Explica las principales características de la novela social y pon el nombre de sus principales representantes

Esta generación está integrada por un nutrido grupo de escritores que pueden ser presentados de forma unitaria porque en ellos coinciden rasgos biográficos y estéticos muy definidos: en primer lugar, les caracterizan sus fechas de nacimiento, pues no han participado activamente en la guerra civil, aunque sí han sido testigos infantiles o juveniles y, por otro lado, la cercanía en las fechas de publicación. Del mismo modo, en su gran mayoría, son estudiantes ligados a la contestación política universitaria en los cincuenta, que se vieron impulsados a contar denunciando, sin excesivas preocupaciones formales, la situación del país. De esta forma, asumían las funciones de otros medios de comunicación que, por el contrario, escamoteaban la realidad. Así, centrándonos ya en lo que sucede en la literatura española de la década de los cincuenta, debemos distinguir, en primer lugar, dos momentos en el Realismo Social, como dice Gonzalo Sobejano:

a) Precursores de la novela social: Miguel Delibes, El camino (1950) y Mi idolatrado hijo Sisí (1953); Luis Romero, La noria (1951); Camilo J. Cela, La colmena (1951); Miguel Delibes,. 
b) Verdadera novela social: Se inicia a partir de 1954 con autores como Jesús Fernández Santos (Los Bravos), Ignacio Aldecoa (El fulgor y la sangre), Juan Goytisolo (Juegos de Manos), Ana Mª Matute (Pequeño Teatro), Rafael Sánchez Ferlosio (El Jarama), José Manuel Caballero Bonald, Carmen Martín Gaite y Juan García Hortelano. Algo más tardía es Tiempo de silencio de Luis Martín-Santos, publicada en 1961, considerada por la crítica la novela que en cierta forma clausura la novela social, dando paso a la Novela experimental española. Otros autores han seguido la corriente iniciada con estas novelas como: Juan Marsé o Luis Goytisolo.


Teniendo en cuenta esta finalidad, podemos distinguir en estas novelas las siguientes características:

1- Preferencia por personajes colectivos, por lo que resulta difícil hablar de auténticos caracteres: grupos de empleados, de mineros, de temporeros, etc, que suelen enfrentarse a sus jefes. Es frecuente un fuerte maniqueísmo (cualquier actitud que mantiene posturas extremas, sin puntos intermedios) o que opone buenos (obreros) a malos (clases dirigen­tes). Puede haber también un personaje representativo, que sería la síntesis de una clase o grupo. Como consecuencia de esto, la profundización psicológica es muy escasa, ya que no interesan los conflictos interiores sino la representación social.
2- Eliminación del análisis psicológico de los personajes: el mundo interior de los personajes no interesa al autor, quien en ningún caso intenta profundizar en el pensamiento o en las motivaciones de sus personajes. Como en el cine, los personajes se definen por lo que hacen y por lo que dicen. De ahí la importancia del diálogo, que refleja el lenguaje coloquial, reproduciendo con exactitud giros y expresiones de uso corriente para dar impresión de verosimilitud.

3- Espacio y tiempo reducido: son frecuentes los espacios no muy amplios (una casa, algunos barrios, un sector de un pueblo) en los que se desarrolla una historia que dura poco tiempo (un día, por ejemplo), ya que lo que se pretende es dar un valor genérico y típico a los sucesos, de modo que lo que pasa en la novela es lo que ocurre en cualquier lugar y momento en España.

4- Argumento sencillo: A diferencia de la novela del XIX, no se plantean grandes conflictos morales. El argumento consiste en una acumulación de pequeñas situaciones intrascendentes.

5- La sociedad deja de ser un simple marco en el que se desarrolla la historia para convertirse en el tema mismo de la novela. Así, vemos los principales campos temáticos: la dura vida del campo; el mundo del trabajo; la vida de las ciudades, donde, además de novelas como La Coleman o la Noria, se presentan los suburbios marginales con toda su miseria (La Piqueta de Antonio Ferres); y el mundo de la burguesía donde, si las novelas anteriormente citadas nos muestran la solidaridad con los humildes, ahora tenemos una serie de novelas que nos reflejan críticamente la vida burguesa (Juegos de manos (1954) y La isla (1961) de Juan Goytisolo, Nuevas amistades (1959) y Tormenta de verano (1962) de García Hortelano, Entre visillos (1957) de Carmen Martin Gaite).
6- Finalmente, no suelen demostrar estos novelistas un gran interés por los aspectos formales, ya que lo que les interesa principalmente es el contenido. La forma del relato es con frecuencia la de una historia lineal, y el lenguaje tampoco les preocupa demasiado, adoptando normalmente un estilo directo y denotativo, lo cual a veces desembocará en un empobrecimiento. Sin embargo, algunos novelistas como Ferlosio, Aldecoa, Martín Gaite, Goytisolo, Caballero Bonald o Ana María Matute si harán descripciones de mayor valor poético.  
Sin embargo, no todos los escritores del grupo piensan que su obra deba ser una simple denuncia social basada en unos claros postulados políticos. Por ello, se distinguen dos corrientes conexas pero diferenciadas, las cuales explicaré en la siguiente pregunta.

       
            2.4- ¿Qué diferencias hay entre las novelas sociales del realismo crítico y del neorrealismo (también conocido como objetivismo)?

 Suelen distinguirse dos líneas dentro de la novela social, que son el neorrealismo y el realismo crítico:

1- El neorrealismo u objetivismo: el testimonio de estos escritores es solidario con el sufrimiento humano y se realiza desde concepciones más humanitarias que políticas. Se propone dar un simple testimonio de una determinada situación, casi siempre de injusticia social, pero sin dar mensajes políticos. Dentro de esta línea se encuentra, por ejemplo, "Gran sol" de Ignacio Aldecoa, novela en la que relata las incidentes de los marineros de un barco dedicado a la pesca de altura. Aldecoa muestra objetivamente, sin caer en la simplificación de buenos y malos y sin mostrar juicios de valor la dura realidad de los pescadores. 

Del mismo modo, dicha corriente poseía inspiraciones americanas y francesas (el noveau román), tomándose diferentes técnicas como el objetivismo en las descripciones o la narración en tiempos simultáneos. Por otro lado, desde el punto de vista del empleo de técnicas narrativas, destacamos la desaparición de la figura del narrador, haciendo así que el lector se involucre en la novela para extraer sus propias conclusiones; predominio del diálogo; una gran condensación espacio-temporal (desde horas hasta pocos días, como mucho); la preferencia por un personaje colectivo que interactúe con un personaje representativo o la linealidad narrativa (sin saltos al pasado).
Asimismo, todos los temas se basan en la sociedad española contemporánea, que puede ser plasmada en libros de viajes (que permiten un alejamiento del lector para mostrar su propia sociedad de forma crítica); en el mundo rural y obrero urbano; en la vida burguesa, o en la Guerra Civil que es siempre un tema subyacente y que hay que tener en cuenta para interpretar correctamente las obras. De este género, podemos destacar La colmena, de Cela (1951), La noria (1951) Premio Nadal, de Luis Romero (novelas sobre la gran ciudad: Madrid, Barcelona); El camino (1950), de Delibes (representativa de la vida en el campo); y El Jarama (1953), de Sánchez Ferlosio (novela sobre la abulia), la mas famosa obra de la generación. Otros autores de esta tendencia son Jesús Fernández Santos, incluso Carmen Martín Gaite.
 

2- El realismo critico: el testimonio humanitario y la solidaridad con los desposeídos característica de los novelistas neorrealistas se transforma poco a poco en una literatura claramente social que, incluso, puede calificarse de socialista, pues en ella se llegan a postular soluciones concretas de partido. En las novelas pertenecientes a este género la crítica social suele ser más explícita; en numerosas ocasiones encubierta para esquivar la censura; y se muestran las actividades del proletariado (inspiración del Partido Comunista). Los autores no se limitan a reflejar la realidad, sino que pone de relieve las miserias e injusticias con ánimo de denuncia, de ahí que seleccionen los aspectos de la realidad que mejor sirvan para ella. Entendieron la literatura como una forma de concienciar al lector y de influir en su postura ideológica. El autor no desaparece tras la ficción documental. Aquí entrarían obras como La zanja, de Alfonso Grosso, y La mina de Armando L. Salinas. Otro autor repre­sentante de esta línea es Juan Goytisolo.
Esto hizo que, en muchos casos, los relatos cayeran en el maniqueísmo: los obreros se presentaban como explotados, viviendo en condiciones infrahumanas y resignados a su suerte, pero, a pesar de ello, capaces de ser bondadosos; los burgueses, por el contrario son seres egoístas y crueles, muchas veces ociosos, alienados en un mundo sin ilusiones y repleto de mezquindades. 


No obstante,
cabe destacar que, en la práctica, es difícil establecer una frontera entre ambas corrientes, pues no cabe duda de que detrás del neorrealismo existía una clara intención crítica, asemejándola al realismo crítico y haciendo que, a pesar de sus diferencias teóricas, se asemejasen en la práctica.
            2.4.1- A continuación, tienes dos fragmentos correspondientes a dos novelas representativas de ambas tendencias (realismo crítico y neorrealismo u objetivismo). Di a cuál pertenece una y otra y justifica por qué, teniendo en cuanta las diferencias de que las que has hablado antes. Luego responde a las siguientes preguntas

El primer fragmento que se me aporta pertenece a la novela de "El Jarama", publicada en 1953 por Rafael Sánchez Ferlosio, autor representativo del neorrealismo u objetivismo. De este modo, ya sabemos que dicho texto pertenece a esta corriente literaria, mas me dispongo a dar ciertas carácterísticas que hagan más convincente mi argumento:

En primer lugar, es una de las novelas más importantes de toda la posguerra por el impacto que causó en el momento de su apari­ción y por su influjo posterior como representante del conductismo o behaviorismo, que consistía en limitarse a registrar la conducta externa de individuos o grupos, sin penetrar en el interior de los personajes y presentándolos como si no los conociera previamente. Así, en dicha novela, Rafael relata una excursión dominical de 11 jóvenes madrileños a orillas del Jarama. No ocurren hechos de consideración, simplemente asistimos a la conversación de los protagonistas que hablan de asuntos de escaso interés. De esta forma, Ferlosio pretende mostrarnos unas vidas carentes de interés, incapaces de rebelarse contra un futuro que parece predeterminado, representativas de la sociedad actual. La crítica de una situación social de abulia no aparece de modo expreso ni directo, sino que se desprende de la presentación objetiva de unas actuaciones que reflejan la rutinaria existencia de unos muchachos. El diálogo es la técnica narrativa dominante: por medio de las conversaciones de los personajes se muestra lo que se ve, lo que se oye, sin penetrar en la interioridad de los protagonistas. La novela está estructurada de forma que el narrador prácticamente desaparece y el lector únicamente puede obtener información de las conversaciones de los personajes, que discuten acerca de la vida social y anodina. Así, el narrador sólo ofrece lo externo como si fuera una cámara cinematográfica. En el relato se ofrece una visión fatalista de la vida: los personajes aceptan lo que ocurre como algo inevitable, incapaces de rebelarse contra un futuro que parece estar predeterminado. También se reduce el tiempo, limitado a unas dieciséis horas del mismo día.


Por otro lado, el segundo texto es un fragmento perteneciente a la novela de "La Mina", de Armando López Salinas, publicada en 1959 y representativa del realismo crítico. En ella, el autor no se limita a reflejar la realidad, sino que pone de relieve las miserias e injusticias con ánimo de denuncia, de ahí que seleccione los aspectos de la realidad que mejor sirvan para ella. Entiende la literatura como una forma de concienciar al lector y de influir en su postura ideológica. El autor no desaparece tras la ficción documental. 

La historia de la España reciente está llena de vacíos que hacen olvidar las condiciones de vida de todo un pueblo que padeció una dictadura durante casi cuarenta años; entre esos huecos a llenar está el de la explotación industrial: las miserias de una oligarquía que abusó de la fuerza de trabajo depauperada de una buena parte del pueblo, que se veía obligado a aceptar condiciones laborales extenuantes, injustas y, en ocasiones, fatídicas. Esto y mucho más reflejó Armando López Salinas en esta obra de La mina, que también fue el mismo tiempo censurada y relegada al olvido por sus descripciones realistas y sus personajes vehementes; una novela dura, triste y oscura que, sin embargo, también nos ofrece el retrato de unos seres que extraen fuerzas de la adversidad para enfrentarse a las dificultades. 

La mina narra la historia de Joaquín, un campesino andaluz que se ve obligado a emigrar a la ciudad minera de Los Llanos (Puertollano, en Ciudad Real) para conseguir trabajo como minero y sacar a su familia adelante. El protagonista, amante del espacio abierto y devoto de las labores agrícolas, se ve sumergido en la oscuridad de la mina no sólo de manera física, sino psicológica: la negrura de los pozos se extiende por toda la ciudad, incluso arrojando sus sombras sobre los propios habitantes. Las deplorables condiciones de trabajo son casi inaguantables, pero el mayor escollo pronto sale a la luz en forma de desigualdad y explotación: los propietarios que quieren extraer el máximo beneficio de los trabajadores y aquellos que piensan que pueden aprovecharse de ello sirviendo a «los de arriba». Como no podía ser de otra manera, estos elementos se conjugarán para precipitar la obra a un final tan trágico como ineludible, si bien cargado de repercusiones en la memoria de todos los implicados.

Así, vemos como en esta importante obra encontramos un retrato fiel, aunque desgarrador, de las condiciones de vida de buena parte de la sociedad española durante los años de dictadura. Pobreza, desinformación, adoctrinamiento y explotación laboral se aúnan para alienar por completo a un pueblo desnortado que no sabe cómo encauzar su energía. Será en el desenlace de la novela cuando veamos cómo las fuerzas desaprovechadas de estas gentes parecen conjugarse para exigir un cambio; y será, además, de la mano de Angustias y de Carmela, novia de un compañero de Joaquín, mujeres oprimidas por el inmovilismo social y religioso de la época. Y hasta ese final, López Salinas teje una historia de pobreza, de esperanza, de abusos y de amistades que consigue llegarnos al corazón por la franqueza de sus protagonistas: si bien algo rígidos en algunos pasajes, siempre cargados de una humanidad profunda, íntima, que nos reconcilia con nosotros mismos a la hora de afrontar las dificultades. Vemos así como es una novela que el autor utiliza como medio para denunciar y criticar las condiciones de la sociedad española de la época, siendo esto algo carácteristico de la corriente del realismo crítico, y argumentando así la pertenencia de sta obra a la misma. 






                                                                        (El Jarama)


                                      TEXTO 1: EL JARAMA, Rafael Sánchez Ferlosio

1- ¿En algún momento de este texto se puede ver una opinión del autor sobre la juventud española?


Siguiendo las dos corrientes que ya he explicado anteriormente (neorrealismo u objetivismo y realismo crítico), vemos cómo  dicho texto pertenece a la primera, pues no se centra en criticar la sociedad u otros aspectos mediante los personajes, sino que expone de una forma objetiva lo que él ve de la sociedad. Como podemos ver en el mismo, durante este texto perteneciente a un fragmento de "El Jarama" es imposible observar relación alguna entre los personajes y la opinión del autor, es decir, no encontramos ninguna referencia directa a la opinión del autor. Esto se debe a que dicha novela pertenece, como ya he dicho, al neorrealismo u objetivismo, que no expresa una crítica (tal como veremos en el siguiente texto perteneciente al realismo crítico), sino que el autor lo sugiere, dejando que el lector lo interprete a su manera, mas sin influir en sus opiniones, pues él tampoco transmite una. Por tanto, Rafael Sánchez se limita a dar una visión objetiva de la realidad, sin trasmitir sus sentimientos al respecto, sin influir en los personajes, sino usándolos como espejo que reflejen la realidad.


2- Sin embargo, es evidente que una vez leído el texto me queda una idea clara de cómo era para Sánchez Ferlosio esa juventud: ¿tiene inquietudes intelectuales? ¿tiene temas de conversación interesantes? ¿crees que es una juventud concienzada con la situación de España en aquellos momentos?  ¿con esta juventud el Régimen de Franco tiene posibilidades de venirse abajo?


Como podemos ver en este texto, el Sánchez Ferlosio no nos deja su opinión, mas si que nos representa la realidad de forma objetiva, por lo que nosotros como lectores podemos extraer una visión de la España del siglo XX. En primer lugar, observamos líneas como las siguientes: "—¿In­tere­sante? Yo no sé con­tar na­da, va­mos, qué ocur­ren­cia. ¿De qué tipo? ¿Qué es lo in­tere­sante para ti, va­mos a ver / —Tipo aven­turas, por ejem­plo, tipo amor. / —¡Huy, amor! — son­reía, sacu­di­en­do los de­dos —. ¡No has di­cho na­da! ¿Y de qué amor? Hay mu­chos amores dis­tin­tos. / —De los que tú quieras. Con que sea emo­cio­nante. / —Pero si yo no sé re­latar cosas román­ti­cas, mu­jer, ¿de dónde quieres que lo saque? Eso, mi­ra, te com­pras una nov­ela. / —¡Bueno! Has­ta aquí es­toy ya de nov­elas, hi­jo mío. Ya es­tá bi­en de nov­elas, ¡bas­tante me ten­go leí­das! Además eso aho­ra, ¿qué tiene que ver?, que me con­taras tú al­gún suce­so lla­ma­ti­vo, aquí, en este ra­to.", las cuales nos dejan entrever cómo la juventud de la época carecía de aspiraciones, emociones o intereses, algo que se ve claramente cuando uno de ellos dice que no sabe decir nada interesante. Van con la idea de que no saben hacer nada, y sobre todo dejan de luchar al poco tiempo, viéndose abatidos al ver que no logran lo que quieren al instante. 

Así, podemos ver cómo los jóvenes españoles de la posguerra, los cuales (supuestamente) son la única generación capaz de levantar la situación del país, deberían tener aspiraciones para construir un futuro mejor, mas vemos como no es así, haciendo esto difícil que la dictadura franquista se eliminase (así fue como duró tanto tiempo). Por tanto, la idea que como lector extraigo tras leer este texto es la de que los jóvenes españoles de la posguerra carecían de aspiraciones, interés o emociones, sino que vagaban por la vida esperando que las cosas ocurriesen por sí solas (esto es algo que ya nos ha salido en muchos otros textos como el del Café de "La Colmena"), sin inquietudes intelectuales que para nada se encontraban al corriente de la situación del país, sin tenerla ni siquiera en mente.


3- ¿Cómo crees que logra Sánchez Ferlosio darnos esta visión de la juventud española sin decírnoslo directamente?

Como he dicho anteriormente, el autor pertenece a una corriente literaria que le otorga ciertas ideas, las cuales pasan por no ser tan críticos con sus novelas (esto no quiere decir que no critiquen, sino que no lo hacen tan exageradamente como los pertenecientes al realismo crítico). Así, vemos como el autor no critica la realidad, sino que nos la transmite de un modo objetivo , es decir, nos reflejan la realidad para que nosotros como lectores saquemos una conclusión propia. Es, de este modo, como Sánchez Ferlosio logra darnos esta visión de la juventud española sin decírnoslo directamente.  

Des­de el sue­lo veía la otra oril­la, los pár­pa­dos del fon­do y los bar­ran­cos en­negre­ci­dos, donde la som­bra crecía y avan­za­ba in­va­di­en­do las tier­ras, as­cen­di­en­do las lo­mas, ma­tor­ral a ma­tor­ral, has­ta aden­sarse por com­ple­to; par­da, es­qui­va y fe­li­na os­curi­dad, que las sumía en ace­cho de al­imañas. Se re­ce­la­ba un sig­ilo de zarpas, de gar­ras y de di­entes es­con­di­dos, una noche ol­fa­ti­va, vo­raz y san­guinar­ia, so­bre el pa­vor de in­de­fen­sos en­cames ma­ter­nales; cam­po ne­gro, donde el ojo de cí­clope del tren bril­la­ba co­mo el ojo de una fiera.
—Bueno, cuén­tame al­go.

Aún había mu­chos gru­pos de gente en la ar­bole­da; se oía en lo os­curo la musiquil­la de una ar­móni­ca. Era una mar­cha lo que es­ta­ban to­can­do, una mar­cha ale­mana, de cuan­do los nazis.
—An­da, cuén­tame al­go, Tito.
—Que te cuente, ¿el qué?
—Hom­bre, al­go, lo que se te ocur­ra, men­ti­ras, da igual. Al­go que sea in­tere­sante.
—¿In­tere­sante? Yo no sé con­tar na­da, va­mos, qué ocur­ren­cia. ¿De qué tipo? ¿Qué es lo in­tere­sante para ti, va­mos a ver?
—Tipo aven­turas, por ejem­plo, tipo amor.
—¡Huy, amor! — son­reía, sacu­di­en­do los de­dos —. ¡No has di­cho na­da! ¿Y de qué amor? Hay mu­chos amores dis­tin­tos.
—De los que tú quieras. Con que sea emo­cio­nante.
—Pero si yo no sé re­latar cosas román­ti­cas, mu­jer, ¿de dónde quieres que lo saque? Eso, mi­ra, te com­pras una nov­ela.
—¡Bueno! Has­ta aquí es­toy ya de nov­elas, hi­jo mío. Ya es­tá bi­en de nov­elas, ¡bas­tante me ten­go leí­das! Además eso aho­ra, ¿qué tiene que ver?, que me con­taras tú al­gún suce­so lla­ma­ti­vo, aquí, en este ra­to.
Tito es­ta­ba sen­ta­do, con la es­pal­da con­tra el tron­co; miró al sue­lo, ha­cia el bul­to de Lu­ci­ta, tum­ba­da a su izquier­da; ape­nas le en­treveía lo blan­co de los hom­bros, so­bre la lana ne­gra del bañador, y los bra­zos unidos por de­trás de la nu­ca.
—¿Y quieres que yo sepa con­tarte lo que no viene en las nov­elas? — le di­jo —. ¿Qué me vas a pedir?, ¿aho­ra voy a ten­er más fan­tasía que los que las redac­tan? ¡En­tonces no es­ta­ba yo despachan­do en un com­er­cio, vaya chiste!
—Por hac­erte hablar, ¿qué más da?, no cuentes na­da. Pues to­das traen lo mis­mo, si vas a ver, tam­poco se es­tru­jan los sesos, unas ve­ces te la po­nen a El­la ru­bia y a Él moreno, y otras sale El­la de more­na y Él de ru­bio; no tienen casi más variación...
Tito se reía:
—¿Y pelir­ro­jas na­da? ¿No sacan nun­ca a ningún pelir­ro­jo?
—¡Qué ton­to eres! Pues vaya una nov­ela, una en que fig­urase que Él era pelir­ro­jo, qué cosa más de­sagrad­able. To­davía si lo era El­la, tenía un pasar.
—Pues un pela­je bi­en boni­to — se volvía a reír —. ¡Pe­lo zana­ho­ria!
—Bueno, ya no te rías, para ya de reírte. Dé­jate de eso, an­da, es­cucha, ¿me quieres es­cuchar?
—Mu­jer, ¿tam­bién te mo­les­ta que me ría? Lu­ci­ta se in­cor­pora­ba; quedó sen­ta­da jun­to a Tito; le di­jo:
—Que no, si no es eso, es que ya te has reí­do; aho­ra otra cosa. No quería cor­tarte, só­lo que tenía ganas de cam­biar. Va­mos a hablar de otra cosa.
—¿De qué?
—No lo sé, de otra cosa. Tito, de otra cosa que se nos ocur­ra, de lo que quieras. Oyes, dé­jame un poco de ár­bol, que me apoye tam­bién. No, pero tú no te quites, si cabe­mos, cabe­mos los dos jun­tos. Só­lo un hue­quecito quería yo.


 
                                        TEXTO 2: LA MINA, Armando López Salinas


1- ¿Qué opina Laureano sobre las injusticias sociales? ¿Crees que confía en que se pueda acabar con ellas?

Como podemos ver en este fragmento de una de las obra más importante del realismo crítico, observamos cómo el autor está haciendo una continua crítica a las injusticias sociales de la España de la época a través del personaje de Laureano. Como podemos observar en el texto, este personaje afirma que los ricos lo tienen todo, pues con el dinero son capaces de hacer todo lo que deseen y que, injustamente, los pobres que carecen de dinero son incapaces de vivir una vida plena y feliz, pues pasan calamidades para conseguir llegar a fin de mes. Esta crítica se hace visible en las siguientes líneas extraídas del texto: "—Lo tuyo, lo tuyo... ¿Qué es lo tuyo y qué es lo mío, «Granadi­no»? Tú eres un al­ma cán­di­da. ¿Te crees que los ri­cos quieren el dinero para hac­er obras de cari­dad? Lo quieren porque el dinero da el poder. Tienes dinero y le dices a un hom­bre que baile, y baila. ¿Se te en­capricha cam­biar las leyes o hac­er­las a tu me­di­da? Pues las cam­bias. ¿Quieres acostarte con una mu­jer, no im­por­ta cuál? Con bil­letes hay pocas que se re­sis­tan. El po­bre, métete­lo en la cabeza, vive si le de­jan, y si no le de­jan, ¡cá­gome en...!, lo en­tier­ran, y tal día hará un año.". Así, podemos observar cómo Laureano se indigna al ver las injusticias de la época que permiten a los ricos emplear el dinero en lo que no deberían de usarlo, en vez de preocuparse por ayudar al resto de necesitados que requieren ese dinero. Critica así la avaricia de los ricos, que solo quieren el dinero por el poder que les ostenta. 

No obstante, a pesar de todo, Laureano cree que el cambio no va a ser inminente, mas que va a suceder con el paso del tiempo. Podemos ver cómo dice: " —Y antes mand­aban los reyes, y aho­ra casi no hay más reyes que los cu­atro de la bara­ja. Y decían que el mun­do era plano, y re­sultó re­don­do y da vueltas alrede­dor del sol. Ca­da cosa es ver­dad en su tiem­po. No hay más ver­dad que és­ta: el hom­bre lo ha he­cho to­do y lo cam­bia to­do. Yo he vis­to y leí­do mu­cho. Yo no soy un políti­co ni un pa­ni­aguas de nadie; pero siem­pre le es­toy dan­do vueltas a la cabeza pen­san­do en las cosas. Mer­cedes dice que soy un tostón y que abur­ro a to­do Dios", con lo que el personaje argumenta que nada en el mundo es definitivo, que todo cambia, mas que para ello son necesario mentes innovadoras que crean en el futuro, en el cambio y en construir algo mejor. Podemos ver cómo el autor está transmitiendo una reflexión al lector, pues lo anima a que haga algo por cambiar el mundo, en vez de quedarse de brazos cruzados (esto es algo que también criticaba Cela en La Colmena, donde la gente iba a los Cafés a meditar sobre cosas sin sentido). Así, vemos cómo Laureano sabe que antes había reyes y ahora dictadores (Franco), cómo antes se decía que la Tierra era plana y ahora se sabe que es redonda, por lo que confía en que, igual que ahora la situación española es mala, con un futuro cambie, y es esto lo que se expone en el texto. 



2- ¿Quién crees que, en realidad, nos está transmitiendo estas ideas?

A través de este texto perteneciente a "La Mina", podemos observar cómo es su autor, Armando López Salinas, el que realiza una crítica de la sociedad española de la época, mostrando los defectos que considera que tiene a través de los personajes de su novela, entre ellos personajes como Laureano, un hombre inteligente pero humillado con la situación de la época. Por tanto, y como ya sabemos, este libro cumplirá con el objetivo que la corriente a la que pertenece le impone, el realismo crítico, siendo el objetivo de moralizar y ayudar a los ciudadanos a que se den cuenta de la necesidad de construir un futuro mejor que le que ellos poseen en el presente.


—A mí me gus­taría que nue­stros hi­jos pudier­an es­tu­di­ar, que fuer­an al­go en la vi­da —in­ter­vi­no An­gus­tias.

—A mí no me parece mal que la gente ten­ga dinero; te­nien­do lo mío, no en­vidio a nadie. Lo que tenían que hac­er los ri­cos es dar tra­ba­jo y no me­ter el dinero en el Ban­co —asev­eró Joaquín.

—Lo tuyo, lo tuyo... ¿Qué es lo tuyo y qué es lo mío, «Granadi­no»? Tú eres un al­ma cán­di­da. ¿Te crees que los ri­cos quieren el dinero para hac­er obras de cari­dad? Lo quieren porque el dinero da el poder. Tienes dinero y le dices a un hom­bre que baile, y baila. ¿Se te en­capricha cam­biar las leyes o hac­er­las a tu me­di­da? Pues las cam­bias. ¿Quieres acostarte con una mu­jer, no im­por­ta cuál? Con bil­letes hay pocas que se re­sis­tan. El po­bre, métete­lo en la cabeza, vive si le de­jan, y si no le de­jan, ¡cá­gome en...!, lo en­tier­ran, y tal día hará un año.

—Lau­re­ano pien­sa mu­cho, pero ve la vi­da por el lao ma­lo —in­ter­vi­no la mu­jer del «As­turi­ano».

—¿Por cuál lao la voy a ver? Por el que tiene.

—Yo di­go que mien­tras se pue­da ir tiran­do no hay que me­terse en líos y dar gra­cias a Dios —di­jo An­gus­tias.

—Siem­pre ha habido ri­cos y po­bres —afir­mó Joaquín.

—Y antes mand­aban los reyes, y aho­ra casi no hay más reyes que los cu­atro de la bara­ja. Y decían que el mun­do era plano, y re­sultó re­don­do y da vueltas alrede­dor del sol. Ca­da cosa es ver­dad en su tiem­po. No hay más ver­dad que és­ta: el hom­bre lo ha he­cho to­do y lo cam­bia to­do. Yo he vis­to y leí­do mu­cho. Yo no soy un políti­co ni un pa­ni­aguas de nadie; pero siem­pre le es­toy dan­do vueltas a la cabeza pen­san­do en las cosas. Mer­cedes dice que soy un tostón y que abur­ro a to­do Dios.


3- LA RENOVACIÓN NARRATIVA EN ESPAÑA: DE 1960 A 1975


3.1- ¿Qué causas sociales, políticas y económicas explican la renovación de la novela española en la década de los 60? ¿Qué causas literarias explican esta renovación: por qué se agota la fórmula de la novela social? ¿A qué generaciones pertenecen los autores que cultivan este tipo de novela?

A continuación, voy a explicar todas las causas políticas, económicas, sociales y literarios que explican la renovación de la novela española en la década de los 60:

En primer lugar, cabe destacar que, aunque los años sesenta se inician con el predominio de las formas realistas de intencionalidad social, poco a poco a lo largo de la década comienzan a manifestarse signos de cansancio del realismo dominante en la novela española. Por un lado, el realismo social se había enquistado en una fórmula monolítica y estereotipada de la que se había abusado hasta caer en el cliché. Asimismo, había caído en una elementalidad de las denuncias y una falta de intensidad intelectual. también, la literatura concebida y practicada como arma de combate comienza a ser ineficaz, pues las masas populares no la leen y, además, el régimen franquista se ha afianzado. Esto conduce a que el escritor deje de ser un notario de la realidad, sino un creador que se dirige a un público cada vez más culto, sobre todo nuevas generaciones estudiantiles. Además, las exigencias artísticas han comenzado a olvidarse y a menospreciarse, y surge el “Noveau Roman” francés de la década de los cincuenta, que pretende hacer una novela en la que se rechaza la importancia del argumento, de los personajes o de la intención social. 
Por otro lado, se producen en España cambios socio-económicos que van a contribuir a ello: Por ejemplo, el turismo supone el conocimiento de unas costumbres hasta entonces desconocidas y la nueva Ley de Prensa de 1966 hace menos rígida la censura y posibilita que las editoriales abran sus puertas a escritores extranjeros que antes se habían leído clandestinamente. Por tanto, nuestros escritores tienen cada vez más en cuenta las aportaciones de los grandes novelistas extranjeros, que habían irrumpido con fuerza tras la primera guerra mundial. El desarrollo social de países europeos y de EEUU había permitido que ya entonces surgieran las primeras novelas precursoras de una importante renovación formal: "En busca del tiempo perdido" (1913-1927) de Marcel Proust, "El proceso" (1915) de Kafka, "Ulisses" (1922) de James Joyce, "Mientras agonizo" (1930) de William Faulkner y "Las olas" (1931) de Virginia Woolf.
 
La influencia decisiva de estas novelas se produjo de hecho en todo el mundo después de la segunda guerra mundial. En España bastante más tarde, a lo largo de los años 60, cuando el contacto con el exterior favorecido por una mayor apertura permitió su entrada en el país. Estos novelistas extranjeros rompen con las constantes de la novela realista, aunque no olvidemos que en el caso español ya se había producido con los novelistas del 98 y con los escritores de los años veinte y treinta. Del mismo modo, también repercute el hecho de que en esos momentos se produzca la irrupción de la nueva novela hispanoamericana, cuya influencia va a ser fundamental en la novela española. La fecha que se suele tomar como partida de esta renovación es 1962 con la publicación de "Tiempo de silencio" de Luis Martín Santos. Aunque el autor es de la misma generación que los novelistas sociales, con lo que comparte la misma visión crítica del país, introdujo importante novedades tanto temáticas como, sobre todo, en lo referente a las técnicas narrativas.
Fue tal el impacto de esta novela que los escritores españoles poco a poco, a lo largo de la década de los 60, irán dando prioridad a la experimentación formal frente al mero testimonio social. El hecho de que en el año 1966 coincidan en un mismo año varios sintomáticos libros ("Señas de identidad" de Juan Goytisolo, "Ultimas tardes con Teresa" de Juan Marsé, "Cinco horas con Mario" de Miguel Delibes) demuestra que el proceso de transformación es irreversible. Nos encontramos, por tanto, en un momento de búsqueda de nuevos caminos narrativos a los que no van a ser ajenos varios novelistas de la primera promoción de posguerra como Cela ("San Camilo 1936" (1969)), Delibes (Cinco horas con Mario (1966); Parábola de un náufrago (1969)) o Torrente Ballester ("La saga/fuga de JB" (1972)).
En cuanto a los cultivadores de la novela social, muchos permanecerán varios años sin publicar dedicados a la reflexión personal acerca de los nuevos caminos narrativos que iban a adoptar. Este es el caso de Juan Goytisolo, Caballero Bonald o García Hortelano, que, tras algunos años de silencio (unos más que otros), terminan incorporándose con una estructura formal, un lenguaje y unos temas completamente nuevos. Por otro lado, a finales de los años 60 aparecen nuevos narradores, nacidos aproximadamente entre 1937 y 1951, y que van a publicar sus primeras obras entre 1968 y 1975: Eduardo Mendoza, José María Guelbenzu, Francisco Umbral, Manuel Vázquez Montalbán, Félix de Azúa, Javier Marías, José María Vaz de Soto, etc. Conforman la llamada Generación del 68. 
Un denominador común a todos ellos es su niñez, formación y desarrollo a lo largo de la dictadura de Franco y su paso por las universidades coincidiendo con las primeras revueltas universitarias. Con sus primeras novelas, van a contribuir a este proceso de renovación formal en la que se da prioridad a la estructura novelesca, a las técnicas narrativas y al lenguaje a costa de la presentación de una historia.




       













            3.2- Explica en qué consisten las principales innovaciones técnicas que se emplean en la novela española de los años sesenta

La renovación de la novela contemporánea ha sido el resultado de adaptar un género literario a los nuevos tiempos. Desde "El Quijote" se concebía la novela como un relato unitario de hechos verosímiles, que se cuentan linealmente por el orden en que ocurren y que ha de tener una presentación, un nudo y un desenlace. Ha de contar con un protagonista con el que se identifique el lector. La novela del XIX era una obra perfectamente cerrada y de una estructura clara y ordenada porque nos mostraba un mundo igualmente claro y ordenado presidido por el poder de la razón. En cambio, al hombre del siglo XX el mundo se le aparece como una realidad oscura, contradictoria y descon­certante que exige ser representado por una forma también compleja y oscura. De ahí la dificultad que muchas novelas contemporáneas presentan para el lector medio, quien recobra en su lectura un papel mucho más activo. Para superar el modo de narrar del siglo XIX, los novelistas introducen una serie de innovaciones que obligarán al lector a colaborar en la creación artística: había que acabar con el lector apacible que, sentado en su sillón, veía transcurrir páginas y páginas de la novela. Ahora las novelas exigirán un esfuerzo constante de identificación de tiempos, lugares y personajes, surgiendo así numerosas innovaciones literarias tales como las siguientes:

1- Argumento: Si la novela, hasta entonces, había dado lugar privilegiado a la narración de una historia bastante clara, ahora ésta deja de interesar. Lo principal no es ya la historia que se narra, sino la forma, el cómo se narra. En muchas ocasiones, el argumento apenas existe, no es más que una excusa para elaborar artificiosos juegos formales. Es frecuente la mezcla desordenada de diálogos, monólogos, comentarios del narrador, etc. El lector tendrá que reconstruir lo que le han dado de forma fragmentada y desordenada, porque la vida es también desordenada. En ocasiones puede ocurrir que se combinen y alternen varias historias en lo que se conoce técnica del contrapunto. Asimismo, cuando son muchas las historias se habla de técnica caleidoscópica (es lo que nos recuerda a obras como La Colmena).
2- El personaje: Elemento importante de la tradición narrativa había sido el personaje, hasta el punto de convertirse en punto de referencia en la memoria del lector (Ana Ozores en "La Regenta", Benina en "Misericordia") Si los personajes del XIX se recuerdan con tanta facilidad es porque son tipos planos. Su personalidad se nos daba en el momento en que aparecía en el relato y luego era fiel a ella durante toda la novela. En cambio, ahora son frecuentes los personajes dudosos, contradicto­rios, que son héroes en un capítulo para convertirse en mezquinos en el siguiente. Son personajes misteriosos y antihéroes, de los que sólo se conoce una parte de su personalidad y de los que desconocemos muchas cosas de su pasado. En el momento de aparecer se nos da algún detalle y luego le iremos conociendo más a fondo por sus actuaciones a lo largo de la novela, que es lo que nos ocurre al conocer a personas en nuestra vida.

3- Tiempo: En la novela tradicional el tiempo discurría linealmente y el novelista nos iba contando las peripecias que le sucedían a los personajes siguiendo un orden cronológico. Sin embargo, al novelista del siglo XX deja de interesarle el físico, que se mide objeti­vamente, sino el tiempo vital, tal como es vivido por los personajes. El primero es el que mide el calendario, el otro es el que se nos hace muy breve en los buenos momentos y muy largo en los malos. Por ello, son frecuentes los experimentos con el tiempo. El desorden cronológico es una de las características de la novela actual, ya que la memoria humana no siempre ordena sus evocaciones. Así, se dan rupturas temporales, anticipaciones y retrospecciones (lo que en el cine se llama "flashback") La simultaneidad de distintas acciones trata de resolverse en algunos casos mediante la página de doble columna.

4- Narrador: Se abandona la fácil omnisciencia del narrador tradicional para adoptar todo tipo de innovaciones en el uso del punto de vista. Por ejemplo, se combinan distintos puntos de vista, de manera que el narrador sólo cuenta lo que un determinado personaje conoce (narrador selectivo). Asimismo, se convierte al narrador en una cámara cinematográfica que se limita a contar lo que ve (técnica behaviorista o conductista, como en el caso del "Jarama"). Por otro lado, presentan un mismo hecho desde distintos puntos de vista (perspectivismo múltiple). Del mismo modo, se comienza a usarla segunda persona, de manera que el protagonista se dirige a sí mismo como si desdoblara su personalidad. Finalmente, hay un uso de la primera persona en lo que se conoce como monólogo interior, cuyo principal precursor fue James Joyce. El monólogo interior consiste en reproducir en primera persona los pensamientos callados de los personajes, tal como surgen en su conciencia. Por tanto, se unen percep­ciones, recuerdos, asociaciones libres de ideas mediante una difícil sintaxis.

5- Lenguaje: Cualquier clase de estilo es válido. Se tiende a borrar la frontera entre la prosa y el verso, pues el lenguaje poético penetra abundantemente en la novela (es un lenguaje más culto debido esa aparición de nuevas clases estudiantiles más cultas). Del mismo modo, se incorporan a la novela elementos extraños a la narración, como informes, anuncios o textos periodísticos; se emplean artificios tipográficos y se eliminan o alteran los signos de puntuación tradicionales.


            3.3- TIEMPO DE SILENCIO


                   3.3.1- Autor y fecha de publicación. ¿Cuál es la importancia de esta novela en la narrativa española en la década de los sesenta? Explica brevemente el argumento.

La novela de "Tiempo de silencio", escrita en 1962 por Luis Martín Santos fue, para la novela social, lo que el Quijote para los libros de caballería. Cervantes, gran admirador de la novela de caballerías, liquidó el género. Del mismo modo, Martín Santos, a pesar de su ideología, sometió a la novela social a una demoledora crítica y, al mismo tiempo, abrió nuevos caminos a la novela española. Fue tal su repercusión que, después de ella, apenas aparecerán novelas sociales y la mayoría de los escritores se sumaron a la tendencia renovadora. El argumento de dicha novela queda resumido en las siguientes líneas:

El protagonista de la obra es Pedro, médico recién graduado, dedicado de lleno a la investigación con cepas cancerígenas en ratones. Cuando aún no ha concluido el experimento, su ayudante, Amador, le comunica que se acabaron los ratones. Afortunadamente, el "Muecas", antiguo proveedor de animales para las investigaciones del Instituto, tiene algunos en reserva. La posibilidad de que las dos hijas del "Muecas" hayan podido contraer el cáncer, más la curiosidad de saber cómo pueden sobrevivir ratones criados en condiciones tan adversas, unido a la necesidad de continuar sus estudios, hace que el joven doctor se decida a visitar la chabola donde vive "Muecas".

Pedro reside en una modesta pensión regentada por una viuda de militar, su hija Dora y su nieta Dorita, hija ilegítima. Las tres se proponen, con claras intenciones matrimoniales, que Pedro se decida por "la tercera generación". Allí lo va a buscar Amador y juntos se dirigen al barrio de chabolas donde vive el "Muecas". Aparece entonces un nuevo personaje, Cartucho, "chulo de navaja", novio de Florita, hija mayor del "Muecas". Concertada la adquisición de animales, Pedro se dirige a un café de ambiente literario donde se reúne con su amigo Matías; posteriormente, ambos visitan un prostíbulo. De vuelta a la pensión, advierte que Dorita duerme sola y que esto ha sido preparado para que caiga, y cae. De madrugada, Pedro es reclamado por el "Muecas" ante los alarmantes síntomas de aborto que presenta su hija Florita, y aunque no tiene licencia para practicar la medicina acude con el instrumental médico; también llega Amador. Pedro practica una intervención quirúrgica, durante la cual Florita muere.

Cartucho vigila las entradas y salidas de la casa del "Muecas", sospechando que alguien se ha aprovechado de Florita. Cuando Amador se aleja con los instrumentos, Cartucho lo amenaza si no le dice quién ha sido el culpable del embarazo. Amador, asustado miente: "Ha sido el médico". Al día siguiente, Pedro acude a casa de Matías, verdadero palacio; los dos amigos se dirigen luego a una conferencia de filosofía y a la recepción posterior; allí acude Dorita para avisarles de que la policía anda tras los pasos de Pedro, que se esconde nuevamente en el prostíbulo.

Matías encuentra a Amador y lo lleva para que aclare la inocencia del acusado. Cartucho los sigue con el propósito de vengarse del médico. Pedro es descubierto y detenido, confesando en la comisaría algo que directamente no ha hecho: el aborto y la muerte de Florita; poco después Ricarda, la mujer del "Muecas", confesaría toda la verdad, denunciando a los verdaderos culpables.

Pedro, ya libre, acude al despacho del Director del Instituto y éste, a la vista de lo ocurrido, se ve obligado a suspenderle la beca. Como resultado, tendrá que hacer oposiciones y dedicarse a la práctica privada. En la pensión se organiza una merienda para celebrar el feliz desenlace del asunto policial, y a la vez anunciar el noviazgo entre Dorita y Pedro. Después del familiar ágape, el "todavía-no-pero-ya-casi-inevitable-hijo" lleva a Dora y Dorita al teatro y luego a la verbena, donde casualmente se encuentra también Cartucho. Este observa cómo los novios bailan entre la muchedumbre y, mientras Pedro trata de comprar unos churros, Cartucho apuñala a Dorita sin que nadie se dé cuenta.

Muerta Dorita, Pedro se dirige a un pueblo castellano donde piensa establecerse como médico privado. Por el camino se siente fracasado en todas sus aspiraciones, derrotado en todos los aspectos de su existencia y, con una indiferencia total, piensa que ya ni gritar puede porque ha comenzado "un tiempo de silencio".



                                                                   (Luis Martín Santos)
        
     


                                                                 (Aborto de Florita)
  
              3.3.2- Principales innovaciones:

                   
                    3.3.2.1- Temáticas: ¿En qué se diferencia su forma de afrontar los problemas sociales de España respecto a las novelas sociales de la década anterior? Explica todo lo que critica de España y di a quién echa las culpas de la situación del país. ¿A qué generación vista este año te recuerda esta visión del país?

Como podemos ver en el argumento anteriormente escrito, podemos realizar una radiografía de los diferentes grupos sociales del Madrid de los años cuarenta: la alta burguesía, los intelectuales de clase media, la pequeña burguesía y los grupos marginales. Pero, frente a la simplicidad intelectual de muchas novelas sociales que simplificaban los problemas sociales a un enfrentamiento entre buenos y malos, "Tiempo de silencio" muestra cómo también los más humildes, los chabolistas, presentaban graves lacras humanas. Por tanto, el trasfondo es sumamente pesimista con el ser humano. Lo que pretende dejar claro Martín Santos es que los condicionamientos sociales no son los únicos aspectos de la realidad del hombre que determinan su comportamiento y, por tanto, sus éxitos o sus fracasos.

La peripecia del protagonista es una consecuencia lógica de esa visión social que nos ofrece el autor. Investigador en un laboratorio, hombre de poca fuerza vital y retraído, Pedro se ve impelido por su buen carácter a ayudar al Muecas, un familiar de su ayudante, pero se encuentra de repente tratando de salvar la vida de Flora, una de sus hijas, a la que se le ha intentado practicar un aborto por medios bastante desagradables y que perece ante las manos inexpertas del investigador. Esto acarreará la detención de Pedro y su ingreso en prisión por unas horas, pero también le supondrá la persecución por parte de Cartucho, el querido de la chica, que le cree causante de la muerte. Por supuesto, esta circunstancia terminará de manera trágica, tanto en un sentido físico como moral.

Así, vemos como el autor hace una crítica de la dictadura que se vivía en el momento de su publicación (1962), pero que iba mucho más allá: una crítica de la naturaleza humana, de la cultura de sus compatriotas, tan mostrenca, tan ramplona; una crítica de una sociedad que se hundía en el fango a través de sus trapicheos políticos, de su falta de ambiciones. Como dije más arriba, a través de una mirada a lo particular (Madrid, Pedro y otros personajes, como Matías) Martín-Santos desvela los defectos de lo general.

Haciendo un paralelismo entre el cáncer que para el protagonista resulta ser el más serio flagelo de la Humanidad, el autor quiere evidenciar la existencia en España de otros cánceres corrosivos, tan devastadores como él: la falta de cultura de la sociedad española, la limitación o ausencia de subvenciones estatales para los investigadores, la abulia de un pueblo frente a unas estructuras políticas que no le dejan desarrollarse...La opinión deprimente que a Martín-Santos le merece el carácter nacional va mucho más allá de la visión que Pío Baroja tenía de España. Considera que el ambiente está dominado por una total parálisis, pues en la meseta, dice, "la idea de lo que es el futuro se ha perdido hace tres siglos y medio". En realidad, el concepto que al novelista le merece la casta hispánica (y cabe pensar que también cualquier hombre) es el pivote sobre el que se apoya toda su crítica. En primer lugar se presenta a los españoles como "un pueblo que tiene las frentes tan estrechas" que "todos somos tontos. Y ese ser tontos no tiene remedio". Luego pormenoriza su crítica según las esferas o ambientes sociales que se suceden en el relato. A los habitantes del barrio de chabolas les censura "su resignación" que los hace incapaces de librarse de la miseria en que se encuentran y juzga que incluso quedan por debajo de "especies más inteligentes: las hormigas, las laboriosas abejas, el castor americano".

El mundo intelectual y científico cae también bajo el demoledor escrutinio orientándose su crítica hacia la burla y el descrédito: la falta de estímulos para la investigación y por otra parte la inutilidad de los escasos frutos conseguidos. Muchas de estas críticas, ridiculizantes y sarcásticas, aparecen en la novela como elaboración mental del protagonista, si bien es evidente que traslucen el personal sentir del autor.


Asimismo, Luis Martín-Santos parece beber del mejor Baroja (el de "La busca") a la hora de describir esos personajes abocados a un destino terrible, inmersos en unos acontecimientos que les demuestran su triste condición de granos de arena en un universo desatento a sus creencias o deseos. Como el vasco, Martín-Santos recrea un escenario sórdido de puro real, mostrando un Madrid sumido en la pobreza (quizá más espiritual que real), en la degradación; una ciudad, trasunto de un país, desleída por una sucesión de desastres de los que la Guerra Civil sólo ha sido la culminación lógica. Pues para el autor el gran problema de la cultura española son sus propios integrantes, ese pueblo adocenado, inculto y vividor que se ha cortado las alas a sí mismo y que ha perdido toda oportunidad de madurar y progresar. Vemos así una similitud total con los representantes de la Generación del 98, sobre todo en la forma de ver a la España de la época.

Por tanto, Luis Martín-Santos, al contrario de lo que venía siendo habitual entre los escritores de su generación, no sigue las pautas narrativas de los novelistas italianos o norteamericanos; es Joyce, con su "Ulises", la influencia más fácilmente detectable en la técnica narrativa de "Tiempo de silencio", si bien en su trasfondo laten los ecos de denuncia, rebeldía y testimonio de conciencia adoptados por los autores de la generación del 98, estudiada en blogs anteriores. Recordemos cómo esta generación poseía una visión pesimista del país. 
                    




                   3.3.2.2- Formales: ¿Cuáles son sus principales innovaciones técnicas o formales de Tiempo de silencio respecto a las novelas sociales? ¿Qué diferencias hay entre el lenguaje de la novela y el lenguaje habitual de las novelas sociales?

Lo que convierte a esta novela en una obra maestra  es su extraordinaria riqueza de técnicas narrativas y de registros lingüísticos: uso del monólogo interior, mezcla de distintos estilos (desde oraciones extensas y barrocas, que contrastan con la realidad que describe,  a otras breves y concisas, palabras populares con otras muy cultas), división en secuencia en blanco en vez de en capítulos, digresiones que interrumpen la historia sobre diversos temas.

Lo interesante de “Tiempo de silencio” no es su trama, que entronca con otras novelas de corte realista  (especialmente, como ya hemos dicho, con Baroja y su trilogía “La lucha por la vida”), sino la forma de narrar. Martín-Santos se alejó de un estilo propio de la época, sencillo y árido, para armar un libro de resonancias clásicas, con un lenguaje cultivado y complejo, de prolijas descripciones, excursos culteranistas y diálogos empapados de clasicismo. Huelga decir que es una novela difícil en tanto al lenguaje se refiere, si bien la historia que se cuenta es tan sencilla (en su desarrollo narrativo, no en otros planos) como directa.

Sin embargo, quizá en la elección por parte del escritor de ese estilo elevado, fuera de lo común para un libro de estas características (al contrario, por ejemplo, de Baroja, que utilizaba un lenguaje mucho más sencillo y campechano), estribe en buena parte el impacto de la obra. Porque Martín-Santos trabaja en dos niveles diferentes: por una parte, usa esa lengua culta y enrevesada como juego, como divertimento, incluso como pequeña distracción para el lector, que ha de mantener una atención constante para no extraviarse en mitad de un pasaje; por otra, ese juego le sirve para ocultar y disfrazar la feroz crítica que se desarrolla en prácticamente cada página de “Tiempo de silencio”.

Lo que verdaderamente distingue a "Tiempo de silencio" es su barroquismo y el estilo irónico. La prosa es recargada, formada mediante múltiples recursos retóricos y lingüísticos que, generalmente, se supeditan a la ironía. La retórica de Martín-Santos se ajusta a dos procedimientos: uno se basa en los arreglos sintácticos (anáfora, etc.) y otros consisten en la traslación del significado de las palabras, ya en sí, ya en relación con otras (tropos). 

El primer procedimiento es de carácter sintáctico. Por medio de diferentes recursos se establecen nexos entre las palabras, recurriendo a trasposiciones, omisiones, repeticiones o a la extensión de su significado. El período perifrástico, lleno de incisos, es de considerable longitud en "Tiempo de silencio", a veces de varias páginas. Lo característico es que comprenda una larga serie de frases, cuyos términos se van repitiendo a modo de escalones que conducen a un punto culminante; entonces se resuelve la oración pendiente por medio del verbo (que queda a considerable distancia del sujeto) o por medio de la frase subordinada, igualmente distanciada del antecedente. El propósito irónico motiva frecuentemente las piruetas verbales de la novela pero donde mejor se aprecia el estilo irónico-sarcástico-burlesco, es en el empleo de la hipérbole y de su contrapartida la meiosis que se desarrollan en forma de antítesis sostenida contraponiendo lo serio a lo burdo, lo desmesuradamente imposible (aunque grandioso) a lo real (pero insignificante). Este contraste entre lo ficticio y la pobre realidad es una técnica que se usa constantemente en la creación del estilo irónico. Otros recursos que alteran el orden sintáctico son el hipérbaton y la elipsis. Junto a ello se suprimen con frecuencia los signos de puntuación, y se desatienden normas de ortografía como por ejemplo la mayúscula para capitales. 

El segundo procedimiento retórico que distingue la obra de Luis Martín-Santos es el uso de tropos y la consciente voluntad de creación y renovación lingüística. El escritor emplea todos los recursos a su alcance, académicos o no, para decir lo que quiere expresar. El vocabulario técnico, científico o médico es considerable a veces con sentido figurado y no pocas veces irónico. En ocasiones emplea arcaísmos ("automedonte") y términos que proceden de productos comerciales ("listerizados"). La onomatopeya es también parte apreciable de la creación lingüística de este autor. Entre los tropos más destacados, cabe señalar la metáfora supeditada con frecuencia a efectos irónicos, el símil, la metonimia, la sinécdoque, la antífrasis, la sinestesia.

Todo lo expuesto anteriormente es una leve muestra de la base retórica de esta novela. Y como la pirueta verbal llega a ser casi continua la lectura se hace no raras veces lenta y ardua y hay momentos, sobre todo al final de la obra que llega a resultar francamente cansada. Es curioso que un escritor tan antihispánico como Martín-Santos caiga en un vicio hispánico por excelencia: el conceptismo, el alarde verbal, la agudeza a lo Quevedo.

        3.3.2.3- A continuación tienes dos fragmentos de la novela. Léelos y contesta las siguientes preguntas:


                                            (Muecas en el centro y Pedro a la derecha)

                                                                 TEXTO 1


1-¿Dónde van Pedro y Amador? ¿Para qué van allí?

Como podemos ver en este fragmento perteneciente a la novela de Luis Martín Santos y en el argumento que anteriormente he redactado, Pedro es un doctor protagonista de esta historia, recién graduado y dedicado de lleno a la investigación con cepas cancerígenas en ratones, que trabaja en el laboratorio junto con su ayudante Amador, el cual le comunica que se acabaron los ratones. Afortunadamente, el "Muecas", antiguo proveedor de animales para las investigaciones del Instituto, tiene algunos en reserva (probablemente robados del laboratorio). La posibilidad de que las dos hijas del "Muecas" hayan podido contraer el cáncer, más la curiosidad de saber cómo pueden sobrevivir ratones criados en condiciones tan adversas, unido a la necesidad de continuar sus estudios, hace que el joven doctor se decida a visitar la chabola donde vive el "Muecas". Y es esta la situación actual de esta escena que se muestra en el fragmento. Por tanto, ambos doctores han decidido acudir a la chabola del Muecas para observar qué tal ha ido la investigación con los ratones.

2-¿Quién es el Muecas?¿Cuántos miembros forman su familia? ¿Cómo duermen?¿Por qué?

El "Muecas" es un antiguo proveedor de animales para las investigaciones del Instituto, amigo de Amador, que posee algunos de los ratones de la investigación que consigue criar para Pedro. Padre de familia de dos hijas que probablemente hayan contraído el cáncer, una de ellas llamada Flora, y marido de Ricarda, reside junto con toda su familia en una chabola (además de un primo suyo que actualmente está en la mili). Todos ellos dormían en un mismo colchón tirado en el suelo de una pequeña habitación, pues según las palabras textuales del autor que proceden del mismísimo personaje: "Pero seguían durmiendo los cuatro juntos en el colchón grande por varios motivos: porque los cuatro cuerpos juntos elevaban la temperatura de la cámara estanca (así pasaban menos frío, así estaban también mejor los ratones según la teoría del Muecas). Porque ya se habían acostumbrado. Porque al Muecas le agradaba tropezar de noche con la pierna de una de sus hijas. Porque así las tenía más vigiladas y sabía dónde estaban durante toda la noche que es la hora más peligrosa para las muchachas. Porque se necesitaban menos sábanas y mantas para poder vivir, habiendo sido por el momento pignoradas las que utilizaba el mozo en edad militar. Porque el olor de los cuerpos -cuando uno se acostumbra- no llega a ser molesto resultando más bien confortable. Porque el Muecas se sentía, sin saber lo que significaba esta palabra, patriarca bíblico al que todas aquellas mujeres pertenecían. Porque la consorte del Muecas le tenía algo de miedo y no podría soportar sus cóleras sin la problemática ayuda de la presencia muda de sus hijas". Asimismo, "Porque la última ratio de la reproducción ratonil consiste en conseguir el celo de las ratoncitas de raza exótica. Porque el Muecas había dispuesto tres bolsitas de plástico donde se metían las ratonas y eran colgadas entre los pechos de las tres hembras de la casa. Porque creía que con este calor humano el celo se conseguía dos veces más fácilmente: por ser calor y por ser calor de hembra. Porque no quería que este proceso de maduración de la mucosa vaginal de las ratonas pudiera interrumpirse si sus rapazas durmieran en la cámara exterior donde faltando un adecuado cierre de los huecos entre los tableros y la promiscuidad nocturna, el calor era más escaso."

3-Explica el incidente de la limonada: ¿Qué ofrece el Muecas?¿Qué dice Amador?¿Qué le contesta la hija del Muecas?¿Qué le reprende el Muecas a su hija? ¿Crees que la reprende  porque el Muecas es una persona amable? Justifica tu respuesta

Durante la visita de Pedro y Amador a la chabola del Muecas, éste les ofrece una limonada como refresco, la cual les trae su hija mayor, Florita. A pesar de no agradarle Pedro la agradece, mas no pide más, todo lo contrario que Amador, que desea degustar de nuevo la limonada, contestando"-Tráemela a mí, chavala.", a lo cual responde la muchacha: "-No se hizo la miel para la boca del asno". Con ello, ante la vernácula (impropia) respuesta de la joven, el padre la reprime, ordenándola que le traiga el refresco. No obstante, a pesar de tener que haberla cohibido por la grosera contestación, el Muecas lo hace para asegurar el sustento de las relaciones económicas que estaban llevando a cabo, es decir, por no mandar toda la operación a la mierda. Así, vemos como más que una persona amable es una persona interesada, pues simplemente le interesan los beneficios económicos que pueda llegar a sacar de esas lazos de tipo económico que puedan mantener el sustento de su familia. Esto podemos visionarlo en las siguientes palabras del autor: "-¡Dásela! -ordenó el padre más consciente de los lazos de tipo económico aseguradores de la subsistencia de la honrada familia que le unían con un miembro de la plantilla del Instituto, al que por otra parte debía no especificados favores y con el que había mantenido en guerra relaciones de camaradería que más tarde habían procurado los dos dejar sumidas en un profundo silencio, pero que no habían olvidado." Tras esto, vemos como el Muecas añade: "-Y no seas tan arisca con el tío Amador -añadió redondeando este nuevo género de homenaje, menos refinado socialmente hablando, pero quizá más definitivamente necesario en última instancia.", pues ante todo hay que ser una persona educada, además de ser estas palabras necesarias para el contento del invitado.

4-En este fragmento, se ve que también los miembros de los estratos sociales más bajos como el Muecas tienen un comportamiento interesado, es decir, que éste no es una característica exclusiva de las clases altas.  ¿Te recuerda esta forma de reflejar la sociedad a la que tenía Galdós en las novelas contemporáneas? Explica tu respuesta 
Recordemos de blogs anteriores que, posteriores a las novelas de tesis, surgen las novelas "contemporáneas", grupo formado por 24 obras en las que Galdós se convierte en un observador crítico, pero imparcial de la sociedad española, en las que retrata todo tipo de clases de la sociedad madrileña (comerciantes, prestamistas, caseros, nobles, parados, mendigos...), sobre todo la media-burguesa, en toda su grandeza y su miseria, con sus utopías de cara a sus bajezas, sus lujos frente a sus pobrezas o sus comportamientos quijotescos (expresión utilizada con personas que se comportan de manera semejante a las características propias de Quijote) con sus pasiones egoístas. De este modo, ahora Galdós permite al lector sacar su propia conclusión sobre la situación social y política de la época, sin necesidad de que sea él quien se las disponga., además de que, al contrario que las anteriores, ahora ya no expone simples personajes simbolizados con el bien o el mal, sino que todo tipo de personajes, ya pertenezcan a clases altas o bajas, pueden ser peores o mejor, depende todo de sus personalidades. 
 
Así, vemos cómo, con ellas, se va a limitar a corregir ciertos errores cometidos en las anteriores. A diferencia de las novelas de tesis, los personajes, que ya no son buenos (pobres, progresistas) o malos (ricos, tradicionalistas), dejan de representar un mero símbolo, adoptando personalidades complejas y bien definidas, además de poseer aspectos externos, psicológicos y lenguajes totalmente diferenciados, poblando los ambientes y espacios más diversos, retratados de una forma mucho más realista. Muchos de ellos aparecen en varias novelas, con distinta relevancia, componiendo así un complejo entramado de relaciones familiares y sociales, una de las notas distintivas del mundo novelesco de Galdós. Por otro lado, son más cercanos a la inmediata realidad, tanto en su comportamiento como en su forma de hablar, y emplean el humor, la ironía o la parodia para dar lujo a sus diálogos. Además, utiliza el monólogo interior entre los personajes de sus obras, por lo que dichas novelas se acercan más al estilo realista de la época, mas considera oportuno incluir en ocasiones la fantasía, ya que la percibe como una parte integrante más de la realidad. Por otro lado, la narración combina la primera persona verbal con la tercera del autor omnisciente, interviniendo de forma cambiante: introduciéndose en determinadas ocasiones o manteniéndose distante en otra.  


Finalmente, cabe destacar que en esta novela, se ofrece una actitud desoladora tanto de ricos como de pobres, algo que Galdós ya hacía en novelas como "Misericordia", una increíble novela en la que se muestra un fragmento  (ya leído en clase) en el que una mujer de economía normal decide comprarle una barra de pan a unos cuantos pobres que lo necesitaban. No obstante, en vez de estos pobres tomar un pedazo de pan y dejar el resto a los otros pobres, cada uno de ello pretendía llevarse todos los cachos de pan que pudiese. Se muestra aquí la avaricia, la codicia y el egoísmo, no sólo en ricos, sino también en los pobres, tal como se muestra en esta novela de "Tiempo de Silencio". Esto se observa claramente en la parte de la limonada:  
"-¿Quiere usted otra? -dijo Florita.
Oferta a la que don Pedro opuso una rápida y firme negativa mientras que Amador decía confianzudo:
-Tráemela a mí, chavala.
-No se hizo la miel para la boca del asno -fue la vernácula respuesta de la moza con la que hizo visible que, del mismo modo que su padre, también ella era capaz -aunque más joven- de inventarse dos distintas personalidades y utilizarlas alternativamente según el rango de su interlocutor.
-¡Dásela! -ordenó el padre más consciente de los lazos de tipo económico aseguradores de la subsistencia de la honrada familia que le unían con un miembro de la plantilla del Instituto, al que por otra parte debía no especificados favores y con el que había mantenido en guerra relaciones de camaradería que más tarde habían procurado los dos dejar sumidas en un profundo silencio, pero que no habían olvidado."


Por tanto, vemos como sí que me recuerda la obra de Luis Santos a las de Galdós, pues se expone esos personajes que, aunque perteneicentes a clases sociales bajas, se guían por le interés y la codicia.

5-Como ya sabes si has explicado ya el argumento de la novela, Pedro tiene que efectuar un aborto a la hija del Muecas después de que éste la hubiera dejado embarazada. Ya aquí se sugiere esta relación incestuosa: ¿Dónde?
Según puedo entender del texto, la relación incestuosa entre el Muecas y Florita se hace visible en numerosas zonas del texto, como por ejemplo en las palabras del padre al decir que le guta rozar el pie de su hija por las noches cuando están durmiendo, o incluso en en hecho de querer tener a todas las mujeres de la casa controladas ya que se considera "patriarca bíblico", es decir, el propietario de todas ellas. Por tanto, al pertenecerlas, puede hacer lo que quiera con ellas, como puede ser acostarse ocn su hija. Son pequeños toques como estos los que dejan clara esta relación tenre pader e hija. 
 
6-Explica todos los pasos que siguen para conseguir que se reproduzcan los ratones

Como podemos observar en este fragmento de la novela de Luis Martín Santos, las siguientes líneas que añado a continuación son las que explican detalladamente cómo el Muecas había conseguido que se reproduzcan los ratones: "Porque la última ratio de la reproducción ratonil consiste en conseguir el celo de las ratoncitas de raza exótica. Porque el Muecas había dispuesto tres bolsitas de plástico donde se metían las ratonas y eran colgadas entre los pechos de las tres hembras de la casa. Porque creía que con este calor humano el celo se conseguía dos veces más fácilmente: por ser calor y por ser calor de hembra. Cuando el celo de la ratona se había conseguido, el Muecas la extraía cuidadosamente de la bolsita de plástico donde había pasado varias noches y la depositaba en la jaula talámica donde el potente garañón era conducido también siempre apto para la cópula y especialmente proclive a ella al percibir los estímulos aromáticos del estro. Esta jaula copulativa estaba tapizada de arpillera aderezada con guata y miraguano, materiales ellos aptos para la construcción del nido pero que luego el Muecas sustraía a las hembras grávidas fuera de la hora del amor, como si pensara que la visión de tales riquezas para el alhajamiento del futuro hogar pudiera estimular su entusiasmo afrodisíaco. Una vez iniciada la gestación nunca volvieron a gozar de tales guatas y miraguanos que hubieran encarecido de modo excesivo los gastos de cría, sino que tenían que arreglarse con un poco de paja común en sus aéreos palacetes. Las ratonitas o ratonitos, una vez nacidos, sé anunciaban con una música sutilísima de pequeños píos ruiseñoriles, mientras que las madres, a diferencia de la especie humana, eran capaces de parir sin gritar en reverente silencio ante los misterios de la naturaleza que en ellas mismas se realizaban".  

7-¿Qué imagen da este fragmento del estado de la ciencia en España?  Explica tu respuesta 

En mi opinión, este fragmento muestra un estado pésimo de la ciencia española de la época. Podemos ver como se llevaban a cabo importantes experimentos propios de un laboratorio en chabolas de lo más ineptas posibles. Esto, a mi parecer, es una pequeña critica a la cultura de la época, pues podemos recordar que era ahora cuando comenzaban a aparecer generaciones estudiantiles que podrían saca al país adelante, y por tanto considero que con dicho texto el autor intentaba moralizar a los lectores e incentivarles a redireccionar a la ciencia hacia un futuro mejor, pues una chabola desordenada y atestada de bártulos que impiden el trabajo científico no es lugar idóneo para el mismo, además de las condiciones en las que se trataban a las ratas (bolsitas de plástico donde se metían a las ratonas colgadas de los pechos de las hembras, jaulas totalmente inapropiadas y hechas por el propio Muecas, calor humano para las ratonas...)

8- Localiza en el texto anterior  algún ejemplo de ironía (decir lo contrario de lo que, en realidad, se quiere decir) 

En numerosas partes de este fragmento perteneciente al libro de Tiempo de silencio, encontramos zonas con un tono irónico que el autor emplea para dotar de belleza, gracia y entretenimiento a la novela. Así, en mi opinión, encontramos tonos irónicos en partes como las siguientes: 

"Atónito escuchaba don Pedro aquella teoría etiológica del cáncer espontáneo a frigore interesado en saber qué consecuencias profilácticas Muecas había deducido, las que habían sido hábiles no sólo para conservar la vida de los ratones, sino para asegurar su reproducción." (profilácticas significa higiénicas, algo totalmente irónico y con sarna, pues la chabola era mas equiparable a un estercolero que otra cosa).
  
"Mira, Ricarda, este es el señor doctor que nos honra con su visita" (No les honra, pues no les esperaba, además de fingir al principio del texto que no les había visto).

"Ordenó el padre más consciente de los lazos de tipo económico aseguradores de la subsistencia de la honrada familia que le unían con un miembro de la plantilla del Instituto" (está claro que no es una familia honrada, pues el padre se empotra a la hija).

"Florita olvidando su papel de modestia ruborosa" (no es muy modesta, pues ya se ve en el texto la contestación grotesca a Amador)

"Muecas no quiso entrar en sus instalaciones" (no son instalaciones, sino un lugar inepto e inapropiado)

9- Una de las características del estilo de la novela es el uso de un lenguaje muy eufemístico (no decir las cosas de una manera directa sino mediante un rodeo, incluso a veces contrasta el lenguaje tan bello y elaborado con la realidad tan desagradable que está describiendo). Localiza algún ejemplo poniendo después lo que en realidad dice. Por ejemplo: "Efectivamente, la redondeada consorte del Muecas, que en contradicción con su marido, gozaba de una acentuada lisura e inmovilidad de rostro, escuchaba como si oyera la interpretación de una sinfonía aquella conversación" = "La mujer gorda del Muecas que, a diferenia de éste, no tenía arrugas oía lo que hablaban sin entender nada"

Como podemos observar en el texto, a parte de este ejemplo, encontramos otros como los siguientes:

"Y tras haber contemplado el impresionante espectáculo de la ciudad prohibida con los picos ganchudos de sus tejados para protección contra los demonios voladores, descendieron Amador y don Pedro desde las colinas circundantes y tanteando prudentemente su camino entre los diversos obstáculos, perros ladradores, niños desnudos, montones deestiércol, latas llenas de agua de lluvia, llegaron hasta la misma puerta principal de la residencia del Muecas." = Y tras haber contemplado el asqueroso lugar en el que vivía el Muecas, Amador y don Pedro descendieron sorteando perros, niños y mierda hasta llegar a la chabola del Muecas.

"Mas en cuanto les hubo advertido gracias a un significativo sonido brotado de la carnosa boca de Amador, se incorporó con movimiento exento de gracia y en su rostro, surcado por las arrugas del tiempo y los trabajos y agitado por la rítmica tempestad del tic nervioso al que debía su apodo, se pintó una expresión de viva sorpresa." = Cuando escuchó el espeluznante sonido de Amador, se incorporó desganado y haciendo tics con una cara de sorpresa.

"En esto, entraba por la puerta de la chabola, cortando otra vez el paso de la luz, un grueso cuerpo de mujer casi redondo, cubierto de telas pendientes de ese color negro que, con el paso de los años, va virando de una parte a pardo, de otra a verdoso, de modo comparable al colorido de las alas de algunas moscas caballunas y de algunas sotanas viejas" = Entró por la puerta una mujer gorda, que tapaba la luz, cubierta de harapos negros desteñido con los años, parecidos al color de las moscas.

"Ella traía una de las faldas que cual capas concéntricas acebolladas la recubrían, vuelta hacia sus manos y en ella un contenido indescriptible que, según dedujo Amador, era el pienso para los ratones. Esto le dio oportunidad para entrar en materia suspendiendo, por el momento, las muestras de hospitalidad y cortesía." = Traía una falda que la quedaba apretada y que, en ella, había comida basura que parecía ser pienso. Sorprendido y asqueado, se hizo el cortés.

"Allí estaba el digno propietario volviéndoles la espalda ocupado en ordenar en el suelo de su chabola una serie de objetos heteróclitos que debía haber logrado extraer -como presuntamente valiosos- del montón de basura con el que desde hacía unos meses tenía concertado un acuerdo económico dé aprovechamiento" = Allí estaba el chabolista ordenando la basura que había encontrado en el suelo.

"Para ser menos engorrosa se había sentado en el suelo y sus piernas redondas, blancas y sin tobillo asomaban bajo la halda de sus múltiples coberturas, mientras mantenía aún firmemente en su regazo el pienso de los milagrosos ratones" = Para no estorbar se había sentado en el suelo y sus piernas de gorda asomaban bajo la falda, mientras mantenía el pienso.

"Tras lo que, olvidando momentáneamente su propósito de control prolongado del timbre áspero de su voz, gritó:" = Tras lo que, grotescamente, gritó.

"Amador le miraba socarrón y casi reía, pero haciendo caso omiso del efecto que producían en su viejo camarada de armas estos pingajos deslucidos de una cultura cuyos orígenes permanecían enigmáticos, continuó:" = Amador le miraba con burla observando los harapos viejos, repelentes y extraños que llevaba.


Y tras haber contemplado el impresionante espectáculo de la ciudad prohibida con los picos ganchudos de sus tejados para protección contra los demonios voladores, descendieron Amador y don Pedro desde las colinas circundantes y tanteando prudentemente su camino entre los diversos obstáculos, perros ladradores, niños desnudos, montones deestiércol, latas llenas de agua de lluvia, llegaron hasta la misma puerta principal de la residencia del Muecas. Allí estaba el digno propietario volviéndoles la espalda ocupado en ordenar en el suelo de su chabola una serie de objetos heteróclitos que debía haber logrado extraer -como presuntamente valiosos- del montón de basura con el que desde hacía unos meses tenía concertado un acuerdo económico dé aprovechamiento. Mas en cuanto les hubo advertido gracias a un significativo sonido brotado de la carnosa boca de Amador, se incorporó con movimiento exento de gracia y en su rostro, surcado por las arrugas del tiempo y los trabajos y agitado por la rítmica tempestad del tic nervioso al que debía su apodo, se pintó una expresión de viva sorpresa.
-¡Cuánto bueno por aquí, don Pedro! ¡Cuánto por aquí! ¿Por qué no me has avisado?
Siendo esa pregunta dirigida a su amigo y casi pariente.
-Adelante. Pasen ustedes y acomódense.
No de otro modo dispone el burgués los agasajos debidos a sus iguales haciéndoles pasar a la tranquila, polvorienta y oscurecida sala, donde una sillería forrada de raso espera el honroso peso de los cuerpos de aquellas personas que, dotadas de análoga jerarquía que los propios dueños de la casa, pueden ocupar sus sitiales y disponerse durante lapsos de tiempo variables a una conversación que -aunque aburrida y vacía- no deja de confortar a cuantos en ella participan a título de confirmación indirecta de la pertenencia a un mismo y honroso estamento social. Así Muecas dispuso que don Pedro tomara asiento en una a modo de cama hecha con cajones que allí había y que en ausencia de sábanas cubría una manta pardusca. Y componiendo en su rostro los gestos corteses heredados desde antiguos siglos por los campesinos de la campiña toledana y haciendo de su voz naturalmente recia una cierta composición meliflua, consiguió articular con algún esfuerzo:
-Tomarán ustedes un refresco.
Tras lo que, olvidando momentáneamente su propósito de control prolongado del timbre áspero de su voz, gritó:
-¡Flora, Florita! ¡Trae una limonada en seguida! Que está el señor doctor.
Oyéronse unos ruidos secos y confusos en la parte de la chabola oculta a la vista desde la entrada por una tela colgante de color rojizo y naturaleza indefinida. A pesar de las protestas de don Pedro y de la risa socarrona de Amador, Muecas se obstinó en acelerar la marcha de los acontecimientos metiendo su cabeza crespa a través de este telón divisorio y rugiendo en voz baja diversas órdenes ininteligibles.
Reapareció más tarde componiendo su personalidad social en los diversos matices de la expresión del rostro (con dificultosa contención del tic irreprimible), de la inflexión vocal y hasta de la actitud corporal que se modificó en una tendencia apenas realizada de juntar sus hombros hacia adelante redondeando al mismo tiempo las espaldas.
Amador se había sentado en uno de los objetos que el Muecas ordenaba, que resultó ser una olla oxidada con un agujero. Pero así acomodado volvía sus espaldas a la puerta y la carencia de luz del interior de la chabola se hacía más evidente, por lo que el visitado dijo:
-Vamos, Amador. Échate a un lado. ¿No ves que quitas la luz al señor doctor?
Ya para entonces salía la descendencia del Muecas en sus funciones de homenaje a través de los velos que celaban el resto de sus propiedades inmuebles y, sonriendo con risa bobalicona que descubría el grueso trazo rojo de sus encías superiores sobre los dientes blancos y pequeños en medio de un rostro redondo, ofrecía en un vaso un poco de agua en la que debía haber exprimido un limón a juzgar por una pepita que como pequeño dirigible flotaba.
-¡Dásela, Florita! Que se refresque el señor doctor.
-Tenga, señor doctor -se atrevió a decir Florita poniéndose algo colorada, pero haciendo chocar su mirada negra con la también azorada de don Pedro.
Éste no osaba fijar la vista en ninguno de los detalles del interior de la chabola, aunque la curiosidad le impulsaba a hacerlo, temiendo ofender a los disfrutadores de tan míseras riquezas, pero al mismo tiempo comprendía que el honor del propietario exige que el visitante diga algo en su elogio, por inverosímil y absurdo que pueda ser.
-Está fresca esta limonada -eligió al fin.
-Estos limones me los mandan del pueblo -mintió Muecas con voz de terrateniente que administran lejanos intendentes- y perdonando lo presente, son superiores.
-¿Quiere usted otra? -dijo Florita.
Oferta a la que don Pedro opuso una rápida y firme negativa mientras que Amador decía confianzudo:
-Tráemela a mí, chavala.
-No se hizo la miel para la boca del asno -fue la vernácula respuesta de la moza con la que hizo visible que, del mismo modo que su padre, también ella era capaz -aunque más joven- de inventarse dos distintas personalidades y utilizarlas alternativamente según el rango de su interlocutor.
-¡Dásela! -ordenó el padre más consciente de los lazos de tipo económico aseguradores de la subsistencia de la honrada familia que le unían con un miembro de la plantilla del Instituto, al que por otra parte debía no especificados favores y con el que había mantenido en guerra relaciones de camaradería que más tarde habían procurado los dos dejar sumidas en un profundo silencio, pero que no habían olvidado.
-Y no seas tan arisca con el tío Amador -añadió redondeando este nuevo género de homenaje, menos refinado socialmente hablando, pero quizá más definitivamente necesario en última instancia.
En esto, entraba por la puerta de la chabola, cortando otra vez el paso de la luz, un grueso cuerpo de mujer casi redondo, cubierto de telas pendientes de ese color negro que, con el paso de los años, va virando de una parte a pardo, de otra a verdoso, de modo comparable al colorido de las alas de algunas moscas caballunas y de algunas sotanas viejas.
-Usted perdonará, señor doctor -presentó el Muecas-, pero ésta es mi señora y la pobre no sabe tratar. Discúlpela que es alfabeta. Mira, Ricarda, éste es el señor doctor que nos honra con su visita.
-Por muchos años -dijo Ricarda. Ella traía una de las faldas que cual capas concéntricas acebolladas la recubrían, vuelta hacia sus manos y en ella un contenido indescriptible que, según dedujo Amador, era el pienso para los ratones. Esto le dio oportunidad para entrar en materia suspendiendo, por el momento, las muestras de hospitalidad y cortesía.
-Bueno, a lo que veníamos -dijo- que don Pedro no puede perder su tiempo en monsergas.
-Usted dirá, señor doctor.
-El señor doctor lo que quiere -especificó Amador- es saber si tiene que meterte en la cárcel o no.
-¿Qué me dices? -exclamó bruscamente alarmado el Muecas, mientras que, no menos alarmado, don Pedro se deshacía en gestos denegatorios al mismo tiempo con la cabeza y con las dos manos (libre ya la derecha de la áspera limonada) para acabar diciendo:
-Nada de eso. Al contrario, agradecerle a usted si los ha cuidado bien y ha conseguido que críen.
-¡Ah! Las ratonas -dijo el Muecas algo tranquilizado.
-Las ratoncitas, las ratoncitas -rió Florita olvidando su papel de modestia ruborosa-. Ya lo creo que crían las muy bribonas, ya lo creo. Mis sudores me cuesta y hasta algún mordisco.
Diciendo estas palabras desabotonó algo su vestido por el escote y efectivamente mostró a todos los presentes, en el nacimiento de su pecho, dos o tres huellecitas rojas que pudieran corresponder a las
estilizadas dentaduras de las ratonas en celo.
-Todo era por el frío -aclaró el Muecas pozo de sapienza, tomando su talante más solemne y componiendo el rostro-. Seguro que en las Américas las tienen en incubadora. Y no como aquí que estamos en la zona templada.
Amador le miraba socarrón y casi reía, pero haciendo caso omiso del efecto que producían en su viejo camarada de armas estos pingajos deslucidos de una cultura cuyos orígenes permanecían enigmáticos, continuó:
-Es cosa sabida, que el calor da la vida. Como en las seguidillas del rey David. Dos doncellas le calentaban, que si no ya hubiera muerto. Y lo mismo se echa de ver en las charcas y pantanos. Basta que apriete el sol para que el fangal se vuelva vida de bichas y gusarapos. No hay más que
ver los viejos apoyados en las tapias en invierno. ¿Qué sería de ellos si no fuera por el calorcillo de las tres de la tarde? Ya no habría viejos. Así les pasaba a ellas. ¿Cómo les iba a llegar el celo si no tenían calor ni para seguir viviendo? Por eso se les hinchaban esos como testículos, con perdón, y cuando se morían que usted se quemaba las pestañas en estudiar el porqué, no era más que de frío.
Atónito escuchaba don Pedro aquella teoría etiológica del cáncer espontáneo a frigore interesado en saber qué consecuencias profilácticas Muecas había deducido, las que habían sido hábiles no sólo para conservar la vida de los ratones, sino para asegurar su reproducción.
-¿Adónde va usted a parar, padre? Y cómo que se engloria en sus explicaciones y no hay quien lo pare. Lo que es mi padre debía haber sido predicador o sacamuelas. Y aún dicen de él que es bruto. Bruto no le es más que en lo tocante a caráter, pero no en el intelecto.
-¡Calla, tonta! -protestó modestamente-. El hecho es que dándoles el calor natural que les falta los ratones crían y ya veo que usted sabía adónde venir a buscarlos. Aquí los tengo, sí señor doctor, a los hijos de los hijos que no quiero llamar nietos, ya que no parece cosa de animales reconocer tanta parentela. Y también a los hijos de los hijos de los hijos.
-O séase los biznietos -rió Amador coreado por Florita, que había dado ya definitivamente al olvido sus rubores desde el punto en que enseñó su escote y en él las marcas que la calificaban como mártir de la ciencia.
-Padre lo ingenió todo. Pero yo y mi hermana las que tuvimos que cargar con la pejiguera de las ratoncitas.
-Calla, hija. Y no hables más que cuando te pregunten. Mira tu madre qué callada está y qué poco molesta. Y, sin embargo, aguantó la misma pejiguera.
Efectivamente, la redondeada consorte del Muecas, que en contradicción con su marido, gozaba de una acentuada lisura e inmovilidad de rostro, escuchaba como si oyera la interpretación de una
sinfonía aquella conversación. Era evidente que a pesar de no entender jota de lo que se decía, gozaba con los sonidos que los presentes exhalaban. Para ser menos engorrosa se había sentado en el suelo y sus piernas redondas, blancas y sin tobillo asomaban bajo la halda de sus múltiples coberturas, mientras mantenía aún firmemente en su regazo el pienso de los milagrosos ratones.
-¿Puedo preguntar cómo les dio usted ese calor natural? -dijo don Pedro tras unos minutos de asombrada escucha.
-Puede usted preguntarlo, pero yo no se lo diré por respeto.
-Bueno -terció Amador-. Ya me lo dirá a mí más tarde. Vamos a ver ahora esos biznietos y sepamos si son bastardos o no lo son. Porque si lo fueran, para nada los querremos. Tiene que ser hermano con hermana y a lo más hija con padre.
-Así lo son -afirmó rotundo.
Pero no hubo más. Muecas no quiso enseñar sus instalaciones. Prometió llevar las crías a1 punto y hora indicados, pero no quiso que sé molestaran en penetrar más adelante en su guarida. La curiosidad era demasiado grande para que don Pedro consintiera ahora en marcharse después de haber bebido íntegra su limonada. Necesitaba llegar hasta el fondo de aquella empresa de cría de ratones que -simultáneamente- era empresa de cría humana en condiciones -tanto para los ratones como para los humanos- diferentes de las que idealmente se consideran soportables. Los olores que tras el colgante velo rojizo llegaban a la zona más densamente habitada de la chabola, la misma presencia a sus pies de la mole mansa y muda de la esposa, las mordeduras de la muchacha toledana formaban, junto con la mentalidad científico-razonante del Muecas, un conjunto del que no podía apartarse fácilmente y que quería conocer aunque en el intento hubiera tanto de fría curiosidad como de auténtico interés, tanta necesidad de conseguir ratones para su investigación como concupiscencia por ver la carne del hombre en sus caldos más impuros.
En la parte interior de la chabola del Muecas estaba el campo de cultivo de la raza cancerígena. Cada ratón estaba metido en una jaula de pájaro de alambre oxidado. Estas jaulas habían sido obtenidas en los montones de chatarra y rudamente reparadas por el propio Muecas con ayuda de su hija, la pequeña, que tenía dedos hábiles. Las jaulas estaban colgadas por las paredes de la estancia. En sus comederos blancos de loza, la compañera colocaba el pienso traído en su falda. La pequeña habitación estaba hecha de tableros algo abarquillados por la humedad, pero en lo esencial lisos. Las hendiduras entre los tableros habían sido tapadas con trapos viejos consiguiendo así un compartimiento estanco. Las jaulas estaban colgadas artísticamente al tresbolillo, procurando una distribución armoniosa de los huecos, de las luces y de las sombras como en una pinacoteca cuyo dueño -excesivamente rico- ha comprado más cuadros de los que realmente caben. En el suelo de esta reducida habitación había un gran colchón cuadrado. Por un lado entraban los cuerpos del Muecas y su consorte, por el otro lado los más esbeltos de sus dos hijas núbiles. En el pequeño colchón del aposento anterior en que se había sentado don Pedro, solía dormir un primo que ahora estaba en la mili. Pero seguían durmiendo los cuatro juntos en el colchón grande por varios motivos: porque los cuatro cuerpos juntos elevaban la temperatura de la cámara estanca (así pasaban menos frío, así estaban también mejor los ratones según la teoría del Muecas). Porque ya se habían acostumbrado. Porque al Muecas le agradaba tropezar de noche con la pierna de una de sus hijas. Porque así las tenía más vigiladas y sabía dónde estaban durante toda la noche que es la hora más peligrosa para las muchachas. Porque se necesitaban menos sábanas y mantas para poder vivir, habiendo sido por el momento pignoradas las que utilizaba el mozo en edad militar. Porque el olor de los cuerpos -cuando uno se acostumbra- no llega a ser molesto resultando más bien confortable. Porque el Muecas se sentía, sin saber lo que significaba esta palabra, patriarca bíblico al que todas aquellas mujeres pertenecían. Porque la consorte del Muecas le tenía algo de miedo y no podría soportar sus cóleras sin la problemática ayuda de la presencia muda de sus hijas. Porque la última ratio de la reproducción ratonil consiste en conseguir el celo de las ratoncitas de raza exótica. Porque el Muecas había dispuesto tres bolsitas de plástico donde se metían las ratonas y eran colgadas entre los pechos de las tres hembras de la casa. Porque creía que con este calor humano el celo se conseguía dos veces más fácilmente: por ser calor y por ser calor de hembra. Porque no quería que este proceso de maduración de la mucosa vaginal de las ratonas pudiera interrumpirse si sus rapazas durmieran en la cámara exterior donde faltando un adecuado cierre de los huecos entre los tableros y la promiscuidad nocturna, el calor era más escaso. Cuando el celo de la ratona se había conseguido, el Muecas la extraía cuidadosamente de la bolsita de plástico donde había pasado varias noches y la depositaba en la jaula talámica donde el potente garañón era conducido también siempre apto para la cópula y especialmente proclive a ella al percibir los estímulos aromáticos del estro. Esta jaula copulativa estaba tapizada de arpillera aderezada con guata y miraguano, materiales ellos aptos para la construcción del nido pero que luego el Muecas sustraía a las hembras grávidas fuera de la hora del amor, como si pensara que la visión de tales riquezas para el alhajamiento del futuro hogar pudiera estimular su entusiasmo afrodisíaco. Una vez iniciada la gestación nunca volvieron a gozar de tales guatas y miraguanos que hubieran encarecido de modo excesivo los gastos de cría, sino que tenían que arreglarse con un poco de paja común en sus aéreos palacetes. Las ratonitas o ratonitos, una vez nacidos, sé anunciaban con una música sutilísima de pequeños píos ruiseñoriles, mientras que las madres, a diferencia de la especie humana, eran capaces de parir sin gritar en reverente silencio ante los misterios de la naturaleza que en ellas mismas se realizaban. Conseguido este parto pudibundo y a veces nocturno, la mañana de la familia muequil era alegrada por los juveniles píos y las muchachas se reían desde la misma cama, envueltas en sus camisones blancoscuros, sin manga, gritando: «Padre, ya parió la de arriba», «Padre, ya parió la mía, la que me dio el mordisco», «Padre, ya le dije que estaba mal cubierta, está sólo llena de aire y de indecencia la muy guarrona que comía sin parar y luego no le dejó al Manolo que estaba todo triste», «¡Qué se habrá creído la muy monja, más que monja!». Muecas, si había bebido demasiado la noche antes, no hacía caso de los gritos de sus hijas y metía la cabeza otra vez bajo la manta gruñendo mientras que la redonda consorte laboraba en la parte de afuera o había ya partido hacia el montón de basura contratado.
                                                          
                                                                     TEXTO 2

                                                                        (Pedro)
Este fragmento es el final de la novela cuando Pedro, tras su fracaso profesional y personal, se marcha de Madrid. Está buscando un taxi que le lleve a la estación de Príncipe Pío. Lélo y contesta las siguientes preguntas:

1- El fragmento es un claro ejemplo de uno de las técnicas narrativas nuevas que Luis Martín Santos introduce en la novela. ¿Cómo se llama esta técnica? ¿En qué consiste? ¿Por qué crees que lo que en ella aparece no tiene ninguna lógica?

Como ya he explicado anteriormente, en "Tiempo de silencio", Luis Martín Santos introduce una nueva técnica narrativa denominada "monólogo interior libre o directo", el cual consiste en reproducir en primera persona los pensamientos de un personaje, tal como brotarían de su conciencia. Así, el monólogo interior es el discurso sin oyente y no pronunciado, mediante el cual un personaje expresa su pensamiento más íntimo, el más cercano posible del inconsciente, anteriormente a toda organización lógica. Su objetivo es evocar el flujo ininterrumpido de pensamientos que atraviesan el alma del personaje a medida que surgen y en el orden que surgen, sin explicar el encadenamiento lógico, por medio de frases reducidas al mínimo de relaciones sintácticas, de forma que da la impresión de reproducir los pensamientos tal como llegan a la mente. Esta falta de lógica y articulación coherente constituye la diferencia esencial frente al soliloquio. Rasgos peculiares de este monólogo interior son, aparte de la no interferencia del narrador, la afluencia incontrolada del inconsciente, la emergencia desorganizada y confusa de imágenes, sensaciones, sentimientos e ideas expuestas sin ilación lógica y con distorciones sintácticas, por medio de libres asociaciones, con la consiguiente alteración o disolución del tiempo y del espacio.

Así, tal y como vemos en este fragmento, esta nueva técnica dificulta en gran medida seguir el hilo normal del relato, pues son una sucesión de pensamientos tal y como los tendríamos cualquiera, sin seguir un orden normal,  ya que nuestra mente no sigue un orden concreto, sino que son una sucesión de pensamientos que vamos procesando y ordenando. Por tanto, esta nueva técnica aporta a la novela cierta belleza estilistica al no seguir los mismos patrones que los antiguos escritores utilizaban para redactar sus novelas, viendo esta innovadora forma estilística similar a la escritura automática ya estudiada en blogs anteriores, empleada por los surrealistas. Así, los pensamientos, desordenados e incluso sin sentido, son plasmados en el papel tal cual los siente el autor, al igual que estos surrealistas, cuyos pensamientos recientemente salidos del incosciente eran plasmados de igual manera en el papel.  Con todo ello, el autor consigue darle un mayor toque de realidad, como podemos ver en este fragmento de su obra, donde se narra el trayecto en taxi de Pedro, al cual le surgen continuos pensamientos durante el mismo. Así, podemos ver como no parece una novela, pues sperfectamente podría ser un día como otro cualquiera de una persona corriente desde que coge el coche hasta que llega a su destino, consiguiendo este toque de realidad.

2- A continuación tienes una lista de todos los pensamientos que se le van mezclando mientras busca taxi y llega a la estación de Príncipe Pío. Númeralos por orden de aparición:

- Tiene que comprar una novela policiaca del inpector Maigret (Décimo)
-Los mozos de la estación son fuertes (Undécimo)
-Ahora va a un pueblo donde podrá cazar (Quinto)
-No hay auténticos amigos (Segundo)
-No sabe quién fue Príncipe Pío (Primero)
-Las ancas de rana están muy buenas (Sexto)
-Se va por el mismo sitio por donde llegó (Tercero)
-En la estación hay ascensores para bajar (Noveno)
-Las autopsias no sirven para nada (Cuarto)
-Recuerda a Florita muerta en la chabola (Séptimo)
-En el nuevo pueblo se va a aburrir (Octavo)

Las zonas en las que aparecen estas frases son las siguientes (                       )

Si no encuentro taxi no llego. ¿Quién sería el Príncipe Pío? Príncipe, príncipe, principio del fin, principio del mal. Ya estoy en el principio, ya acabó, he acabado y me voy. Voy a principiar otra cosa. No puedo acabar lo que había principiado. ¡Taxi! ¿Qué más da? El que me vea así. Bueno, a mí qué. Matías, qué Matías ni qué. Cómo voy a encontrar taxi. No hay verdaderos amigos. Adiós amigos. ¡Taxi! Por fin. A Príncipe Pío. Por ahí empecé también. Llegué por Príncipe Pío, me voy por Príncipe Pío. Llegué solo, me voy solo. Llegué sin dinero, me voy sin... ¡Qué bonito día, qué cielo más hermoso! No hace frío todavía. ¡Esa mujer! Parece como si hubiera sido, por un momento, estoy obsesionado. Claro está que ella está igual que la otra también. Por qué será, cómo será que ahora no
sepa distinguir entre la una y la otra muertas, puestas una encima de otra en el mismo agujeró: también a ésta autopsia. ¿Qué querrán saber? Tanta autopsia; para qué, si no ven nada. No saben para qué las abren: un mito, una superstición, una recolección de cadáveres, creen que tiene una virtud dentro, animistas, están buscando un secreto y en cambio nodejan que busquemos los que podíamos encontrar algo, pero qué va, para qué, ya me dijo que yo no estaba dotado y a lo mejor no, tiene razón, no estoy dotado. La impresión que me hizo. Siempre pensando en las mujeres. Por las mujeres. Si yo me hubiera dedicado sólo a las ratas.¿Pero qué iba a hacer yo? ¿Qué tenía que hacer yo? Si la cosa está dispuesta así. No hay nada que modificar. Ya se sabe lo que hay que aprender, hay que aprender a recetar sulfas. Pleuritis, pericarditis, pancreatitis, prurito de ano. Vamos a ver qué tal se vive allí. Se puedecazar. Cazar es sano. Se toma la escopeta de dos cañones como el tío Miguel, el hombre de la bufanda y pum, pum, muerta. Hay muchas liebres porque los cultivos son pocos. Es una gran riqueza de caza, el monte salvaje. Cazar, cazar todos los días de fiesta y por la tarde en verano, cuando ya ha caído el sol, entre los rastrojos y la jara a por liebres. Las perdices en el rastrojo, gordas como mujeres, después de la siega; en el rastrojo van cayendo, perseguidas a caballo. No pueden correr de tanto grano que han comido y el tío Miguel las va cogiendo con la mano cuando pierden el aliento. ¡Qué rica la perdiz en salsa de perdiz, espesa, caliente, marrón como con aguas verdes! Y las ancas de rana; a las ranas se las coge sin cebo, sólo con un trapo rojo atado a un hilo,echan su lengua retráctil, la meten en la boca con el trapo y ya está; ancas de rana, igual a pechuga de pollo. ¡Qué buenas! Ancas redonditas, blancas; hace diez años que no veo más ranas que para estudiar la circulación mesentérica en vivo, los hematíes pálidos corno lentejas viudas por la red capilar y el animal desnudo, sin piel, ni pelo, ni pluma, ya desollado antes de que se le agarre, hecho un san Martín, el animal desnudo con su aspecto de persona muerta antes de que se le mate, sólo las lentejas circulando por la red venosa del mesenterio, la vivisección. Esto es, la vivisección, las sufragistas inglesas protestando, igual exactamente, igual que si fuera eso, la vivisección. Ellas adivinan que son igual que las ranas si se las desnuda, en cambio Florita, la desnuda forita en la chabola, florecita pequeña, pequeñita, florecilla le dijo la vieja, florecita la segunda que... ajjj... Me voy, lo pasaré bien. Diagnosticar pleuritis, peritonitis, soplos, cólicos, fiebres gástricas y un día el suicidio con veronal de la maestra soltera. Las muchachas el día de la fiesta, delante de la procesión, detrás del palio, rojas, carrilludas, mofletudas, mirando de lado hacia donde yo estoy asqueado de verlas pasar, mirando sus piernas, sentado en el casino con dos, cinco, siete, catorce señores que juegan al ajedrez y me estiman mucho por mi superioridad intelectual y mi elevado nivel mental.Ya está, P.Pío. Sí por arriba. Luego,
se baja en un ascensor gratis con un tornillo por debajo que parece que le están dando... Comprar un megret para el tren,hace tiempo que no leo policíacas, a mí policíacas. Por qué serán siempre gallegos los mozos, qué gana un mozo, dónde tiene oculta toda esa fuerza. Tendrían que coger los gallegos o asturianos porque andaluces y manchegos no podrían. Hace falta fuerza. Son sanguíneos,sonrientes,grasientos,humildes, saben que son mozos de cuerda, se lo tienen bien sabido, no pretenden otra cosa que ser mozos del exterior, mozos del interior, llevar cuantos más bultos. Les basta contar uno, dos, tres,


4- LA NOVELA A PARTIR DE 1975

            4.1- ¿Qué consecuencias tuvo el hecho de que casi todos los novelistas españoles pretendieran basar sus novelas en originales innovaciones formales? ¿Qué aspecto fundamental del género "novela" olvidaron y descuidaron?

En primer lugar veamos cual es la definición de una novela, cuya respuesta más elaborada la da wikipediaa: una novela es una obra literaria en prosa en la que se narra una acción fingida en todo o en parte y cuyo fin es causar placer estético a los lectores con la descripción o pintura de sucesos o lances interesantes, así como de caracteres, pasiones y costumbres. La vigesimotercera edición del Diccionario de la lengua española de la Real Academia Española la define de manera más general como una «obra literaria narrativa de cierta extensión» y como un «género literario narrativo que, con precedente en la Antigüedad grecolatina, se desarrolla a partir de la Edad Moderna». La novela se distingue por su carácter abierto y su capacidad para contener elementos diversos en un relato complejo. Este carácter abierto ofrece al autor una gran libertad para integrar personajes, introducir historias cruzadas o subordinadas unas a otras, presentar hechos en un orden distinto a aquel en el que se produjeron o incluir en el relato textos de distinta naturaleza: cartas, documentos administrativos, leyendas, poemas, etc. Todo ello da a la novela mayor complejidad que la que presentan los demás subgéneros narrativos.

De este modo, observamos que el hecho de que todos los novelistas españoles pretendieran basar sus novelas en originales innovaciones formales conllevó la pérdida de valor del argumento que, en definitiva, es lo más importante de una novela, tal y como podemos ver en la descripción que he puesto anteriormente (la novela se distingue por su carácter abierto y su capacidad para contener elementos diversos en un relato complejo). Por tanto, esa despreocupación por realizar un relato con un argumento entretenido y complejo, dando únicamente valor a la forma y la técnica, hizo perder mucho valor a la literatura previa a 1975.

No obstante, en los últimos años, en la novela española se ha producido un cierto cansancio del experimentalismo de los años sesenta. Este hecho ha producido dos efectos: Por un lado, la aparición de algunas novelas donde se parodia y ridiculiza el exceso de experimentación (La saga/fuga de J.B., de Gonzalo Torrente Ballester); y, por otra parte, parece que las obras de este período han optado por la recuperación de la intriga y el argumento, algo que no era prioritario en las novelas anteriores (La verdad sobre el caso Savolta, de Eduardo Mendoza), siendo estas novelas las que supondrán un nuevo punto de partida en la narrativa española. 

Sin renunciar por completo a la renovación formal, estas nuevas novelas tienden a utilizar recursos más tradicionales. No tiene ya como objetivo preferente la búsqueda o la experimentación, sino que prefiere la vuelta al placer de contar. Asimismo, quedan lejos ya las intenciones políticas o sociales y cualquier clase de finalidad didáctica o ideológica. Además, abundan los tonos humorísticos, lúdicos o irónicos, pero también están presentes los aires nostálgicos o líricos en novelas de fuerte carácter intimista; los tratamientos culturalistas, exquisitos o refinados; el empleo libre y sin trabas de la fantasía. No es frecuente, sin embargo, el empeño por el realismo a ultranza. Por lo general, han desaparecido los grandes personajes y han sido sustituidos muchas veces por seres desvalidos e inseguros.

             4.2- ¿Qué novela supuso un nuevo punto de partida en la narrativa española? Autor y fecha de publicación. ¿Qué aportó respecto a las novelas que se estaban escribiendo entonces? Explica brevemente de qué iba.

La publicación de "La verdad sobre el caso Savolta" (1975) de Eduardo Mendoza marcará un cambio de tendencia narrativa que, sin renegar de las técnicas experimentales, recuperará el placer de contar historias interesantes, poniendo de relieve la importancia de un buen argumento en la valoración final de una novela ya que, como he explicado anteriormente, la intención de los antiguos novelistas españoles de criticar la realidad mediante sus novelas, basándolas en originales innovaciones formales, conllevó a una depreciación de valor de la literatura, poniendo como importante la forma de contar el argumento en vez de darle mayor relevancia al mismo, conllevando una pérdida de su calidad (las novelas se basaban en simples historias, muchas sin sentido). Este cambio será llevado a cabo por una generación de escritores, nacidos entre 1939 y 1950, llamada Generación del 68, la cual, en general, se inicia en el experimentalismo y, más tarde, lo irá abandonando: Manuel Vázquez Montalbán, Eduardo Mendoza, José María Merino, Luis Mateo Díaz, Juan José Millás, etc. El argumento de dicha novela queda resumido en las siguientes líneas:

Durante la 1ª guerra mundial, la masiva venta de armas había favorecido la prosperidad de la industria armamentística en los países neutrales. En septiembre de 1917, Paul André Lepprince directivo de la empresa Savolta (dedicada a la fabricación de armas en Barcelona) acompañado por el joven Javier Miranda al que había puesto a su disposición el señor Cortabaynes contratan a 2 matones para que escarmienten a los cabecillas de una huelga. Diez obreros son apaleados y la huelga fracasa, sólo un curioso y marginal periodista, Domingo Pajarito de Soto denuncia los hechos en un panfleto anarquista. Decidido a callar las acusaciones de Pajarito, Lepprince le contrata para que realice con plena libertad una investigación sobre la empresa.

Mientras dura esta farsa Miranda intima con Pajarito y también con su mujer, Teresa, quien busca desesperada el amor del joven para salir de su miserable situación. Cerca de la navidad, engañado por su esposa y utilizado por Lepprince, Pajarito sucumbe bajo las ruedas de un coche mientras regresaba a casa borracho. A los pocos días Savolta es asesinado a tiros. Se encarga del caso el comisario Vázquez y como 1ª medida se ejecuta a varios anarquistas. Pero los atentados continúan: muere a balazos Claudedeu, jefe de personal de la empresa; Lepprince logra escapar ileso de un grupo de terroristas. 

El tiempo pasa, y a causa de la entrada en la guerra de los americanos y de la posterior finalización del conflicto mundial, la empresa cae en bancarrota. Lepprince, que se ha casado con la hija de Savolta, Rosa Mª, y ocupa el puesto más alto, tiene problemas con un importante accionista Pere Parells que también murió asesinado.

Por otro lado, el comisario Vázquez sigue los pasos de Miranda y de Lepprince ya que unos confidencias de un extravagante personaje que dará con sus huesos en el psiquiátrico, Nemesio Cabra, les propone como sospechosos de las muertes de Pajarito y de Savolta. Pero Lepprince consigue que el comisario sea trasladado a Tetuán.
Javier Miranda siguiendo las indicaciones de Lepprince y como medio de ascenso social acepta casarse con María Coral, aunque desconoce que ésta es amante del empresario. María Coral es una joven gitana artista de tubúrios inmundos que Miranda y Lepprince conocieron al contratar a los matones que debían frenar la huelga.

El matrimonio es un desastre y Mª Coral después de confesar su relación con Lepprince intenta suicidarse. Todos los esfuerzos de Lepprince para arreglar la crisis de la empresa son infructuosos. Hundido, hace que Miranda persiga a sus guardaespaldas, Max que se ha fugado con Mª Coral muere, y María desaparece. La fábrica se incendia con Lepprince dentro sin que puedan determinarse las causas.

El comisario Vázquez que también morirá más tarde en extrañas circunstancias descubre a Miranda los motivos de tantas muertes, afirmando que tenían otras conexiones más intrincadas que las aparentes. Lepprince mató a Pajarito, a Savolta y a Parells porque habían descubierto que suministraba clandestinamente armas al ejército alemán en unión de un espía, Max. 

Miranda y María Coral se instalan en EE.UU. Antes de morir, Lepprince con el ánimo de dejar algún dinero a su mujer había contratado en secreto una póliza de seguros americana que cubriera los riesgos de la fábrica. Miranda era el encargado de cobrarla y hacerla llegar a Rosa Mª Savolta. Cumpliendo este cometido Javier es llevado a juicio porque la compañía aseguradora no quiere pagar. “Del juicio y mis retracciones han brotado estos recuerdos”, dice Miranda, es decir, la novela misma.
 




      (Eduardo Mendoza)
         

1 comentario:

  1. Muy bien pero para el año que viene tienes que trabajar más la capacidad de síntesis, a veces te extiendes demasiado y repites lo mismo varias veces.Nota: 10

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